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El territorio más allá de la élite

Con su quinto disco, el grupo angelino Film School continúa en su brillante carrera de espaldas a la industria y la admiración de la crítica especializada

Film School en directo. LP / DLP

Coldplay, Interpol, Muse, Editors, The Kills, Block Party, Doves... Todos ellos llevan disputándose el honor de ser considerada la banda de pop más importante en lo que llevamos del siglo XXI, sin que, en todos estos años, ninguna de ellas lograr destacar claramente por encima de las otras. Sin embargo, si hay un grupo que debería tener ese honor es, sin ninguna duda, la formación norteamericana Film School, mucho menos mediática que todas ellas, pero respetada como pocas por la crítica especializada.

La banda de Los Angeles se ha mantenido, desde sus inicios en el año 2000, con un EP que ya presagiaba un tránsito brillante por el pop épico anglosajón, hasta ahora, como los mejores artesanos de ese sonido entre lánguido y de batalla, creado al amparo de guitarras preciosistas y con un tratamiento siempre exquisito de las melodías, que se empezó a gestar en el Manchester y Liverpool de los ochenta con grupos irrepetibles como Echo and The Bunnymen, The Sound, Teardrop Explodes o The Chameleons.

Pero es que, probablemente, ese status de secundarios en el que siempre han estado relegados ha sido lo que les ha posibilitado evitar caer en las garras del conformismo como ha sucedido en casi todas las bandas antes citadas, publicando trabajos totalmente de espaldas a la industria, pero en los que la amplitud de objetivos destaca por encima de todo. Así ocurre en este quinto trabajo que, junto a tres Eps imprescindibles, publicados de forma muy irregular durante estos últimos veinte años, conforman toda su discografía.

En este caso podemos encontrar tres tipos de composiciones que se corresponden con otros tantos. campos estilísticos Por un lado, el ejemplo de su capacidad para crear hermosas piezas de pop perfectas al amparo de la tradición ortodoxa de las guitarras independientes como Bye bye bird, The celebration o Go low que desprende una atmósfera que recuerda a los primeros Simple Minds.

Otros temas, como Crushin, forman parte de la faceta más asequible de la banda angelina, que luego se repite en Don't send my love o In two que enlazan con clásicos del pop como The Church o Death Cab For Cutie. Y un tercer grupo, que sería el más interesante de todos, en donde la banda se introduce de lleno por los márgenes del dreampop como en Two in sun o Waking up con temas muy atmosféricos que definen las inmensas posibilidades instrumentales del cuarteto. Otra joya medio oculta.

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