Inma Chacón (Zafra, Badajoz, 1954) es la hermana gemela de la escritora Dulce Chacón. La también escritora mantuvo el martes un encuentro con el público previo a la representación de La voz dormida, novela de su hermana, cuya adaptación teatral llega hoy miércoles, a las 20.30 horas en el teatro Guiniguada. En esta entrevista, habla de la conveniencia de acercarse a este montaje porque, en su opinión, "la Guerra Civil no se ha terminado para los perdedores".

La adaptación teatral de La voz dormida, novela de su hermana Dulce Chacón, de 2002, se representa este miércoles 13 de febrero en el Teatro Guiniguada tras su paso por Tenerife el fin de semana. ¿Es necesario y conveniente reparar en estos días en el mensaje que encierra la obra?

Es importantísimo porque todavía es necesario poner el dedo en la llaga que no se ha terminado de cerrar, que es lo que está haciendo La voz dormida. No se hablado de ello suficiente, se ha hablado muchísimo del holocausto nazi, de la conquista del Oeste, de todo se ha hecho literatura, teatro y cine, pero de la posguerra española, ¿cuántas novelas y obras de teatro se han hecho? Todavía no es un género, y sin embargo los otros si lo son. ¿Por qué? Pues porque en los dos casos en los que hablo ha habido una reflexión, una reparación hacia los vencidos. Esto no ha ocurrido en España con respecto a los vencidos. Siempre es justificar que se hizo en los dos bandos, que hubo muertos en la cuneta y en el otro bando, pero la Guerra Civil para los vencedores se terminó en el 1939, para los perdedores no se ha terminado todavía; todavía hay muertos en las cunetas, con lo cual creo que es muy necesaria esta obra, que lo que hace es recordarnos que todavía hay vencedores y vencidos. España debería ser una sola, haber pasado página, cerrado heridas.

Desde algunos frentes sociales y políticos se cuestiona la memoria histórica, el pasado domingo, y la derecha que representa el PP, Ciudadanos y Vox movilizó a su gente y salió a la calle. ¿Qué opinión le merece?

La verdad es que me alegrado muchísimo de la convocatoria fuera un fiasco. Afortunadamente nuestro país no está en esa dinámica del enfrentamiento continuo, de la rencilla, y lo ha demostrado el domingo. Ojalá que seamos listos y que este conato de resurgimiento de la ultraderecha quede solo en eso, que sea un espejismo.

La adaptación teatral se estructura como un monólogo, cuando la novela y la lectura que hizo Benito Zambrano en el cine, en 2011, se apoyaban en un relato coral de muchas voces.

Cuando me enteré que iba a ser un monólogo me quedé muy sorprendida. Era muy difícil porque es una novela coral en la que Dulce, lo que hizo, fue sintetizar la voz de muchas mujeres con las que ella habló, y las retrató en unos cuantos personajes que están en la voz dormida. Cayetana Cabezas [responsable de la adaptación teatral] lo que ha hecho es agrupar a todos los personajes que Dulce ya había sintetizado, en una sola voz que es la de Pepita Patiño, que en la realidad está inspirada en una persona que se llamaba así y vivía en Córdoba, y en la que Dulce se inspiró. Ha sido una sorpresa muy grata, porque el espíritu de la novela permanece en el teatro.

La lectura teatral de la obra no se posiciona en términos ideológicos, que si ocurría con los personajes del libro y de la película.

Dulce se sube cada tarde al escenario con Laura Toledo. La voz de Dulce más reflexiva e intuitiva, muy combativa, y la voz de Laura Toledo, y en la voz de Cayetana Cabezas, que son dos mujeres jóvenes, han encontrado en La voz dormida una manera de desafiar a todas las guerras y a todas las formas de injusticia. Las guerras que se siguen librando, las físicas y las personales, las interiores, la propia guerra de la mujer por liberarse de los yugos que todavía subsisten. Creo que en la obra se deja ese posicionamiento ideológico en manos del espectador. En la obra de Dulce está muy claro el lado por el que se decanta, pero deja espacios para todos los lados. Igual que en el teatro, donde no hay lindes y cualquiera puede entrar. En la película la postura está cerrada, como lo decidió Benito Zambrano, y me parece muy lícito, y es la novela, con otra mirada.

Dulce Chacón tenía una fuerte convicción de izquierdas y se significó en la lucha de los derechos civiles de la mujer. Usted estuvo a su lado y fue testigo de excepción de su quehacer como escritora, y en concreto de los cuatro años que le llevó construir La voz dormida, su último libro. ¿Cómo fue este proceso?

Con mi hermana Dulce he compartido todo porque, como decíamos, somos gemelas ejercientes. He participado en todo lo que ha escrito Dulce desde el inicio y era su primera lectora, correctora, y me hacía mucho caso. He vivido todo el proceso de gestación de La voz dormida. Me acuerdo de mi hermana llorando cuando transcribía las cintas magnetofónicas en su máquina de escribir. Hubo mucho que no podía contar porque hay cosas que si las ficcionas no parecen verosímiles, muchas veces la verdad no se puede ficcionar.

El montaje obtuvo cuatro candidaturas a los Max; Laura Toledo está nominada a los premios de la Unión de Actores; y la película de Zambrano logró tres Goya y una Concha de Plata. ¿Todo ello ha activado el interés por la novela?

El libro de Dulce ha estado muy vivo, sigue vivo, es un libro que se prescribe en muchos institutos, está en todas las librerías, pero si que es verdad que hay personas que vienen a la obra de teatro y no han leído la novela, y salen del teatro queriendo leerla. Creo que se alimenta uno del otro. La novela es otra cosa, es un territorio muy amplio en el que tienen cabida muchas historias que se salen del escenario de cualquier teatro.

¿Qué recorrido escénico le queda a la obra por delante?

Mucho, porque ahora vuelve a Madrid, al Bellas Artes, después irá a Sevilla, creo que la obra tiene recorrido largo. Laura Toledo es maravillosa, y es capaz de transmitir todos esos estados emocionales, la alegría, la pasión, el amor, las dudas, el rencor, es espectacular. Y la adaptación es inteligente. Cada vez que veo la obra es diferente, porque eso es lo bonito del teatro, y me fijo en cosas distintas. Las primeras funciones fueron solo la emoción y el llanto. Para mí es como escuchar a Dulce hablando desde allá arriba, su personaje de Pepita. Date cuenta que Pepita se dirige a su hermana, y cuando dice “hermana...” Igual me pasó con la novela.

Usted es escritora. ¿Cuánto ha condicionado el oficio el ser la hermana de Dulce?

Nada, toda mi vida será mi hermana y nunca ha sido un conflicto que me comparen con mi hermana. Vivo en la comparación permanente, ha sido siempre, entre las dos, una relación muy generosa y compartida, porque lo hemos compartido todo. Y a estos encuentros al teatro vengo como la hermana de Dulce Chacón.