El 8 de agosto de 1969 Charles Manson reunió a los miembros de La Familia en el rancho Spahn (California) para comunicarles que "el momento Helter Skelter" había llegado. Esa revelación anunciaba la llegada del Día del Juicio Final. Tal disparate hubiera sido uno más, en aquellos días de barra libre de ácido lisérgico en la costa oeste americana, si no se tuvieran en cuenta los antecedentes y las consecuencias de aquella anunciación lanzada por un iluminado peligroso a un grupo de feligreses sanguinarios.

Un par de semanas antes de ese episodio, Manson y tres elementos de su secta -Bobby Beausoleil, Mary Brunner y Susan Atkins- asesinaron al músico Gary Hinman. Horas después de esa visión, en la madrugada del 9 de agosto, Tex Watson, Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel -por orden de Manson- se dirigieron a la casa de Roman Polansky, en Beverly Hills, con el mandato del desequilibrado gurú de "destruir totalmente a todo el mundo de la manera más horripilante". Allí asestaron 16 puñaladas a Sharon Tate -actriz y mujer del propio Polansky, que estaba embarazada de ocho meses- y acabaron con la vida del peluquero Jay Sebring, el guionista Voytek Frykowski y Abigail Folger -heredera de la empresa café Folgers-.

Al salvaje asesinato de Sharon Tate y sus amigos le siguió, la noche posterior, el crimen del matrimonio formado por Leno y Rosemary LaBianca. La ola de ataques de La Familia marcó el fin de una era que había arrancado dos años antes: en 1967, durante el Verano del Amor, el movimiento hippie había alcanzado su apogeo.

Woodstock, el All You Need Is Love de los Beatles como himno, The Mamas & The Papas con su canción San Francisco (Be Sure to Wear Flowers in Your Hair) ... La contracultura se convirtió en el motor de los más jóvenes para protestar contra la Guerra de Vietnam y las injusticias raciales en Estados Unidos. Manson, junto a sus secuaces, acabó con todo eso con música de fondo€ de los Beatles.

Obsesionado con el Nuevo Testamento y con los Beatles durante su primer paso por prisión, la chaladura de Manson convirtió a los músicos de Liverpool en los Cuatro Jinetes del Apocalipsis tras escuchar el White Album (Disco Blanco). En el disco, publicado el 22 de noviembre de 1968 -hoy hace 50 años-, el delirio del asesino encontró combustible: el fiscal Vincent Bugliasi, durante el juicio contra La Familia, explicó que, según las interpretaciones de Manson, el tema Helter Skelter anunciaba el Día del Juicio Final, la pista Piggies criticaba a ricos y poderosos y la balada Blackbird advertía que la población afroamericana se levantaría en armas contra los blancos y su victoria, en ese conflicto racial, convertiría al propio Manson en una especie de mesías que gobernaría el mundo.

Disco doble

Manson, que falleció hace poco más de un año, y el resto de sus compinches acabaron en la cárcel: condenados a varias cadenas perpetuas tras ser conmutadas las sentencias de pena de muerte contra todos ellos. Sus actos, además de aterrorizar a la sociedad estadounidense y de atemorizar a los famosos de Los Ángeles -muchos de ellos huyeron tras el asesinato de Sharon Tate-, mancharon para siempre la impoluta portada del White Album de los Beatles: una imagen blanca, minimalista hasta el extremo, que marcaba claras diferencias con la psicotrópica composición que ilustraba la tapa de su anterior disco de estudio, el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band.

Esa distancia entre un envoltorio y otro, del White Album al Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, va más allá y aparece también en la música: el Album Blanco, para muchos, es el primer trabajo en solitario de los cuatro de Liverpool -y único doble del grupo-. O, en otra palabras, es el disco que marca el principio del fin en la banda británica pese a la publicación posterior de otros LP's: Abbey Road y Let It Be. El contexto de su grabación, marcado por el fallecimiento -un año antes- del productor Brian Epstein, los coqueteos de John Lennon con la heroína, la ambición de Paul McCartney por ocupar el lugar de Epstein, la aparición de Yoko Ono y las aspiraciones artísticas de cada uno generaron un ambiente conflictivo en el estudio que dan un barniz diferente a un disco distinto: no alcanza la brillantez de Rubber Soul, Revolver o Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, presenta rarezas como Revolution 9, sonidos estridentes, cursiladas como Ob-La-Di, Ob-La-Da y maravillas como While My Guitar Gently Sleeps, Blackbird, Yer Blues, Julia, Sexy Sadie o Helter Skelter.

Juntos, pero no revueltos, los Beatles también proyectan el fin de una era con el White Album.

Ringo Starr

El White Album arranca el tema Back in the USSR. Y en las bases rítmicas de esa canción, sorpresa, no aparece Ringo Starr. Paul McCartney, empeñado en ocupar el vacío que dejó la muerte de Brian Epstein, decidió que podía darle un aire más contemporáneo a la batería de los Beatles. Con el suelo bajo su butaca cortado a serruchazos, Ringo se fue con la música a otra parte. Implorado por sus compañeros, regresa, aporta su primera canción al repertorio de la formación -Don't Pass Me B (No me adelantes...)- y firma uno de los grandes momentos de la grabación: enfadado, tras la decimoctava grabación de Helter Skelter, lanzó las baquetas al aire y gritó "¡Me han salido llagas en las manos!" a modo de lamento. La queja se escucha al final del tema.

George Harrison

A la sombra, como compositor, siempre de Lennon y McCartney, Harrison deja cuatro joyas entre los 30 temas que componen el White Album: Savoy Truffle, Piggies, Long, Long, Long y While My Guitar Gently Sleeps -canción para la que invita a Eric Clapton y, así, evita que Macca meta mano en la grabación-. Ese material sirve como anticipo de todo lo bueno que estar por venir de su mano: Something, que aparece en Abbey Road, y su LP All Things Must Pass.

Paul McCartney

Ejerce como medio mánager, medio productor y medio compositor. Es, de todos los Beatles, el más implicado en el proyecto. Y, en ese frenesí, deja temazos como Helter Skelter, Blackbird o Mother Nature's Son. Por eso hasta se le puede perdonar Ob-La-Di, Ob-La-Da.

John Lennon

Canciones como Sexy Sadie, Yer Blues -un síndrome de abstinencia como un piano-, Julia o Happiness is a Warm Gun llevan su firma, pero sus mejores momentos con los Beatles son ya un asunto del pasado. Tras saltar del ácido a la heroína, después de dejar a Cynthia Powell y abrazar a Yoko Ono, Lennon se guarda sus mejores temas para su carrera en solitario.

Los testigos

George Martin, ingeniero de sonido habitual de la banda, se fue de vacaciones en medio de las sesiones incapaz de aguantar tanto mal rollo. Geoff Emerick, técnico de sonido, fue el primero en abandonar el barco tras una bronca entre Harrison y McCartney tras el enésimo registro de Ob-La-Di, Ob-La-Da. Y la presencia de Yoko Ono generó algún que otro problema. Su delito, comerse unas galletas de Harrison.