Hablando con un filósofo de Centroeuropa acerca de las tendencias de ciertas universidades españolas, a los efectos de contrastar la ontología de las mismas, le aporté que una de las especialidades en una de ellas era la filosofía de género. No tardó sino segundos en afirmarme con rotundidad que eso no es filosofía, y ambos comparamos el tema a una filosofía de las comunidades de propietarios: podría ser, pero no es el caso. En un último debate filosófico en el que estuve, tuve ocasión de denostar la filosofía impostada desde el gobierno, ante la que me manifesté contrario y despreciativo, dada la carga de política que conlleva, donde, puse por ejemplo, se piensa sustituir a Nietzsche por Simone de Beauvoir, porque es mujer.

Una colega me abordó, preocupada, por lo que podía ser una forma de atacar a nivel nacional (era el programa El Ojo Crítico, de RNE) el trabajo que se pretendía de igualar a hombres y mujeres, cuando que lo que se pretende es solo que las mujeres no queden relegadas por el denominado heteropatriarcado. Nada que objetar ante la injusticia desigualitaria, pero no es un tema de filosofía, sino de mera administración o gestión pública. La filosofía actual ha quedado reducida a la nada, como parte de la sociología, o la literatura, precisamente, por enhebrar sus intereses en torno a lo que debiera ser, meramente, una cuestión de gestión. Las universidades han dado mayor importancia a los gerentes que a los profesores e investigadores, y han confundido el culo con las témporas. Al dejar entrar como materia central el problema de género, o los problemas de las minorías, han convertido el centro de investigación par excellence en una mera ONG, un lugar para el trato y estudio de las sub-normalidades de la humanidad, y más cuando siempre se vincula, sospechosamente, el problema de género a lo hetero, a lo patriarcal y, sobre todo, a una visión marxista de la historia: de nuevo confunden el culo con las témporas, y hacen un estropicio de todo lo que debe ser utilizado para ahondar en el verdadero saber. Pero vamos a poner un curioso ejemplo, cercano en el tiempo, sobre la idiotez que genera la filosofía de género (especialidad, por ejemplo, de la exministro socialista española Montón, pomposa Máster en Estudios Interdisciplinares de Género por la Universidad Camilo José Cela, como ya sabemos, acerca del tema de la reproducción asistida como retroceso en la maternidad, copiado en buena parte de otros trabajos de terceros).

La curiosidad viene a ser la prueba del algodón para detectar lo inútil, como pasó en los 90 con el trabajo de Alan Sokal, doctor en física por la Universidad de Princeton, quien, para demostrar que los filósofos postmodernos de aquella época utilizaban sin sentido varios conceptos provenientes de la física, como Lacan, Kristeva, Baudrillard y Deleuze, escribió un texto sin sentido que fue publicado, en 1996, una vez pasó todos los filtros del consejo asesor, revisión por pares, en la revista Social Text, una de las más famosas en aquel tiempo para trabajos de investigación social. El texto se titulaba Transgressing the boundaries: Toward a transformative hermeneutics of quantum gravity, algo así como: transgredir los límites, hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica? y no significaba nada, era un fake, pero logró ser publicado como un texto de investigación profundo en el contexto postmoderno. Ahora le ha llegado el momento a esta otra disciplina sin contenido a la que se llama filosofía de género. Tres académicos, Helen Pulckrose, James Lindsey y Peter Boghossian, se unieron para enviar a varias revistas sendos estudios de género, de identidad sexual, racismo, etcétera. Una de las revistas que, pasado el filtro de los asesores, publicaron algunos de los textos fue Gender, Place & Culture. Uno de los artículos que había sido revisado por pares y, además, obtenido nota alta, lo publicaba Helen Wilson, doctora en feminismo e investigadora de la Iniciativa de Investigación en Desgénero de Portland, era "Reacciones humanas a la cultura de la violación y la performatividad queer en parques urbanos para perros de Portland, Oregon", y escribía que había examinado "respetuosa pero cercanamente" los genitales de unos 10.000 perros, con el cuidado "de no producir alarma y marchándome si el perro parecía incómodo". Los parques "ofrecen una visión muy pública de las formas en que los acompañantes humanos fomentan y promueven sistemas masculinistas de opresión comunal entre especies y en lugares públicos", y en el artículo se venía a concluir que existía una cultura de la violación en los perros que paseaban por los parques de lo que había sido su investigación de campo, parques que "se convierten en espacios tolerantes con la violación donde la cultura de la violación humana se representa mediante la permisividad moral que extendemos a los animales". Helen Wilson era un nombre inventado, pero los tres profesores lograron publicar, en unos diez meses, en medios especializados, siete artículos antes de ser descubiertos. Otros papers fueron "¿Quiénes son ellos para juzgar? Superar la antropometría y avanzar hacia un marco para el culturismo gordo", publicado en Fat Studies donde se defendía que "las normas culturales opresivas hacen que la sociedad valore mucho más tener músculos, en vez de admirar la grasa. El culturismo podría salir beneficiado al incluir cuerpos obesos expuestos de una forma no competitiva".

Otro artículo fue "Entrar por la puerta de atrás: un reto para los heterosexuales masculinos frente a la homohisteria y la transfobia a través del uso de juguetes sexuales penetrantes receptivos", publicado en Sexuality & Culture y que proponía: "Es muy extraño que los hombres se autopenetren con juguetes sexuales. Esto puede deberse al miedo a ser considerados homosexuales ("homohisteria") o transexuales ("transfobia"). En el estudio se afirma que si se les alienta a practicar la penetración anal receptiva disminuirá su transfobia y aumentarán sus creencias feministas. Otro de los artículos, "Tu lucha es mi lucha: solidaridad feminista como una respuesta cruzada al feminismo neoliberal y selectivo", aceptado en la revista Affilia, aunque sin llegar a ser publicado, en el que se contienen fragmentos del capitulo 12 del Mein Kampf, de Hitler, reescritos con neologismos feministas.

Otros artículos defendían que debería incluirse la astrología feminista y queer, para así entroncar con la perspectiva de género. Pluckrose, Lindsey y Boghossian, confesaron todo esto en un artículo de la revista Aeron, y concluyen: "Estas investigaciones, no persiguen el noble y esencial trabajo liberal de defensa de los derechos civiles; lo corrompen, mientras intercambian sus buenos nombres para seguir vertiendo soluciones sociales falsas a un público que sigue estando cada vez más enfermo". Entretanto, a partir del próximo curso, tanto en la Universidad Autónoma de Barcelona como en la Complutense de Madrid se impartirá un "Grado en Estudios de Género" de 3 años de duración. Un dicho anónimo dice: El primer paso del ignorante es presumir que sabe. Aquí les vale.