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Entrevista | Samuel Diz

"La conexión entre Galdós y Lorca es una partitura de Falla"

"Galdós defendió la búsqueda de una ópera nacional, de un estilo propiamente nacional musical" destacó el guitarrista

El guitarrista Samuel Diz. LA PROVINCIA/DLP

Galdós y Lorca eran dos genios universales de la literatura española y ambos apasionados por la música. ¿Cómo expresa este nexo en su concierto?

Todos mis conciertos tienen un diálogo directo con la literatura, especialmente con la época de la Generación del 27 cuando trabajo rescatando ese material original del momento. El puente de conexión entre Benito y Federico sería una partitura escrita por Manuel de Falla en homenaje a Claude Debussy en el año de fallecimiento de Galdós, en 1920, la cual transforma el lenguaje musical de la época.

¿Qué pudo conocer Galdós de la Generación del 27 presente en su programa?

En ese momento Galdós defiende la búsqueda de una ópera nacional, de un estilo propiamente nacional musical que quizás no llegó a conocer. En sus últimos años de vida es cuando Falla empieza a escribir sus primeras obras más importantes, pero Benito no puede llegar a conocer las más emblemáticas donde se llega al culmen u objetivo que defiende en sus textos. Por eso decía anteriormente que esa partitura en el año de fallecimiento del escritor canario es un puente entre su vida e intenciones y lo que a posteriori la música responde a través de ese lenguaje propio.

En 1920 muere Galdós, Lorca gesta su revolución poética en la Residencia de Estudiantes y Falla es ya el emblema de la llamada Generación de Maestros. ¿Qué cree que les une o separa?

Les separa el tiempo, obviamente y les une la búsqueda de una estilización desde lo popular. Pienso que los tres buscan en lo cotidiano la base de su creación artística estilizada en la que se llega a lo máximo en la Generación del 27 con las vanguardias, con la pintura, la literatura o la música.

En su concierto aparecen unas Seguidillas de la noche de San Juan del canario (nacido en Barcelona) Gustavo Durán, íntimo amigo del pintor modernista Néstor de la Torre. ¿Es la primera vez que esa pieza será interpretada en público?

Gustavo Durán no era canario. Viajaba a Gran Canaria por esa relación de amistad amorosa con Néstor, especialmente para pasar los veranos en que se convertía en modelo físico del pintor en sus Poemas del Atlántico. Gustavo era muy joven, de unos 20 años. En una de esas visitas estivales escribió esta partitura para piano y voz. Se sentó al piano y con Josefina de la Torre como cantante la interpretaron en la Isla en 1926. A finales de año se publicó la partitura en la revista Litoral que se imprimía en Málaga y que fue la más vinculada a la parte poética de la Generación del 27. Incluía también grabados, ilustraciones y alguna obra como estas Seguidillas que yo ahora he arreglado para guitarra para compartirla con el público y recordar esa conexión con Pérez Galdós, pero también con Josefina de la Torre. Me resulta algo especial poder tocarla.

Sobre Rosa García Ascot acaba de aparecer un magnífico libro y un CD del pianista canario Ignacio Clemente, presentados el pasado diciembre en la Residencia de Estudiantes. ¿Conoce estas publicaciones?

Sí, conozco perfectamente a Ignacio y su trabajo. Dialogamos de forma continua y ambos tenemos las mismas inquietudes, por lo que compartimos impresiones. La recuperación de la biografía de García Ascot es un trabajo fantástico donde ha dejado su piel. Tengo muchas ganas de aprovechar el viaje también para reencontrarme con él porque hace algo de tiempo que no lo veo en persona.

Como intérprete y estudioso, ¿cree usted que aquella Generación renovó realmente la música española o fue una simple reacción neoclásica contra el Romanticismo?

Por supuesto partió de una reacción como toda renovación, pero no podemos aventurarnos a decir hasta donde llegó ya que tenemos que tener en cuenta que fue una generación creadora en todos los ámbitos, tanto literario como pictórico, musical o cinematográfico, que se vio truncada por una guerra civil donde se produjo, en muchos casos, el exilio de todas estas personas que aún así continuaron con su labor creadora, pero no ya como generación sino en una dispersión territorial por Argentina, México, Francia o Inglaterra. Esa renovación durante la II República fue clara en el lenguaje, pero no podremos saber nunca hasta qué punto podría haberse consolidado realmente como una renovación.

En cuanto a la guitarra en concierto, ¿conserva esta la fama que alcanzó con los Segovia, Sainz de la Maza, Yepes y otros grandes pioneros?

Absolutamente no, por diferentes razones. En las últimas décadas la guitarra se ha diversificado en diferentes líneas, ya no sólo en dos caras, que antes no estaban muy diferenciadas y ahora sí, la flamenca y la clásica, sino que se ha desarrollado y es emblema de otros estilos como el jazz o el rock. Continúa siendo ese instrumento que desde lo popular representa a muchos estilos musicales de alta calidad y en esa diversificación la clásica quizá no vive su mejor momento de salud, también por esa distancia que se ha tomado con el público y por haber bebido de nombres tan importantes como Andrés Segovia o Regino Sainz de la Maza. En ese sentido, lo que humildemente intento es acercar la guitarra clásica, su patrimonio y su repertorio a diferentes públicos. No encuentro para ello mejor forma que llevarla a otros escenarios y por eso toco mucho en festivales de literatura, de teatro o de otros ámbitos artísticos y en museos, ya sean pictóricos o casas literarias.

A día de hoy, ¿tiene la guitarra un repertorio propio, no transcrito, suficiente para sostener su interés en todo el mundo?

Sí, el repertorio original de la guitarra es inmenso. En cualquier país existen grandes compositores para ella. Hay que pensar que es relativamente moderna, del siglo XIX. Se puede beber del repertorio de la guitarra romántica o de la vihuela del Siglo de Oro, que despertó la atención en la Generación del 27 ya que buscaban la inspiración en dicha época. A nivel musical la vihuela y su repertorio crearon el interés y transformaron a la guitarra como uno de los instrumentos de la vanguardia de la Generación del 27 siendo el primer momento en la música española en que prácticamente todos los compositores y compositoras escriben para ella. Me refiero a personas que no son sus intérpretes sino que componen para piano como García Ascot, Falla o Adolfo Salazar. Me parece un hecho cualitativo y cuantitativo importante.

El repertorio que simboliza, por ejemplo, un Paco de Lucía, ¿ha ganado terreno a la guitarra clásica?

Creo que se trata de diferentes lenguajes, pero que se retroalimentan y se admiran mutuamente. Lo que ha hecho Paco de Lucía es un trabajo fascinante e irrepetible en su momento. Lo que más admiro del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo es la propia versión de de Lucía.

¿Quiénes son ahora los principales luthiers del instrumento?

Hay diferentes escuelas y líneas. En España se conserva la concepción española de la guitarra y en mi casa toco con una de una sala de Manuel Contreras, madrileña. Hay todo un grupo de creadores, de guitarreros en Andalucía, especialmente en Granada, así como nuevas técnicas que están apareciendo desde Australia y siendo desarrolladas en Estados Unidos, que tratan de la introducción del carbono en diálogo con la madera.

¿Cómo proyecta su carrera internacional?

Intentando llevar todo el repertorio de la música española a través de los diferentes lugares por los que tengo la fortuna de actuar, acercándolo tanto a festivales artísticos como a ámbitos más especializados universitarios y académicos. Me gusta sentir la admiración de los diferentes públicos.

¿Es su primera visita a las Islas Canarias?

Profesionalmente sí. Será mi primer concierto aquí por lo que me despierta mucha ilusión.

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