"La única regla que hay en la Escuela Luján Pérez es que no hay reglas ya que partimos de la completa libertad de los artistas, así ha sido desde los años 50 hasta ahora, y ese es el punto de partida de esta muestra". Son las palabras de Orlando Hernández, actual director de esta histórica fábrica de talentos canarios, a la hora de referirse a la exposición La Escuela del arte libre. Convivium, que se inaugura el próximo lunes, 10 de diciembre, a las 19.00 horas, en Centro Cultural Pepe Dámaso y donde estará expuesta hasta el 28 de este mes.

Un total de 18 obras de otros tantos artistas vivos de dicha escuela, y dentro de las actividades para celebrar su centenario y para finalizar el Circuito de Artes Plásticas de Gran Canaria, exhiben sus trabajos. Tres colectivas han circulado por casi todos los municipios de las islas con fondos de 70 artistas vivos procedentes de sus aulas. La primera, Construcción y mar, se centró en las obras de paisajes. La segunda, Sustrato aborigen, recordaba a los primeros pobladores de Canarias. Y esta última es una panorámica en la que se incluye todo tipo de temáticas que haya habido en la Escuela a partir de la segunda mitad del Siglo XX.

De este modo, hay desde el surrealismo de Julio Viera y Paco Juan Déniz, hasta el expresionismo de Juan Cabrera, pasando por el grabado de María Izaguirre o la fotografía de Manolo García Núñez. "En la muestra existe una parte surrealista, otra expresionista, y otra figurativa", señala Hernández. "Es el convivium de una escuela que no está marcada por unas directrices, un lugar donde los artistas pinta según los movimientos que van llegando, y donde la gente experimenta lo que se le antoje".

Por su parte, la historiadora del arte Laura Teresa García Morales señala que esta exposición muestra "el ideario de una Escuela que formenta la libertad creativa, la tolerancia sobre la forma de aprender, donde lo intuitivo y lo libre-temperamental ha sido siempre la esencia de su enseñanza". La experta recuerda las palabras de Juan Rodríguez Doreste en su libro Escuela de Artes Decorativas Luján Pérez en donde afirmaba que la Escuela "no era una academia ni un centro docente sino un laboratorio de arte donde se premia la espontaneidad". Para la comisaria llama la atención un tributo al maestro surrealista por Julio Viera titulado Salvador Dalí encajonado de ideas geniales donde imita al genio de Figueras través de una recreación de sus famosos cajones. Y destaca la presencia de Eliseo Méndez Nieto con la obra Homenaje a Magritte en una reinterpretación de su cuadro El hijo del hombre de 1964.

Según García Morales, autores como Francisco Lezcano o Paco Juan Déniz, apuestan por "un mundo de ensoñación, donde habitan seres fantásticos y ocurren situaciones imposibles". Y según ella resultan llamativos "los rechonchos personajes de cuatro dedos" de Octavio del Toro o "las atmósferas fragmentadas" de Adriana Nazca. Por otro lado, Maite Bermúdez o Juan Cabrera, ofrecen "una imagen casi pétrea del rostro humano, que parecen sugerir nuestra quebradiza consistencia", asegura.

Lo mismo sucede con Pedro Lezcano, "aunque éste se detiene especialmente en recrear las texturas de la carne, pone al descubierto de un modo que roza lo irreal, la vulnerabilidad de las personas ante la necesidad de recibir amor, y la delicada línea entre la desesperación y el cuerpo corrompido".