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La proyección infinita de 'Narciso'

La escultura de Manolo González permanecerá en el hall de El Museo Canario hasta final de este año

La proyección infinita de 'Narciso'

La escultura Narciso de Manolo González recibe al visitante de El Museo Canario desde que el pasado 20 de julio formara parte de una exposición por el tercer aniversario de la revista Con Estilo que se publica a principios de mes junto al periódico LA PROVINCIA.

La obra al final quedará depositada en el hall del edificio hasta final de año y formará parte de otra exposición sobre Manolo González en la Galería Saro León. Lo cierto es que Narciso, debido a su estilo figurativo, da un aspecto de contemporaneidad a un museo centrado en todo los referente a la población aborigen de Gran Canaria. "La escultura la tuve en el estudio hasta el 2011 y estuvo expuesta en la feria Art Madrid. Forma parte de una serie de diez obras que inicié con Prometeo, que fue la escultura con la que me llevé la medalla de plata en Florencia y que está en una colección privada en Santander", aclara el artista. Narciso pertenece a un ciclo de diez piezas, de las que hasta el momento sólo ha realizado las dos primeras, que estarán hechas de malla de acero inoxidable con un discurso sobre la evolución del ser humano con figuras masculinas como protagonistas. "Empieza con Prometeo, una obra de gran formato sobre el personaje que se autocrea a si mismo", aclara. Prometeo es, en la mitología griega, el Titán amigo de los mortales, honrado principalmente por robar el fuego de los dioses, darlo a los hombres para su uso y posteriormente ser castigado por Zeus por este motivo. "Es el amigo del ser humano, el que le da la luz del conocimiento. Yo hice una escultura reclinada, pero aparentemente reconfortable, que fuera plenamente consciente de su existencia", afirma. Este óptimo resultado empujó al artista grancanario a crear la segunda obra de la serie, Narciso. Para el autor esta nueva elección ha sido "porque me gustaba el juego del hombre que se ama a sí mismo. No hago una lectura exacta de la mitología, sino que la adapto a mi gusto porque me da la gana. Yo recojo del mundo aquello que me apetece con el criterio que me favorece para que me de la obra que quiero, por aquello de los puristas". Y en este sentido, González recuerda cómo a su Tritón "le puse dos piernas para que se apoyara bien".

Comparado con Prometeo hay que reconocer que Narciso tiene una plástica menos amable. " Técnicamente, por su formalización, se trata de una obra particular porque no participa en la amabilidad de otras esculturas", subraya el autor. "Está afectada de cierta voluntad conceptual sobre el mismo hecho plástico, menos amable". Narciso era un joven de una apariencia hermosa y llamativa, pero Némesis, la diosa de la venganza, para castigarlo por su engreimiento, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente y se ahogara al querer besarla.

"Yo, en mi escultura, hago una contemplación absorta en la que el personaje es incapaz de separarse de su imagen ya que es el muchacho que ama su reflejo, que lo toca y se desvanece hasta que se ahoga. No hace caso a Eco que grita constantemente su nombre". La forma en la que está hecho el trabajo es realmente original con dos figuras que se unen por la cabeza y que soportan dos espejos debajo de las piernas como sendas bases.

"Refleja al ser humano se ama a si mismo, pero no uso un clon, porque la literalidad e la obra es que se trata de un clon tuyo, y por eso la giro por completo, porque los seres humanos nos reconocemos en la conversación que tenemos con otro. Si yo me pierdo en una selva, la conciencia del ser humano desaparece como tal. El ser humano es consciente ya que se relaciona con los demás, y puede que no sea ese yo en el que crees que eres, sino el yo que quieres proyectar al otro. La escultura es el proyecto del yo que tengo del otro ser humano", asegura el artista. Y para ello pone el ejemplo de la serie Espacios Ocultos de José Manuel Ballester en la que se ven cuadros como El nacimiento de Venus o Las Meninas sin personajes. "Es un ejemplo de que somos en tanto que hay otro. Y eso es lo que hice con Narciso, querer reflejar a la persona que se ama en la proyección hacia el otro, y por eso no pongo el espejo en medio si no en ambos extremos para que se reflejen hacia el infinito las múltiples proyecciones de la figura".

González recuerda cómo comenzó este proyecto. "La revista Con Estilo me pidió participar en e su aniversario con una exposición dentro del Museo Canario", recuerda. "Yo exponía en Amsterdam, y esta me pareció la escultura más adecuada, pero al final los responsables del centro me pidieron que se quedara allí porque quedaba bien". Y allí estará hasta final de año, e interactuará con la exposición de noviembre en Saro León. "Al Museo le viene bien y a mí también porque soy socio del Museo Canario, y es una institución que hay que apoyar entre todos".

Este ciclo de diez obras aún no tiene prevista su continuidad. "Tengo por suerte mucho trabajo, y por lo pronto ahora tengo que ir a recoger la exposición de Amsterdam y preparar la de Gran Canaria".

González forma parte, desde 2010 de un grupo de cuatro escultores, junto con Harald Vlugt, Mark Gibian y Marcos Lora Read, que hacen lo que llaman un cuadrilátero geográfico con exposiciones en Santo Domingo, Las Palmas, Amsterdam y Nueva York que es el único objetivo pendiente para el año que viene. Manolo González tiene unas 24 obras públicas en Gran Canaria y sus influencias pasan por Miguel Ángel, Henry Moore, Chillida o Julio González. "La influencia no está en que desarrolles formas parecidas al autor, sino en captar la densidad del hierro con una fuerza y expresión que añadan intensidad. La primera vez que vi a Moore me encontré atrapado en la forma y el volumen". También reconoce que "aunque soy figurativo, me gustan las parte abstracta, los trabajo de Jaume Plensa con su manera de tratar el dibujo, las videoproyecciones o instalaciones acústicas".? También la obra de Richard Serra, "con su extraordinaria labor las chapas de metal".

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