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Entrevista con Ramón González, escritor

El horror de la sala Bataclán, descrito en primera persona

Ramón González, superviviente del atentado de 2015 en la sala parisina, publica 'Paz, Amor y Death Metal', la novela en la que relata su experiencia

Los atentados de París conmocionaron a toda Europa. REUTERS

El 13 de noviembre de 2015, tres terroristas islámicos irrumpieron en la sala Bataclán de París, donde se celebraba un concierto de la banda de rock 'Eagles of Death Metal'. Asesinaron a cerca de 80 personas en un asalto que duró más de dos horas. Uno de los españoles que sobrevivieron a la matanza, Ramón González (Ciudad Real, 1984), ha novelado en su ópera prima ('Paz, Amor y Death Metal', editorial Tusquets) su experiencia aquella noche y una recuperación que le ha llevado a cambiar su orden de prioridades: abandonó su trabajo como programador informático y se dedica a la enseñanza de castellano en la capital francesa. "Uno cambia, pero sigue siendo el mismo", dice este joven de voz amable y discurso profundo al que la literatura le ayudó como "terapia y catarsis" a combatir un episodio que, como señala, le ha dirigido a "aprovechar más la vida".

González, acompañado de su novia y dos amigos, relata como se produjo todo. "Llevábamos 40 minutos de concierto cuando entraron los terroristas. Al principio no entendemos lo que está ocurriendo. La música deja de sonar y se escuchan sonidos de tableteo que confundimos con petardos". Ese tableteo al que hace referencia es la descarga de la munición en los rifles Kalashnikov que portan los yihadistas. "La confusión acaba cuando veo a los tres terroristas. Todo toma sentido en mi cabeza y me doy cuenta de que estamos ante un ataque", recuerda.

La experiencia le hizo cambiar su orden de prioridades: abandonó su trabajo como programador informático y ahora se dedica a dar clases de español en París, además de seguir escribiendo

A partir de ahí, el caos y el pánico dominan la lucha por conservar la vida. Empujado por una multitud, González cae al suelo. No obstante, el "instinto" dirige con éxito sus movimientos. "Piensas en salvarte como sea". A partir de ahí, empieza a correr y accede por una escalera hasta esconderse, junto con otras personas, en un camerino en el que coincide de nuevo con su novia, aunque a sus amigos los pierde de vista. Comienzan los momentos más difíciles de la noche. "Te ves allí, no sabes si los terroristas te van encontrar. Además, por mi naturaleza, yo siempre pienso en que va a pasar lo peor. Es entonces cuando empiezas a pensar mucho en tu pasado, en los errores que has podido cometer. Yo pensaba en el hecho de que podía haber escrito mucho más". Se hace a sí mismo la promesa de dedicarle más tiempo a la literatura si logra salir con vida. También le invade "cierta sensación de culpabilidad porque fui yo quien propuso ir al concierto". Horas después, cuando los terroristas se quitan la vida, la policía gala pone fin al asalto. Termina una pesadilla y da inicio un incierto proceso para "aprender" a convivir con unos hechos que le causan unos "altibajos emocionales muy fuertes".

El escritor Ramón González.

"Nadie me dijo como me iba a sentir. Tenía miedo extremo a salir a la calle, estaba muy irascible... Pensaba que en una semana o dos estaría recuperado. Todo te resulta muy extraño y te preguntas qué te está pasando. Al principio estaba frustrado, pero luego acepté que iba a necesitar tiempo. La clave es el paso del tiempo", dice González, que se ocupó también de atender a su entorno familiar. "Para mis padres fue como si lo hubieran vivido ellos". Otros no tuvieron la misma sensibilidad. El escritor rememora el caso de un joven que se hizo pasar por víctima y apareció ante los medios contando su falsa historia hasta que las exageraciones en su relato le hicieron delatarse.

Como es lógico, el atentado marca un antes y un después en su vida. "Te tomas más en serio lo que quieres hacer, eres más veraz con tus sentimientos. Dejé mi trabajo, que no me gustaba, y empecé a escribir en serio". González, devoto de Albert Camus, ha escrito su novela sin separarse de su ejemplar de 'El extranjero', una de las obras cumbre del narrador y pensador franco-argelino. Ahora compagina la creación con la enseñanza de español en un instituto de educación secundaria a las afueras de París.

"Nadie me dijo como me iba a sentir. Tenía miedo extremo a salir a la calle, estaba muy irascible... Al principio estaba frustrado, pero luego acepté que iba a necesitar tiempo"

"La literatura me ayudó de varias maneras. Cuando pones las cosas por escrito te las sacas de encima. Me dio concentración. Cuando iba a dormir, pensaba en el atentado. Después de empecer a escribir, pienso en como escribir sobre el atentado. Eso te ayuda a poner distancia. Después de tanto revisar y corregir, pareces que estás en una ficción y que algo tan traumático no te ha sucedido", subraya. De cualquier manera, asegura que, como consecuencia de aquella noche, pervive en él "cierto rechazo" a los conciertos de rock que intenta superar. No ha vuelto a la sala Bataclán, aunque sí a sus exteriores.

Ramón González se encuentra trabajando ya en su segunda novela, en la que explorará la convivencia en París. "Es una ciudad donde conviven tres religiones, pero hay muchos problemas sociales y de integración. Creo que es una ciudad en la que la gente se siente muy sola y un ejemplo de lo perdidos que estamos todos", concluye.

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