La actriz Lola Herrera (Valladolid, 1935) se reencuentra con el personaje mítico de Carmen Sotillo, protagonista única de la obra teatral Cinco horas con Mario al que ha regresado a lo largo de 35 años desde su estreno en 1979. La triple función que representa este fin de semana en el Teatro Cuyás, donde encarnó por última vez a este personaje en 2002, ha agotado todas las entradas, quizás porque, a su juicio, las cuestiones que plantea sobre el papel de la mujer en la sociedad "están más vigentes que nunca".

"Nunca pensé que volvería a recoger este texto", admitía la actriz esta mañana en un encuentro con los medios en el teatro capitalino. "Creo que Miguel Delibes hizo un dibujo maravilloso de esa sociedad, pero con una trascendencia en el tiempo. Y creo que todavía quedan muchas cosas que mostrar, sobre todo, en estos días, en que hemos visto que hay gente que quiere que volvamos a que haya mujeres como Carmen Sotillo y que vuelvan a quitarnos los derechos a las mujeres".

Por su parte, la actriz reconoce que "jamás pensé que podría producirme tal satisfacción reencontrarme con Carmen Sotillo". "En 2005 decidí no hacer más esta obra, porque ya la había hecho tanto que pensé que ya podría hacer otras cosas, así que me despedí de ella con pena, pero con firmeza. Pero 14 años después, con motivo del 50º aniversario de esta novela, se quiso hacer algo y entonces, no sé explicar cómo pasó que, cuando quise darme cuenta, estaba ensayando, una vez más, Cinco horas con Mario".

"Y siempre que he recogido a este personaje he descubierto cosas nuevas. Pero ahora, en la distancia tan amplia que ha habido entre las dos, la mirada es una mirada mucho más rica, porque salen muchas cosas que no habían salido o que habían salido de otra manera en el trabajo que emprendimos Josefina Molina y yo en su momento", manifestó la actriz. "Entonces, estoy disfrutando como no se pueden imaginar con este personaje, porque me paseo con ella y descubro muchos mundos de ella misma, de mí y de la mujer".

El montaje Cinco horas con Mario, dirigido por Josefina Molina y producido por José Sámano, quienes firmaron junto a Miguel Delibes la adaptación de la novela homónima que publicó el autor en 1966 y que se estrenó en las tablas con Lola Herrera en 1979, se basa en un monólogo-diálogo con un único personaje, Carmen Sotillo, que vela el cuerpo de su marido. En el transcurso de cinco horas ficticias, condensadas en una hora y media de función, la protagonista revela los vacíos que jalonan su trayectoria vital, cimentadas en los valores, creencias y prácticas inscritas en la sociedad patriarcal de la España negra en el medio siglo. Por tanto, la propuesta dibuja un tapiz de la incomunicación de muchísimas parejas españolas en los años 60 y explora cuestiones como la culpa, la soledad, la frustración o el sentido de la vida misma.