Música Orquesta Filarmónica

Formidable marimbista y un Bruckner de antología

G. García-Alcalde

Escribió Boulez que "todo Mahler está en el primer Mahler". Lo mismo me atrevo a decir de Bruckner, cuya Primera Sinfonía en do menor escuchamos admirablemente dirigida por el madrileño Guillermo García Calvo, generalmusikdirektor de Chemnitz, batuta habitual en los grandes fosos operísticos de Europa y, en mi estima, el mejor director wagneriano de España. Orquesta en estado de gracia, exacta como un mecanismo de relojería al requerimiento métrico y dinámico del maestro, e inspirada por el gesto que pide vuelo expresivo y subraya sin el menor exceso las bellezas de la materia orquestal bruckneriana, grandiosa y humilde, exclamativa o sensitiva en el vaivén de los grandes tensores del poder sonoro y el tierno melodismo de las pequeñas canciones alumbradas por los "tacet" de la masa.

Este Bruckner augural, titánico y frágil, tuvo a su servicio una extraordinaria familia de arcos, precisa y dúctil como en contadas ocasiones; una infalible línea de metales, con solos excelentes del trompista José Zarzo; y un viento-madera delicado y ágil en la movilidad de su lirismo. Al igual que Mahler, desarrolló Bruckner su mismidad con genio y oficio Pero la transparente pureza de los comienzos fue noblemente proyectada por el maestro y la orquesta.

Abrió programa el estreno mundial de la traslación a marimba del pianístico Concierto heróico de Joaquín Rodrigo. El original me parece oportunista y pueril en sus dos primeros allegros: inflados y retóricos los temas guerreros y más dignos los aires populares. El impresionante trabajo de transcripción del marimbista Conrado Moya mejora el original. Su ejecución, inspirada y atlética en el dominio frontal de todas las placas, es un espectáculo de rigor y precisión. Con el Largo cedieron los alardes a la delicada y sensible cantabilidad del intérprete para esa secuela del segundo movimiento del Concierto de Aranjuez que, al igual que el bis del solista, explora en pianísimos la esencia estructural de la marimba: la simultaneidad del "punto" (en el golpe sobre la placa) y la "línea" (la resonancia de armónicos en los tubos). Una actuación merecidamente ovacionada.

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