El crisol de culturas, razas y religiones que se entrecruzan en La Reunión, isla natal del artista Jack Beng-Thi, espeja un viaje de búsqueda identitaria y creativa en el que el artista explora sus raíces y ramificaciones genealógicas para restituir la memoria colectiva de esta región ultraperiférica de Europa. Esta isla francesa situada en el Océano Índico, al este de Madagascar, conforma el punto de partida del mapa de la memoria de este creador multidisciplinar, cuyos orígenes atesoran influencias indias, chino-vietnamitas, africanas y europeas, que fundamentan, en palabras del Beng-Thi, su condición de "artista nómada".

Después de recorrer numerosas salas en países de Europa, África y América Latina, Beng-Thi recala en Las Palmas de Gran Canaria con la mayor exposición retrospectiva realizada en Europa sobre su obra, comisariada por Orlando Britto y Nilo Palenzuela, y que ve la luz a caballo entre Casa África y el CAAM. El primer centro abre hoy las puertas a una primera selección, que gravita sobre las raíces africanas del artista, toda vez que el CAAM inaugura una segunda colección el próximo 13 de diciembre, una vez culminadas las obras de renovación del centro, con una mirada multidisciplinar a sus puentes a otras geografías.

La escultura, como medio de expresión fundamental del artista, pero también la fotografía, la poesía, el videoarte y la performance unen las orillas de la tradición colonial y la problemática contemporánea en el contexto africano al abrigo de esta primera selección de diez piezas, que interpela desde la herida de la colonización.

Beng-Thi reflexiona sobre el simbolismo del cuerpo como un espacio colonizado que debe liberarse para rehabitar su propia memoria, como reflejan, entre otras piezas, la instalación TornTorn (1995), una metáfora de la alienación colectiva en una trayectoria de opresión silenciada. Su utilización de materiales artesanales, inscritos en distintas tradiciones y geografías, recartografía el arte tradicional africano bajo la perspectiva contemporánea del artista.

La investigación de los orígenes de sus ancestros y de los habitantes de La Reunión condujeron al artista a exhumar nombres olvidados en los archivos y bibliotecas de París, pues "la historia de mi isla no está en mi isla, sino en Francia", reveló. "Mi vida ha sido una búsqueda continua de quiénes fueron mis antepasados, que recalaron como antiguos esclavos de La Reunión en las plantaciones de la caña de azúcar, así que por mi sangre corre el azúcar, que es la memoria de mi isla", añadió el artista.

Así lo plasman los versos que presiden la muestra en Casa África: "Islas de pájaros-escarabajos que viven sobre la larga ruta del desastre / islas en rosario para conjurar la historia amarga de la sangre negra". Sin embargo, el artista defiende que el arte persiste como un espacio vivo de dignificación de los cuerpos ahogados y silenciados en un pasado de huidas y diásporas. "Para nosotros, el mar es un cementerio, tal como sucede hoy en Europa, porque la tragedia se repite", afirma. "Por eso es importante visibilizar los cuerpos, porque es una forma de memoria".