Otra gran noche con Raphael, parafraseando su canción RaphaelMi gran noche La tuvo e hizo partícipe al público de ella. El cantante, acompañado por una banda de siete músicos, no defraudó a los 3.500 espectadores que no quisieron dejar pasar la oportunidad de tener al artista en directo otra vez en la capital grancanaria, después que en diciembre del pasado año se viera obligado a cancelar una actuación en el Auditorio Alfredo Kraus debido a un resfriado.

Anoche, en el Gran Canaria Arena, justificó el esfuerzo del público de distintas generaciones, personas mayores a los que la música del cantante de Linares les ha acompañado toda la vida; y otros, de mediana edad y jóvenes, que por distintas razones se acercan a Raphael, sabedores también que un concierto suyo es todo un espectáculo. Un generoso repertorio de 34 canciones, que convierte sus directos en una experiencia que roza las dos horas y media, e incluso las supera: entrega al cien por cien, actitud, y una voz que por lo visto y oido anoche se conserva sin fisuras. Todo ello con na banda que insufla el pulso rítmico que precisa el Raphael de 2018.

"Siempre que viene, aquí estamos. El año pasado canceló porque se puso malo, pero es como nuestro hermano mayor, aunque es más viejo que nosotras". Es el testimonio de María Dolores Pacheco y Dolores Arrocha, que llegaban al pabellón de Siete Palmas una media hora antes del comienzo del concierto, programado a las 21.00 horas. "Yo desde los 10 años estaba enamorada de Raphael", subrayan. "Para nosotros es nuestro niño, tiene mucha personalidad y lleva 50 años en la música", y eso no lo hace cualquiera".

El argumento de estas dos amigas se repetía entre el público que pobló casi la totalidad del aforo del Gran Canaria Arena. Natividad Santana y Susi Díaz son otras dos amigas que lucían una de las letras del nombre del artista. "Yo lo he visto cuatro veces", puntualiza Natividad Santana, que repitió anoche porque tenía la convicción de que "es la última vez que lo voy a ver porque no creo que vuelva más a Canarias, no lo se, pero lo mismo hice con Julio Iglesias, por si acaso".

En el pabellón todas las miradas se clavaban en el escenario cuando el reloj marcaba las 21.00 horas. Minutos después, salía la banda con la introducción de la gira Loco por cantar, y en nada asomaba Raphael, con su habitual indumentaria negra. Los aplausos sonaban como un trueno, a los que el artista respondió con reverencias y saludos de agradecimiento. A partir de ahí, la música, la de hoy y la del ayer, para ser rigurosos con la secuencia del repertorio y del concierto, fue la protagonista.

Raphael maneja bien sus tiempos, y como quiera que el presente y trabajos como Infinitos bailes, editado en 2016, han oxigenado su repertorio con las canciones que le han escrito artistas españoles como Bunbury, Iván Ferreiro, Rozalén o Izal, entre otros, comenzó su concierto con tres piezas incluídas en este álbum: Infinitos bailes, compuesta por Mikel Izal; Aunque a veces duela, de Dani Martín; e Igual (loco por cantar), de Diego Cantero, que además le da nombre a la gira que lo trajo a la Isla.

No se escuchó una palabra suya más allá de las letras hasta que no concluyó este entrante en tres colores, coreados con generosas palmas y ovaciones a sus característicos gestos. "Que bien, que placer y felicidad estar de nuevo en Las Palmas", exclamó Raphael, que lógicamente tuvo la réplica del público con aplausos.

Y por si el público no se había percatado del dato, explicó que "estas son las últimas canciones de mi último disco hasta dentro de cinco días". Una pausa justa para poner el auditorio del Gran Canaria Arena del revés después de que dijera: "Sé muy bien a lo que han venido". El artista se despojó de su chaqueta de cuero, y el pabellón se vino abajo cuando sonaron los acordes de Mi gran noche, en versión renovada y con un juego de luces acorde a uno de sus himnos, y que el público acompañó como si un coro de 3.000 voces fuera parte de la producción.

A partir de ahí, un torrente de emociones con una treintena de piezas, con guiños a Jacques Brel y Violeta Parra, y una parte final que retrata al Raphael que siempre busca el público, y al que le brindó, entre otras, En carne viva, Escándalo, Qué sabe nadie, Yo soy aquel o Como yo te amo.