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Una psicodelia sin concesiones

El grupo norteamericano The Mountain Movers publica un disco que recoge lo más destacado de la tradición del rock lisérgico desde los 60 hasta ahora

The Mountain Movers en directo. LP / DLP

Una trayectoria de siete trabajos jalonan la discografía de esta formación de Connecticut de una década de existencia que ha ido, sucesivamente, del pop setentero a la psicodelia y del rock ácido al noise. Pero a medida que ha ido avanzando su carrera, el quinteto ha orientando su sonido hacia construcciones sonoras más complejas y abigarradas, creadas por crescendos que actúan de forma hipnótica en el oyente y que conecta con bandas antológicas importantes como Bardo Pond, The Warlocks o Wooden Shijps.

Todo eso se nota más que nunca en este nuevo trabajo que resulta ser el menos accesible, pero también el más fascinante, de su carrera. Sin concesiones. Así ha decidido el cuarteto que tenía que ser para sacar el disco con el que siempre soñaron, una obra para los seguidores más acérrimos del pop experimental en donde las guitarras crean esos ambientes fascinantes que puedan transportar al oyente a los lugares más recónditos de la mente. De este modo, la formación norteamericana, cuya evolución ha pasado discretamente entre sus compañeros de generación, juega con todas las posibilidades del desarrollo de una canción dentro de una tradición lisérgica que comienza en los años sesenta y llega hasta el momento actual.

Así, destaca por encima de todo el tema de más de once minutos The other side of today donde los instrumentos de seis cuerdas de Dan Greene y Kryssi Battalene son un verdadero torbellino de feedbacks, drones y demás artilugios relacionados con la distorsión. Y alrededor de ellos el bajo de Rick Omont y la batería de Ross Menze van llenando de matices una composición impecable.

El disco comienza con un Freeway que ya desvela sus intenciones con una estructura lineal de más de siete minutos en donde las reverberaciones de la guitarra solista va marcando el proceso estilístico. El segundo, Snow drift, desprende las mismas cadencias que The Telescopes con un Greene que imita el deje de Lou Reed en la Velvet Underground y que se repetirá en las finales This city y Heavenly forest. Por otro lado, Bridge to this world, sin embargo, actúa como bálsamo tranquilizador para el neófito a modo de medio tiempo que conecta con la genial My eyes are always heavy donde se acercan por momentos a las construcciones de gigantes del indie tipo Spiritualized o Ride y donde alcanzan los momentos más sublimes. Otro disco repletos de instantes laboriosos y exquisitos que requieren de escuchas atentas y pausadas.

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