El 35º Festival de Música de Canarias, que se clausuró ayer en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, ha logrado un aumento de "en torno a un 5% de espectadores" con respecto a la edición anterior. Así lo aseguró ayer su director, Jorge Perdigón, tras la actuación del proyecto de Jordi Savall, Hespèrion XXI, que ponía fin a la programación de este año en el escenario de la Avenida de Las Canteras, por lo que asegura que la afluencia de público "ha sido un tanto mayor que la de 2018".
Sin embargo, Perdigón puntualizó que se trata de cifras "meramente aproximadas" a la espera de que la organización haga un estudio con profundidad y lo presente oficialmente sobre un evento que se inició el pasado 10 de enero en el Auditorio Adán Martín de Tenerife. "Hemos recuperado un público que se ha vuelto a ilusionar con esta nueva programación, además de que se ha incrementado el número de abonados', añadió. Para el responsable del Festival ha sido muy importante que, tanto los medios como los aficionados, "hayan sabido valorar el programa, con conciertos muy brillantes como lo han atestiguado los expertos". De este modo, "ha sido muy importante poder captar la satisfacción del público con las propuestas que hemos presentado y por eso las sensaciones han sido muy positivas", señaló.
En su opinión, los momentos más importantes fueron las actuaciones de la Filarmonica de San Petersburgo dirigido por Temirkanov, con el pianista George Li como solista, y la Filarmónica Estatal de Hamburgo, dirigida por Kent Nagano y con la presencia de la violinista Veronika Eberle, aunque "preveíamos que fuera así". Pero el director del festival también destaca las presencias de otras propuestas que el público desconocía "como la Filarmónica de Cámara de Bremen o la propia Ariadna auf Naxus, que fue vista por parte del público como un enorme acierto". Otra incorporación importante que el público vio como positiva fue "la vuelta a la música de cámara con Marta Argerich y el Cuarteto de Cuerda Quiroga, que fue extraordinario, además del concierto de Maria Joao a comienzos de la programación, y en el contexto de su gira de despedida", añadió.
Perdigón subraya que "el público reaccionó como esperábamos, y propuestas que no parecían atractivas, después fueron acogidas incluso con sorpresa". Y en este caso el director destaca la presencia de la Orquesta Filarmónica de Bremen, "una formación desconocida que está a primer nivel mundial" y que ofreció uno de los momentos culminantes del evento con obras de Mozart y Beethoven con la dirección de David Afkham. "Pero yo creo que, a nivel general", añadió, "ha sido muy variado", con momentos importantes por parte de las dos formaciones canarias. Por un lado la Filarmónica de Tenerife con la versión en concierto de la ópera de Richard Strauss. Y por el otro, con Filarmónica de Gran Canaria y la producción del festival del Requiem de Verdi.
Perdigón aclaró que "el festival tiene que ir a propuestas seguras para un público que espera cierto repertorio o formación. Pero la dirección debe ampliar un poco esas miras, ver lo que tenemos fuera, e incorporarlos a una programación con naturalidad".
Sobre al concierto de anoche, el espectáculo Las Rutas de la Esclavitud, 1444-1888, de Jordi Savall con la Orquesta Hespèrion XXI, el director recordó que el montaje habla de "ese trasvase artístico musical que viene de la Península Ibérica y llega a Lationoamérica en el siglo XV y que, después, se mezcla con la música indígena y con lo que hacen los esclavos que venían de ´África".
Es, por tanto, "una propuesta muy diferente, en el que escuchamos música antigua, obras de los siglos XV, XVI y XVII y cómo a través de los propios indígenas influimos a los esclavos negros y de la zona norte de África".
