El enclave geoestratégico de Gran Canaria en las rutas comerciales y migratorias con el Nuevo Mundo y, en concreto, con Cuba, como puerto principal, a lo largo del siglo XVI, constituye el hilo conductor de la sesión plenaria que brinda Manuel Lobo Carrera, catedrático de Historia Moderna y director del Anuario de Estudios Atlánticos de la Casa de Colón, en el marco del 23º Coloquio de Historia Canario-Americana, que arranca hoy en la sede del museo americanista.

En coloquios anteriores, Lobo, que también integra el comité científico de este encuentro de referencia en el campo de investigaciones atlánticas, ha desgranado las conexiones del Archipiélago con la otra orilla bajo distintos prismas de estudio a partir de la relación triangular entre Canarias, África y América. Sin embargo, la conmemoración del quinto centenario de la fundación de La Habana a las órdenes de Diego Velázquez de Cuéllar el próximo 2019 centra su exposición en las conexiones que se establecieron "de isla a isla" y que reseñará bajo el epígrafe Gran Canaria y Cuba en el siglo XVI: historia de una relación.

El punto de partida de su disertación se retrotrae al vínculo primigenio que siembra el paso de Cristóbal Colón por Gran Canaria en su primer viaje a América, que forja "un sentido de conexión de Canarias con las mismas tierras descubiertas", indica Lobo. En este contexto, la localización tricontinental de Canarias como último bastión occidental de Europa erige a las islas en escala obligatoria para el mantenimiento y avituallamiento de los barcos que parten hacia América y que posibilitaron, a un tiempo, la salida de excedentes de diversos productos canarios hacia las Antillas, lo que consolidó una relación comercial relevante entre Canarias y el continente americano en la segunda mitad del siglo XVI.

Sin embargo, Lobo destaca que este puente intercontinental que conectó Canarias con las tres islas principales del Caribe, esto es, Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico -Jamaica, en menor medida, también- confirió un papel central a la primera a tenor de una serie de disposiciones regias auspiciadas por Felipe II de España y que decretó la concentración de la flota en el puerto de La Habana antes de retornar a España.

En la primera mitad del siglo XVI, el tráfico de navíos que une las orillas de Gran Canaria y La Habana traslada las primeras semillas de caña de azúcar y de plataneras, entre otros frutos de la tierra, que conforma el grueso de las exportaciones de Canarias a Cuba. "También se crean las primeras comunicaciones entre canarios y cubanos a través de los socios o compañías mercantiles que se establecen en Gran Canaria", indica Lobo. Estasvinculaciones propician una serie de flujos migratorios de puerto a puerto, que se fortalece en la segunda mitad del siglo XVI, "cuando ya se habla de que el segundo grupo más importante de los inmigrantes que llegan a Cuba son canarios", apunta el historiador.

"Canarias siempre funcionó como un laboratorio", afima. "La reactivación migratoria en la última mitad de siglo se produce porque hay una mayor demanda desde las islas del Caribe y, sobre todo, de Cuba, que acogen la inmigración canaria por varias razones, como nuestra mejor adaptación al clima o la fama de buenos trabajadores". A esto se añade la centralización de La Habana como un puerto principal de retorno, "con lo cual Cuba estaba muy vinculada a las conexiones entre América y España, porque las flotas procedentes de la Nueva España harían su última parada en La Habana para luego retornar al continente". "Eso permite un tráfico más directo, en el que los barcos no tienen que ir tocando en diferentes puntos antes de llegar al destino final", añade.

Aunque estas relaciones se prolongan a lo largo de los siglos posteriores, con una nueva gran oleada migratoria en el siglo XX, el historiador acota su intervención plenaria hasta finales del XVI, que culmina con "una emigración definitiva, que es una emigración golondrina, y el retorno de mercancías que llegan a través de los productos que de Gran Canaria se envían hacia Cuba".

Con todo, Lobo destaca que "Canarias es hoy una civilización atlántica porque hemos bebido justamente de esas conexiones entre continentes". "Pero siempre hemos tenido, desde el primer momento, una atracción fuerte hacia el continente americano", añade". "Probablemente, el hecho de que el último puerto que tocan las naves que parten hacia América fueran las islas sea el fundamento de esa atracción que siempre hemos sentido por América", reflexiona. "Los canarios también han emigrado a Europa en menor proporción a lo que lo hacían al continente americano, a pesar de la distancia. Además, América siempre se ha percibido como una tierra de provisión, de fortuna o de mejora, porque la gente no emigra para empeorar su situación, sino para mejorarla. Y las crisis importantes del siglo XVIII en Canarias, la mayor parte de los canarios se dirigen al continente americano, antes que a Europa o África, porque, además, hay una tradición que se inaugura con el primer viaje de Colón, de modo que ha sido casi un espectáculo diario ver siempre en los puertos de las islas -sobre todo, de las tres islas realengas: Gran Canaria, Tenerife y La Palma- los barcos que se dirigían al continente americano, así que coger ese rumbo es una ruta histórica".

La sesión plenaria de Lobo a la sombra del quinto centenario de la fundación de La Habana toma el testigo de la ponencia inaugural que brinda Sergio Guerra Vilabo, presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, titulada La Habana en su V Centenario y que abre el fuego a varias ponencias y seminarios en torno a esta efeméride.