Judi Dench transmite autoridad y ha bordado papeles como la jefa del espionaje británico en la saga de James Bond o su oscarizada reina Elizabeth de Shakespeare in love, pero en la vida real la actriz británica, que ayer recibió el Premio Donostia del Festival de San Sebastián, no se considera poderosa.

"No me considero poderosa de ninguna manera, no tengo poder", señaló en una multitudinaria rueda de prensa horas antes de recoger el tercer gran premio honorífico de esta 66 edición del certamen donostiarra, por una trayectoria marcada por personajes de carácter. Dench ganó el Óscar a la mejor actriz secundaria con tan sólo seis minutos en pantalla en el filme de John Madden, pero ha estado nominada siete veces en total y también posee nueve premios Bafta, dos Globos de Oro y siete Laurence Olivier del teatro británico.

Ayer en San Sebastián echó la mirada atrás para recordar sus comienzos. "Yo quería ser diseñadora de teatro, empecé a formarme para ello y querría seguir ahora, pero quizá es un poco tarde", bromeó, a sus 83 años.

Una visita a un montaje "extraordinario" de El rey Lear con Michael Redgrave le hizo cambiar de opinión y ahora atesora más de cien títulos, muchos de ellos inolvidables, como Iris (2001), Diario de un escándalo (2006) o Philomena (2013). Su fama se multiplicó a partir de 1995, cuando pasó a formar parte de la saga del agente 007 como M, la jefa del servicio de inteligencia británico, papel que ha ejercido hasta Skyfall (2012).

Repasando los momentos más memorables de su carrera y las personas cuyo apoyo considera decisivas, ha salido a colación el nombre de Kevin Spacey, defenestrado profesionalmente tras la apertura de varias investigaciones por al menos ocho casos de agresión sexual.

La intérprete recordó que después de morir su marido viajó a Nueva Escocia a rodar la película The Shipping News (2001), junto al actor de House of cards: "Estaba muy mal, y él fue una ayuda inestimable para mí, me alegró la vida y me mantuvo al pie del cañón". Preguntada por las acusaciones que pesan contra él, dijo no poder aprobar "de ninguna manera lo que dicen que ha hecho", pero al mismo tiempo subrayó que "es un actor maravilloso y un buen amigo". Y se preguntó: "¿Tenemos que ir atrás y excluir de la historia del cine a cualquier persona que se haya comportado mal o cometido algún tipo de crimen?", planteó.