La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista | Concha Velasco

"No voy a subir a un escenario a dar pena porque yo soy un privilegio de señora"

"Los mayores van a la función de 'El funeral' porque la hace Concha Velasco y no saben si estoy muerta", afirma la actriz

"No voy a subir a un escenario a dar pena porque yo soy un privilegio de señora"

¿A sus 79 años lleva un año vendiendo El funeral por toda España. ¿Habrá que tomárselo como una broma de función?

Esta función es muy divertida, y vamos a celebrar en el Teatro Cuyás, nada más llegar, como estamos del 15 al 17 de marzo, que el día 17 se cumple un año desde que estrenamos El funeral en Valladolid. Me encanta ir a Las Palmas, me encanta en Cuyás, donde he hecho cosas estupendas. ¡Qué maravilla, qué recuerdos! Y la función es una coña, y no es que lo hayamos inventado. Manuel M. Velasco [su hijo], autor del texto y director de la obra, se ha basado en muchas cosas que se han dicho sobre muertos y funerales. Cuando le dije que escribiera este texto le hablé de Wenceslao Fernández Flórez, autor olvidado y que fue reivindicado por Fernando Fernán Gómez y José Luis Saénz de Heredia, que hizo una película estupenda, El destino se disculpa (1945). Wenceslao Fernández Flórez es el más que me gusta, y sobre todo libros como Fantasmas. Manuel está más en otra línea, es más joven, y en esta función los jóvenes entienden más lo que pasa, y los mayores van, primero porque lo hace Concha Velasco y no saben si estoy muerta [risas], y la función gusta muchísimo.

¿Cuánto de Lucrecia Conti hay en Concha Velasco, y cuánto de Concha en Lucrecia?

Algún día diré en que me baso yo para el personaje de Lucrecia Conti. El nombre de Lucrecia lo usaba en mis comienzos, y Conti es una actriz amiga mía que no se enfada porque use su nombre. Pero el personaje de esta señora, que es muy rica, no rica a través de su interpretación sino por negocios extraprofesionales, y yo me baso en otra señora que yo conocí que ya no está con nosotros. El caso es que tengo un reparto maravilloso. Sabes que esta obra la estrenó Antonio Resines, le gustó tanto la obra que estrenó la función con un dolor espantoso en una pierna, y lo tuvo que dejar por una operación. Luego hubo otro compañero que no quiero nombrar y que me produjo un dolor muy grande, y estuvimos a punto de dejar la función, pero me pedí a Jordi Rebellón, al que admiro enormemente y no sabes como está Jordi en la obra, está maravilloso, y porque no es fácil trabajar conmigo.

¿Por qué lo dice?

Porque yo soy una actriz que domina la escena, y en cada estreno me tiemblan las piernas. Una vez que pasa el estreno, que siempre lo llevo mal, ya es otra cosa. Fíjate que ahora [por el viernes] estoy en Sevilla donde estrené Reina Juana. En el estreno, en el que recibí la mayor ovación del público que recuerdo, más allás de todos los premios habidos y por haber, yo no me sabía la función porque nunca la había ensayado entera. Entonces tenía un apuntador a un lado y a otro, y como no quería que el público se diera cuenta, me inventé el texto. Ernesto Caballero y Gerardo Vera no daban crédito. Lo que quiero decir es que tengo una sabiduría de escena y no es fácil trabajar conmigo, porque yo no me paro nunca.

¿Cómo ha sido el trabajo con su hijo Manuel?

Durante el tiempo que estaba con Reina Juana él hacía mucho microteatro, y con mi hijo trabajo en todo, desde que le regaló mi madre una cámara, y que lo cuento siempre: el día que le dieron la paga como maestra republicana le regaló a Manuel una cámara de cine. Empezó a rodar películas desde entonces y siempre trabajo con él en lo que sea, ayudante, script, lo que sea. Y entre esas obras de microteatro, que hizo muchas y bien hechas, estaba ésta en la que las nietas escuchaban una voz en off, la voz de la abuela, y le dije que hiciera una función de esto. Me contestó: "¡Ay, madre, no me hagas escribir esto! Si no la vas a estrenar que estás con Reina Juana mucho tiempo". Y le dije que así me distraigo. Se lo mandé a Jesús Cimarro, y me dijo que la haríamos cuando acabase con las funciones de Reina Juana.

Un cambio de registro de este tipo es también una gimnasia escénica que le permite, además de distraerse, activarse en nuevos frentes.

Claro, quería hacer algo divertido porque Reina Juana supuso para mí premios, honores, reconocimientos, y Cimarro le advirtío a Manuel que iban a decir que su madre estaba maravillosa pero que iban a ir a por él, por el hijo, porque en España no se perdonan estas cosas. Pero siempre decimos que esto no es Hamlet, no es Shakespeare ni se pretende. Yo me adelanto porque hay que vender la obra como lo que es: pura diversión y muy bien hecha. Y hablo como lo que es, una función muy bien escrita y dirigida, con cinco actores y cinco técnicos, no es barata, no es un monólogo, y que no piensen otras cosas.

En la obra afloran referencias a grandes clásicos del cine en boca de la protagonista. Por ejemplo, Sunset Boulevard (1950), de Billy Wilder, con Gloria Swanson, el papel imposible que nunca llegó. ¿Cuánto de autobiográfico reside en El Funeral?

Yo siempre he querido hacer Sunset Boulevard y no había manera. Si hubiera vivido Paco Marsó, que fuimos productores, y que siempre separo la relación profesional y personal, que ya sabeís todos que como marido no nos llevábamos bien, terminamos divorciándonos, etc... Pero como productores, él y yo hacíamos cosas maravillosas. Pasé de Marsó a Jesús Cimarro, que no solo es el productor de teatro más importante hoy en día, sino que vive por y para el teatro. El dinero que gana en el teatro no se lo lleva a Suiza o a una caja en no se donde, sino que lo destina a producciones. El contrato que tengo firmado ahora está hecho por Cimarro hace 16 años. Es un productor de los que a mi me gustan, no te hablo mal de otros, hablo bien de los que conozco.

¿Se ve reflejada en esa gran dama de la escena que representa Lucrecia Conti?

Lucrecia Conti no ha sido nunca nada. Es una señora rica con unas nietas codiciosas que le organizan un funeral en un teatro. Cuando habla de su agente que se llama Luján, el mío se llama Antonio Durán, con el que llevo toda la vida. Y sabe que le gasto bromas a través del personaje, pero son bromas simpáticas.

¿Si le pregunto cuál es su horizonte profesional me contestará que seguirá a pie de escenario mientras tenga salud?

Me queda lo que dios quiera. Voy a cumplir 80. El otro día le decía a mis hijos viendo a Chicho Ibáñez en los Max cuando recogió su premio, es un grande al que no se le puede sacar así. Lo único que pido a mis hijos y a Jesús Cimarro, que me sigue ofreciendo cosas maravillosas que no te puedo contar, les he dicho que a mi edad, que ya no soy la Chica Ye Ye, ni Las chicas de la Cruz Roja, ni quiero serlo, que no me dejen salir deteriorada a un escenario, ni fisicamente ni mentalmente. Nuria Espert sigue trabajando, Lola Herrera también, Julia Gutiérrez Caba, las grandes siguen ahi, lo que hay que estar es lucida de mente. No voy a subir a un escenario a dar pena, porque soy un privilegio de señora.

Tras Gran Canaria y Tenerife, ¿qué recorrido escénico le queda por delante a El funeral?

Vamos a Las Palmas, al Cuyás, regreso para hacer Cine de barrio, otros tres días con Chicas del cable, porque como tuve una neumonía paramos todo y ahora lo tengo a recuperar. Luego voy a Tenerife [Teatro Guimerá, días 23 y 24] y a la obra le quedan dos años por delante. Tenemos firmado hasta el 2021.

Compartir el artículo

stats