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Blanca Marsillach: "Me emociona que la gente joven recuerde quién era mi padre"

La actriz y productora presenta 'Entre versos y Marsillach' en la Casa de la Cultura Villa de Moya

La actriz Blanca Marsillach.

El proyecto teatral Entre versos y Marsillach conquista la Entre versos y MarsillachCasa de la Cultura Villa de Moya[en convenio con la Consejería de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda del Gobierno de Canarias], que han ensayado el texto durante una semana. La propuesta escénica se basa en una adaptación de la producción Una noche con los clásicos, representada por Adolfo Marsillach, Amparo Rivelles y María Jesús Valdés en 1997, y basada en un ciclo de lectura de los poetas más insignes del Siglo de Oro español, con el propósito de acercar la poética y la escena al colectivo de personas de la tercera edad.

¿Cómo se gesta este proyecto de naturaleza poético-social y que, además, rinde tributo a su padre, Adolfo Marsillach?

Entre versos y Marsillach es un proyecto que realiza mi productora Varela Producciones junto a la Obra Social la Caixa desde hace ocho años. En este tiempo ya hemos estado en 25 ciudades de España, con una única función por ciudad, y hoy lo representaremos en Gran Canaria por primera vez. El germen del proyecto surge por parte de la Obra Social la Caixa con el objetivo de incorporar a un conjunto de personas mayores a algún tipo de actividad artística que les pudiera ayudar a introducirse en el mundo del arte y que esa experiencia, a su vez, les enriqueciera como personas. Y esta búsqueda se unió al deseo de rendir homenaje a mi padre a través de la poesía, porque Entre versos y Marsillach es una adaptación de una de las últimas obras que él interpretó en las tablas. Por tanto, la idea también era hacer una representación en la que Adolfo Marsillach estuviera presente con nosotros en el escenario a través de las retroproyecciones de su imagen.

¿Cómo es la puesta en escena de Entre versos y Marsillach

Pues digamos que la representación se divide en dos mitades: en la primera parte, Begoña Mencía y yo realizamos una interpretación dramatizada del verso con la imagen proyectada de mi padre detrás de nosotras y, en la segunda parte, invitamos al resto de los participantes a unirse a nosotras y recitar los textos.

¿Cómo ha sido la acogida de las personas mayores que participan en la propuesta teatral?

La acogida ha sido muy positiva por lo que supone para ellos a nivel personal, porque el teatro les ayuda mucho en cuestiones como la memoria y la capacidad para recordar, la forma de relacionarse con los otros o de integrarse en el entorno. Por eso, en cada ciudad que visitamos embarcamos a una serie de personas mayores en centros de día a los que podemos ayudar o enriquecer con su incorporación al teatro, porque los retos que plantea la escena les ayuda a mejorar sus capacidades. Lo que ellos hacen es aprenderse el texto, ensayarlo durante una semana y representarlo con nosotras en escena, de modo que la actividad también les permite disfrutar de muchos textos fundamentales de la literatura española.

¿La poética del Siglo de Oro suele plantearles un reto o, por el contrario, logran conectar con el poder del verso?

Una parte del proyecto se basa también en el interés de que no se pierda el teatro clásico, incluso aunque evolucione y se haga de otra manera. En este sentido, las personas mayores sí que conectan con el verso y quizás me preocupa más que la gente joven, con la que también trabajamos, la conozca y no pierda lo que es la esencia del teatro, que también es una cosa bonita y es parte de nuestra historia.

¿Y con qué se queda usted de esta experiencia colectiva?

La experiencia es muy emocionante porque, evidentemente, ellos no son ni actores ni actrices profesionales. Por tanto, la materialización del proyecto es un proceso muy bonito, porque ves a las personas mayores en el escenario con un nivel de entrega sorprendente y, en muchos casos, además, interpretan muy bien. En este sentido, la verdad es que descubres a muchas personas que tuvieron y tienen una capacidad interpretativa muy buena y que, incluso, podrían haber sido grandes actores y actrices. Y luego es muy chulo ver cómo el teatro les ayuda desde el punto de vista humano. Creo que es muy hermoso ver que esas personas mayores tienen muchísimas capacidades para hacer muchas cosas y que nunca es tarde para sacarlas a la luz.

¿Cree que, por lo general, la sociedad desatiende al colectivo de las personas mayores, al menos, en España?

Creo que las personas mayores son una parte fundamental de la sociedad y este proyecto es una forma de recordar la importancia de contar con los mayores en la sociedad, de hacer que se sientan útiles y no olvidarnos de ellos.

¿El teatro social supone un reto mayor que el comercial?

En mi caso no lo es, porque ya forma parte de mi trayectoria artística. Ya hace 11 años que monté la Compañía de Teatro Blanca Marsillach y Varela Producciones, con mi socia Elise Varela, y llevamos haciendo teatro social desde entonces. Además de este proyecto de teatro para personas mayores con la Fundación La Caixa, también he trabajado con la Fundación Repsol en proyectos teatrales con personas con discapacidad, en los que hemos desarrollado una obra de teatro con una persona con síndrome de Down y una persona con discapacidad física. Luego, también hemos trabajado con otras fundaciones y hemos explorado otras temáticas, como el acoso escolar. Me siento muy a gusto con este tipo de proyectos y, sobre todo, muy agradecida, porque me está dando mucho como persona. En cada nueva experiencia ves a muchísimas personas que no te imaginabas en este mundo y estoy encantada. Luego, he trabajado en otras vertientes diferentes en el mundo del teatro, pero esta es en la que más me he centrado hasta ahora.

Por otra parte, su homenaje a su padre, Adolfo Marsillach, una de las figuras fundamentales del teatro español, ¿nace también con afán de mantener vivo su legado artístico?

Sin duda. En Madrid estrenamos hace unos años su obra de teatro Yo me bajo en la próxima ¿y usted?, que inauguró en 1982 con Concha Velasco y José Sacristán, y la verdad es que recordar sus obras y ver que la gente se sigue acordando de mi padre y de las cosas que hizo me emociona. Además, no solo las personas mayores, sino también la gente joven se acuerda de sus obras. Me emociona que se acuerden de quién era y de qué hacía, porque hay que agradecerle todo lo que hizo por el teatro español, así que me apetece mucho seguir difundiendo este legado para que no se pierda.

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