Artenara fue ayer una fiesta mayúscula. Y no solo porque en estos días se celebran diferentes actos en honor a la Virgen de la Cuevita, sino porque anoche tocaba brindar en la XVII edición de Una noche en Artenara. El encuentro musical impulsado por el timplista José Antonio Ramos (1969-2008) tuvo un desarrollo distinto a cuantos presidió en vida el autor de Los cuatro gigantes (1998), Puntales (2000) o Jeito (2001); y otros, los que tras su muerte condujeron alumnos, amigos músicos y la familia. Con Ramos ausente y en el año que se conmemora el décimo aniversario de su marcha, los organizadores, familia y quienes compartieron con él vida y música, quisieron recuperar el espíritu primigenio del encuentro.

"Esto no es un concierto al uso, y recuperamos la idea original de José de que se mezclaran todos con todos",explicaba ayer Germán López tras recibir a todos los músicos y cantantes invitados al municipio cumbrero, y completar las pruebas de sonido para el concierto que tenía hora de comienzo a las 21.30 horas. "Todos están encantados", recordaba López, quien este año le ha tocado ejercer el rol de maetro de ceremonias.

Y es que la idea de José Antonio Ramos era reunir en Artenara a un grupo de amigos sin disciplina ni guión, sino que a partir de un repertorio más o menos definido, propio y de los distintos invitados, se favoreciera la interacción y la improvisación. Para ello, en esta ocasión se contó con una banda base formada por Carlos Martín (guitarra), Augusto Báez (piano), Jaime del Pino (bajo), Totó Noriega (percusión) y Héctor Salazar (batería).

De todo ello hubo anoche gracias al empeño de los organizadores, del propio Germán López -a él le toco ejercer de referente del timple crecido a la sombra de Ramos tras su fallecimiento- y de los invitados.

"Tengo una sensación extraña, de alegría y de tristeza a la vez, y estamos aquí porque lo que nos une es la música y la amistad con José". Son las palabras de Mariví Cabo, una de las voces invitadas a Una noche en Artenara junto con Beatriz Alonso. Coincide la vocalista con lo dicho por German López sobre la necesidad de recuperar el concepto primigenio de este encuentro entre amigos.

Dificil olvidar al amigo ausente, más aún en esta fecha tan señalada en agosto y cuando se cumple una década sin JAR. "Es que él tenía la capacidad de juntar a gente diferente alrededor de su música", recuerda Cabo, y "lo bonito es encontrarnos aquí". Mariví Cabo cantó con Ramos "muchísmas veces", tal como subrayaba ayer tarde tras la prueba de sonido.

Beatriz Alonso, por su parte, reconocía que "es un placer y es muy emotivo estar aquí, con su familia, y desde luego es muy enriquecedor para todos nosotros". Al igual que Mariví Cabo, Alonso ya había estado en esta reunión que tiene como sustrato sonoro la tradición musical de las Islas y de otras latitides culturales. La última vez que estuvo fue compartiendo escenario con Mariví Cabo.

Ya había participado en ediciones anteriores y la casualidad hizo que anoche volviera a compartir escenario con Mariví Cabo, como sucedió anoche.

Con Javier Cerpa, José Manuel Ramos, los hermanos Míchel y Jose Montelongo y Yone Rodríguez de invitados, la Noche en Artenara comenzó con Imaginando folías, de Germán López, con una secuencia que se alongaba con genrosidad al repertorio de José Antonio Ramos y de los otros protagonistas. De JAR sonaron De isla a isla, La retamilla, a dos timples con Yone Rodríguez y Germán López, y Chipude, todas ellas con la figura del gigante siempre presente.