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Crítica | Clausura del 35o Festival de Música de Canarias

El testimonio humanista de Jordi Savall, con músicos de 15 nacionalidades

Savall ha llegado al fondo de esta música con la misma autoridad que le hace especialista máximo de la música antigua europea

Ballaké Sissoko toca una kora, representativo instrumento africano en el orgánico del concierto. foto cortesía de fernando redondo

La generación de belleza en respuesta al crimen contra la Humanidad que ha sido y sigue siendo la esclavitud: éste es el contenido del poderoso concierto-espectáculo que ha cerrado el 35º Festival. Bajo diversas formas, la aberración arranca de las primeras concreciones políticas de la Antigüedad y sigue hoy vigente en la explotación laboral extrema y la trata de personas. El gran humanista, musicólogo, director e intérprete Jordi Savall ha puesto el foco en cuatro siglos y medio de rutas esclavistas desde Africa hasta América, pasando por Portugal y España. Cantores y danzantes de quince nacionalidades y cuatro continentes integran el grupo de 32 extraordinarios músicos junto a virtuosos tañedores de cordófonos, aerófonos y percusiones, clásicos y étnicos. Todos emiten el color y el acento de lo auténtico.

Savall ha llegado al fondo de esta música con la misma autoridad que le hace especialista máximo de la música antigua europea. Sentado con su viola da gamba (que toca de manera impresionante en uno de los 18 números de la obra) logra del conjunto el respeto, la precisión y el carácter de sus famosos colectivos: la Capella reial de Catalunya en lo vocal, y Hespèrion XXI en lo instrumental. Con ellos, el Tembembe ensamble continuo de Mexico y Colombia, y músicos de Mali, Madagascar, Marruecos, Argentina, Venezuela, Brasil y Canadá, catalizan la atención, complacen y conmueven al público en el repleto Auditorio Alfredo Kraus. Lo más celebrado ha sido una formidable cantante de gospel, pero las ovaciones finales, para todos, no cesaron hasta conseguir el bis de un preciosa guaracha mexicana.

Un narrador lee fragmentos de escritores, filósofos y políticos que, desde 1444 a 1888, se ocuparon de la esclavitud desde la justificación de la atrocidad hasta la abolición, e incluso hasta el presente, porque el racismo sigue rampante en el ser profundo de numerosas sociedades y en el sangrante rechazo de la inmigración. Los resortes psíquicos que han expresado el sufrimiento en cálido ritmo para la alegría, o para el trascendido lamento, describen uno de los milagros más hermosos de la Historia de la Música, porque ilustra la invencible potencia del espíritu.

Magnífica visualidad, cuidada microfonización que respeta y proyecta la verdad del sonido y documentado programa de mano. Ha sido un bellísimo cierre del Festival canario. Uno de esos conciertos que trascienden la música y se agradecen largo tiempo.

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