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Entrevista | Blanca Valido

"En Canarias podríamos vivir de la cultura como del turismo"

"Estoy empezando a construir una zarzuela de la época belcantista en la que me siento mucho más cómoda", indica la soprano

La cantante grancanaria Blanca Valido, ayer, en la sede de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. J. PÉREZ CURBELO

Debuta el sábado en el papel de Susana y en uno de los títulos emblemáticos del género chico.

Es un título que la gente quiere mucho. Y, ciertamente, en la zarzuela tenemos el género grande representado por La tabernera del puerto, katiuska, etc. Y el chico que son las obra de una hora o una hora y poco como La verbena de la paloma o La Gran Vía. Estas son como más populares, de la calle, no tiene tanta romanza o tercetos, y son un poco más livianas. La verbena es muy conocida porque tenemos la habanera del Mantón de Manila y el famoso coro.

¿El director de escena ha incluido alguna novedad?

Hay un prólogo anterior muy desenfadado donde se meten cosillas como un pasacalles, un cuplé, etc. Es como una especia de homenaje con alusiones a La habanera del cojo y Los cuplés de la gatita blanca. El maestro de escena, Didier Otaola, ha buscado que no sea costumbrista, sino divertida.

¿Cómo es la escenografía?

No es la escenografía típica, tradicional, sino mucho más minimalista. Cuando los presupuestos son pocos hay que recurrir a la imaginación. Pero aquí se ha jugado con un lenguaje nuevo para los jóvenes que ha sido muy interesante. Lo que hoy gusta a la gente joven no es lo mismo que a los de hace 20 años. Ha sido como hacer algo para que el público más veterano se deje atrapar por lo moderno y que el joven compruebe que lo antiguo no es malo. Tiene que haber renovación sin perder la esencia.

¿Cree que está habiendo una recuperación de zarzuelas no muy conocida los últimos años?

Está habiendo muchas recuperaciones. Hace dos años hicimos Casado y soltero, que se había recuperado poco antes en la península y María Orán quiso llevarla al auditorio de Tenerife. Y, recientemente, se representó La casa de Bernalda Alba, de Miquel Ortega, en el teatro de la Zarzuela. Yo empecé en el coro Juvenil de la Filarmónico y debo destacar la gran calidad que tienen en este momento. Y añadir que la Orquesta Joven tiene una cantera fantástica.

¿Cómo afronta sus roles?

Intento llevarlos todos a mi terreno porque si no siento el personaje no podría estar aquí. Siempre intento entenderlo, ver por qué actúa de ese modo. Y luego intento hacerlo mío desde mis vivencias. Yo he tenido algunos momentos de Susana, que es una chica fuerte, que está enamorada de Julián, que es a su vez un chico muy celoso. Pero no hay una profundidad como en otras zarzuelas y por eso es fácil de entender. Es retrotraerte a las cosas de la adolescencia.

¿Cómo definiría su voz en estos momentos?

Estoy cambiando de repertorio. La voz está cogiendo un poco más de tesitura, el volumen está cambiando, y estoy en un punto de inflexión. El repertorio donde yo me encuentro más cómoda es en el dramático coloratura o lírico puro, obras como Fausto, Romeo y Julieta, y el bel canto grande.

¿Cuántos años lleva dedicada al canto profesionalmente?

Mi debut en un teatro fue en 2007, o sea que llevo 11 años. Hubo un parón en la Escuela de Canto de Madrid. Y me pilló la crisis de lleno como a mucha gente de mi generación, lo que conlleva el problema de empezar fuerte y de pronto haber un parón. Pero el volumen, los legatos y los fiatos se desarrollan en el escenario y ahora la gente de veinte y pocos está volviendo a tener ese problema.

¿Se centra más en ópera o en zarzuela en estos momentos?

Mitad y mitad. Quizás estoy más cómoda en la ópera por los roles. La zarzuela tiene un límite más grande, porque suelen ser obras para sopranos muy ligeras o con mucho centro. Pero empiezo a construir una zarzuela más de la época belcantista y estoy encontrando un camino más cómodo en títulos como El casamiento, Casado y soltero, o Los diamantes de la corona. Son zarzuelas que no son de la época de La verbena, tan de bombo y platillo, sino de un poco anterior. De hecho hay zarzuelas de un ámbito de cientos de años.

¿Cómo recibió el fallecimiento de Montserrat Caballé?

Lo viví en el Liceo esa misma semana. Coincidió que el día que falleció yo estaba en Barcelona en el estreno de I puritani. Ha sido una pérdida muy grande, la de una grande entre las grandes. Un referente, una de las mejores sopranos belcantistas de todos los tiempos que luchó para demostrar que la ópera no es elitista. Partía de que los artista trabajamos gracias al público que es el que nos sostiene.

¿Hay que tener un carácter especial para ser cantante?

El arte es vocacional, porque como las angustias te saturen personalmente se va la magia. Ponerte sobre el escenario es lo menos difícil, eso es la punta del iceberg. Lo realmente difícil es la disciplina de estudios, la voluntad, etc.

¿Qué diría de la nueva generación de cantantes canarios?

Que hay un nivel excepcional. Por poner un ejemplo, en el Metropolitan sólo han cantado seis o siete españoles, de los cuales tres son canarios. A cada sitio que voy me preguntan qué tendrá Canarias con la ópera. Hay gente en la cima que es brutal como Nancy Herrera, Davinia Rodríguez, Celso Arbelo o Jorge de León. Es un sello hacia afuera a nivel turístico. Que la gente diga, "me voy a Gran Canaria a ver un concierto". Podríamos vivir de la cultura como del turismo.

Hace unos meses estuvo de gira en Japón y en Corea.

Estuve con un repertorio mitad de zarzuela y mitad tradicional de Corea ante un público supercaluroso. Nosotros, a veces lo tradicional lo tenemos como algo antiguo, pero ellos lo ensalzan. Y ellos valoran que venga gente de fuera a cantar música coreana. En ese idioma hay un par de fonemas que no controlamos, pero la expresión no está tan lejos de nuestro oído.

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