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Entrevista | Antonio Rodríguez Almodóvar

"El papel de la mujer en el cuento oral no es sexista como en los adaptados"

"La tecnología no acabará con el cuento popular. Empieza a haber un cierto cansancio digital", destaca el premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2005

Antonio Rodríguez Almodóvar. WWW.ARALMODOVAR.ES

Los cuentos populares permanecen en el tiempo, pero el papel de la mujer ha ido cambiando y evolucionando en la sociedad. ¿Qué vigencia tienen esas historias en relación con las mujeres de hoy en día?

Los cuentos populares auténticos permanecen vigentes mientras que los adaptados por la mentalidad pequeño burguesa del siglo XIX no. Hay un malentendido muy importante, que creo graba toda la cultura occidental, y es que los cuentos populares son como los cuentos de hadas en bruto. Esto no tiene nada que ver con la realidad. El cuento de hadas, tal y como lo conocemos normalmente, es en realidad un subproducto del cuento maravilloso, que es muy anterior. Los cuentos de tradicional oral son muy anteriores a la cultura letrada, es decir, son cuentos de la tertulia campesina o de la tertulia hogareña y de tiempos remotísimos, en algunos casos de la Prehistoria.

¿Cómo valora el papel de la mujer en los cuentos auténticos de tradicional oral?

El papel de la mujer en los cuentos de tradicional oral no tiene nada que ver con las versiones sexistas de los cuentos de hadas de autores cultos. Con Straparola [autor italiano del siglo XVI] empezó la manipulación de la tradición oral y continuó con Perrault [autor francés del siglo XVII], los hermanos Grimm [escritores alemanes del siglo XIX] y después con todas las adaptaciones que ha habido en los siglos XIX y XX. Todos han bebido de las fuentes orales pero han adaptado los cuentos a la mentalidad del momento, con lo cual se ha producido una manipulación catastrófica para el legado de la auténtica tradición oral.

¿ Y cómo ha influido esa adulteración en las historias con mujeres?

En La bella durmiente, por ejemplo, que en la versión oral tiene una segunda parte muy a favor de la mujer porque tiene que hacer frente a su suegra para defender a sus hijos, eso desaparece a partir de Grimm. Mientras en la primera parte es la historia de una bella durmiente que ha sido condenada simbólicamente por algún motivo, probablemente, de carácter erótico o sexual, en la segunda parte, en cambio, el príncipe desaparece y ella sola tiene que sacar adelante a la familia con un grandísimo valor y riesgo personal y una lucha contra todos los imponderables de una corte que no la quiere. La versión de esta segunda parte desapareció, como la versión masculina del bello durmiente porque no interesaba que una chica normal y corriente escalara al castillo del bello durmiente. Eso no estaba en las coordenadas del pensamiento pequeño burgués.

A pesar de todo, esos cuentos antiguos están más cercanos a la ideología actual que las versiones adaptadas.

Sí. Por ejemplo, en el cuento de La bella durmiente están presentes en la mujer el valor de la superación, la actividad personal en defensa de su propia dignidad y vida y la vida de sus hijos. Son heroínas muy activas. Otro caso es el de Blancaflor, la hija del diablo, que es un cuento maravilloso en todo el sentido de la palabra, y está conducido todo el tiempo por una heroína, que es la hija del diablo, que por amor de un príncipe abandona a su padre y vuelve con el príncipe después de pasar mil calamidades donde ella siempre es la que lo resuelve todo. Después de que el príncipe la abandona ella tiene que recuperar de nuevo su amor. Ella destruye el encantamiento que le hace olvidarla y vuelve a contactar con él y sale triunfante.

¿Qué importancia tiene en la actualidad la cultura popular para los escolares?

Mientras no se recupere la versión auténtica de los cuentos, los niños van a estar conectados con un repertorio muy banal donde todo se resuelve por la actividad del hombre activo y dominante, como el caso de Caperucita, que al final tiene que resolver el problema un cazador, que no existe en la versión oral, en la que Caperucita es la que escapa de las garras del lobo cuando se da cuenta de que está en la cama con él y no con la abuela.

El ser humano siempre ha tenido la necesidad de contar. Ahora se cuenta de manera diferente, sobre todo por el protagonismo de la tecnología y las redes sociales. Hay muy poca conversación cara a cara. ¿Se acabará con el cuento oral?

La oralidad tiene sus propias normas que se imponen en cualquier momento. Es decir, un buen narrador oral acaba descubriendo cuáles son las reglas del juego porque tiene que manejar el lenguaje de las manos, el facial, el corporal... igual que se hacía en las tertulias campesinas. Creo que la tecnología no acabará con el cuento popular. La historia de la civilización es pendular y el péndulo está volviendo otra vez a sus orígenes. Empieza a haber un cierto cansancio de lo digital y de lo audiovisual. Lo digo por mi propia experiencia, por la colección de Cuentos de la Media Lunita, que publico. Los maestros y los padres me dicen que sus alumnos y sus hijos quieren que se los cuenten todos los días. Como no es mérito mío lo puedo decir. Son cuentos muy bien construidos en torno a un conflicto y a una fase muy activa del héroe o la heroína en igualdad y eso estaba en la tradición antigua y desapareció con las adaptaciones modernas. El niño, en cualquier edad y situación, necesita conflictos radicales para entender el mundo y poder ir haciéndose la idea de lo que le espera. Soy enemigo frontal de lo políticamente correcto.

¿Cuál es el cuento más antiguo que ha investigado?

Sin la menor duda, Juan el oso. Como poco, tiene más de 3.000 años.

¿Recuerda cuándo fue la primera vez que escuchó 'Érase una vez...'?

Era muy pequeño. Recibí una formación de la tradición oral muy amplia. Nací en 1941.

Ana María Matute lo definió como el tercer hermano Grimm en su discurso cuando recogió el Premio Cervantes en 2011.

Para mí es un grandísimo honor. Se debe a su generosidad inmensa. Nos queríamos mucho. Lo que más le gustaba de mi trabajo era que yo había conseguido llegar a las fuentes y situaba su infancia en un ambiente de tradicional oral muy cercano al que tuve.

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