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Entrevista | Marta Robles

"En la novela pesan los problemas sobre el alma que abocan a actitudes oscuras"

"Tanto protagonistas como secundarios son personajes muy sólidos y trabajados psicológicamente", manifiesta la escritora y periodista

La escritora y periodista Marta Robles. CAROLINA ROCA

Con La mala suerte ha vuelto a la novela negra de ambiente detectivesco y calas psicológicas bastante complejas. ¿Qué pesa más en la obra, la acción pura, o la especulación sobre problemas humanos y sociales?

Salvo en una parte de la novela lo que pesa más es esa especulación sobre los propios problemas del alma humana y de esta sociedad nuestra que aboca a muchas personas a unos comportamientos bastante oscuros.

También recupera a su detective Tony Roures como personaje conductor de la trama. ¿Es el arquetipo en el que vuelca su propia visión de las cosas?

Es inevitable que a través de ese personaje aporte partes de mí misma porque es quien va a dejar distintas cuestiones abiertas para provocar la reflexión de los propios lectores, de alguna manera es el vehículo que utilizo para conectarme con los lectores, aunque evidentemente él y yo somos diferentes. Él tiene unos planteamientos personales que están determinados por su propia historia, por esas guerras en las que ha pasado tantos años, por esa visión de dureza del mundo que ha tenido en mayor medida que la mía, pero repito que sí es verdad que es el vehículo a través del cual yo planteo todas estas cuestiones imprescindibles para mí, no sólo para la novela sino para nuestra propia sociedad.

Por citar un solo precedente, aunque hay más, ¿se deja influir por la técnica narrativa de Vázquez Montalbán?

Vázquez Montalbán está presente en mi obra, más que en la técnica narrativa en el nombre del detective. Roures significa robles en catalán y Carvalho en gallego y portugués. Yo hice un doble juego de complicidad con el apellido, un guiño, porque así, de paso le hacía un pequeño homenaje a mi padre que se llamaba Antonio Robles y lo llamaban Tony y también a Montalbán al que tuve la suerte de conocer y que, además, me citó brevemente en uno de sus libros, algo que me llamó mucho la atención. He de decir que el personaje de Carvalho me marcó definitivamente. Desde Los mares del sur para mí fue imprescindible en mi vida, no sé si en las técnicas narrativas en que soy un poco más díscola. Aunque necesite una estructura muy sólida con determinadas características mi narrativa no tiene tanta influencia de nadie.

¿Conviven en su relato el dramatismo de la intriga y el humor, a la manera de Montalbán?

Hay algo de humor siempre en las relaciones que establece el propio Roures que también posee su visión oscura y sórdida, pero que más allá de eso tiene una buena amistad con un colega policía donde siempre cabe la ironía y el sentido del humor.

Roures se enfrenta al caso de una joven desaparecida en Mallorca, de la que nada se ha vuelto a saber en dos años. ¿Se ha documentado en procesos similares en la vida real?

La verdad es que el asunto de las desapariciones me ha preocupado mucho a lo largo de mi vida profesional porque he ido constatando que en ellas no sólo sufren los desaparecidos sino muy especialmente sus allegados y familiares. Al final, a su sufrimiento, a su propia tragedia siempre se une, no sólo la incertidumbre de pensar que jamás volverán a ver a sus seres queridos, lo cual muchas veces es cierto porque hay muchísimas desapariciones que jamás se llegan a resolver, sino también un juicio paralelo del público en general que inmediatamente sospecha de todos ellos porque se sabe que en casi todas las desapariciones el que las provoca es alguien cercano a la víctima. En todo momento he prestado mucha atención a este asunto de las desapariciones que ha cobrado especial relevancia en los últimos tiempos en España con algunos casos muy mediáticos, aunque en realidad siempre ha estado de actualidad desde que yo recuerdo en casos diversos en el mundo entero.

La desaparición no responde a una sola causa, y con ello entran en juego las circunstancias vitales y psíquicas de la desaparecida. ¿Es crear un personaje ausente a base de conjeturas psicológicas?

El personaje que creo de la desaparecida es parte de la trama que nos va a conducir a la intención literaria de esta novela que no tiene que ver con las desapariciones, sino con el sentimien to de paternidad y maternidad, con el deseo de ser madres o padres que al final aboca a muchos a lo mejor o a lo peor de ellos mismos. Pero la construcción de este personaje como la de todos, está hecha a través de unos perfiles psicológicos muy trabajados que se estructuran de una manera bastante poco habitual a través de la mirada de los otros personajes de la propia novela, es decir no es sólo el narrador omnisciente el que describe al personaje y lo coloca en la escena sino que se le ve a través de los ojos de los otros que comparten la historia, que es un poco lo que sucede en la vida, a nosotros nos ven desde muchas miradas y dependiendo de la relación que establezcamos con cada una de las personas que encontramos en el camino así nos juzgan. Eso es lo que se puede ver en La mala suerte, no sólo con Lucía Peña, sino también con el resto de personajes que son todos, tanto protagonistas como secundarios, muy sólidos y trabajados en su perfil psicológico.

La mala suerte se desarrolla en dos tiempos, el pasado que vuelve y el presente que lo narra y desenlaza. ¿Es complicado para una periodista, servidora de la actualidad, combinar ambos ritmos?

Soy periodista, pero también escritora desde hace muchos años. Llevo escribiendo ficción desde 2001 y no ficción desde 1991, con lo cual creo que conozco la técnica y sé estructurar las historias para poder moverme entre el pasado y el futuro. Pienso que en esta novela hay incluso tres tiempos porque están las idas y vueltas al pasado de la familia de Lucía Peña y luego están las vueltas al pasado del detective Tony Roures. Para que todo quede engarzado en una trama hay que estructurar la historia muy al detalle. Hay que hilar muy fino para evitar fallos y no defraudar al lector.

Problemas candentes como la paternidad y maternidad responsables bullen igualmente en el fondo de la novela. ¿Considera que la inmadurez, o los errores paternales, son tan determinante del destino de los hijos?

Lo que yo planteo en el libro, no es tanto la responsabilidad de los padres con respecto a la vida y a lo que hacen los hijos, aunque también esté presente algo de eso porque reflexiono sobre la adolescencia y sobre el periodo en que los jóvenes están muy perdidos, que además no encuentran a veces la posibilidad de comunicarse con sus padres, o que posiblemente por conseguir la aceptación se acercan al precipicio, se caen y al final acaban sufriendo abusos o haciendo cosas que no quieren. En base a ello mi planteamiento es sobre el egoísmo de muchos padres a la hora de traer a los hijos al mundo, es decir, que en muchas ocasiones anteponen su deseo de ser padres al hecho de que el día de mañana sus hijos puedan tener o no una vida digna o al de que los hijos tengan derecho a saber su procedencia en el caso de emplear determinadas técnicas para conseguirlos. Me parece que es importante reflexionar sobre ese deseo que nunca se plantea como egoísta sino que parece que tiene que ver con la generosidad porque esta es imprescindible para criar a un hijo, pero el egoísmo ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad porque estos no han venido sólo por amor, sino también por interés, para no quedarse los padres solos, para conseguir mano de obra barata, para anexionar reinos, como moneda de cambio, etc.

Su actividad profesional en el periodismo de prensa, radio y televisión, ¿es simultánea con la creación literaria, o necesita abrir paréntesis para centrarse en los relatos de ficción?

Normalmente arranco las novelas en verano que es cuando me puedo encerrar, pero aún así le robo tiempo al tiempo como puedo porque cuando estoy con una novela he de pasar al menos seis h oras al día escribiendo. El proceso tiene dos tiempos: Por una parte, al principio necesito estar pensando en lo que quiero escribir, leyendo y documentándome. Una vez me siento para contar necesito esas seis horas mínimas para que haya fluidez, si no me resulta imposible.

¿Cuántos títulos calcula que llegará a sumar la saga Tony Roures ?

No lo sé porque no hago planes. Cuando construí el personaje para Menos de cinco centímetros no sabía que lo iba a traer a este caso y, sin embargo, este caso emerge precisamente de la primera escena de la novela anterior, en que vivía en un pisito de Malasaña del que tuvo que mudarse tras separarse de su mujer que se había ido con otro hombre porque tenía más de 40 años y deseaba tener hijos que Roures no quería porque le parecía una irresponsabilidad traerlos al mundo en ese momento. Desde este pensamiento, curiosamente encontré en las palabras de Manguel inspiración para esta historia de La mala suerte. Ahora tengo en mente un nuevo título, una nueva investigación del detective Roures.

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