El escultor Martín Chirino que el pasado viernes celebró sus 94 años en compañía de sus familiares y amigos, en su domicilio de Morata de Tajuña, al sureste de Madrid, falleció ayer, sobre las18 horas, en la sede madrileña de la Clínica Universitaria de Navarra, donde había ingresado. Sus restos serán incinerados en el Tanatario de la Paz, mañana, a las 12 del mediodía.

Martín Chirino López, nació en Las Palmas de Gran Canaria el 1 de marzo de 1925, en plena dictadura de Primo de Rivera, en la casa familiar junto a la Playa de las Canteras, en el número 57. Fue el undécimo de doce hermanos de una familia de clase media. Su padre era el jefe de talleres de los astilleros de la Compañía Blandy Brothers, del Puerto de La Luz, y también armador de buques, actividades que le permitirían ya durante su niñez contactar con la forja del hierro y descubrir su pronta fascinación por el metal, el mundo de los viejos y herrumbrosos barcos que se reparaban en las estingas del puerto y los que, de paso, navegaban hacia distintas partes del mundo. Vivió su infancia también en permanente contacto con la arena y el mar de la playa de la Peña de la Vieja, elementos que marcaron su pronta vocación artística. "Todavía parece que estoy oyendo el eco de una ciudad maravillosamente tranquila, rodeada de dunas y arenas doradas, con el mar siempre presente", rememoraba hace unos años. Los primeros estudios los cursó en un colegio inglés, muy cerca de su casa, luego pasó a los Franciscanos del Puerto. "Era impensable tener que ir a Las Palmas, era una gran excursión, estábamos fuera de la portada".

En su adolescencia conocería en ese marco de vivencias junto al mar y la playa urbana a Manolo Millares y Manuel Padorno, otras dos grandes referencias del arte y la cultura canaria del siglo XX, con quienes entabló amistad y pronto conformarían un primer grupo local con inquietudes intelectuales.

A los once años, coincidiendo con el alzamiento de Franco y el inicio de la Guerra Civil, cae enfermo de tuberculosis y se va a vivir a San José de Santa Brígida, donde su padre alquila una casa por recomendación médica. "Fue un episodio importante de mi vida, porque me mantienen en casa con mucho cuidado, muy alejado de todo. Fue en estos dos años cuando empiezo a crear el mundo de la fabulación".

Con los barros recogidos del barranco junto a la casa se sentaba en la ventana de su casa a moldear árboles, frutas, objetos, un juego iniciático que enseguida se convirtió en pasión y necesidad de expresión pero con material menos maleables. En su primera juventud navegó a diversos países de la costa africana (Marruecos, Sahara, Senegal...), y este contacto con el continente vecino le deja también una profunda huella en su sensibilidad artística y línea estética de su obra.

En 1944 inició sus estudios artísticos en la Academia del escultor Manuel Ramos, en la propia capital grancanaria, y ya participó en su primera exposición colectiva en el marco del VI Concurso-Exposición de Artesanía de Canarias. Con 23 años viaja por primera vez a Madrid para matricularse en la Facultad de Filosofía y Letras con el objetivo de cursar la carrera de Filología Inglesa, pero enseguida abandonaría el guion previsto para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Completa su formación trabajando como ayudante para Manuel Ramos, que se había trasladado a Madrid, y enseguida participa junto a otros aristas canarios en la IV Exposición Regional de Bellas Artes en Las Palmas de Gran Canaria. Según confesó él mismo, durante los años 40, sobrevivió gracias a los trabajos encargados por el ministro palmero Blas Pérez a distintos artistas canarios para los frisos del Valle de los Caídos.

En 1951, coincidiendo con la I Bienal Hispanoamericana de Arte en Madrid, toma el primer contacto en serio con la vanguardia artística y frecuenta los centros de expresión de las nuevas tendencias del arte contemporáneo en la capital. Un año más tarde concluye sus estudios de Bellas Artes con el título de profesor e inicia una serie de viajes por París, Londres, donde toma clases en la School Fine Arts, y diversas ciudades de Italia que le permiten estudiar en profundidad la escultura clásica y las obras de los grandes maestros de la escultura moderna como Julio González, Henry Moore, Brancusi y Barbara Hepworth. Completa su formación de escultor en talleres privados de forja antes de regresar a Las Palmas de Gran Canaria en 1953.

De nuevo en su ciudad natal, a la que se sigue sintiendo muy apegado, Chirino instala su primer taller escultórico y comienza un intenso periodo de trabajo junto a su amigo Manolo Millares, que viene de formar el grupo LADAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), y ambos aúnan una visión europeistas y su afán vanguardistas con las raíces de la cultura aborigen canaria.

Con 28 años y con la producción de una serie de piezas llamadas "Reinas Negras" y alguna exposición colectiva en el Museo Canario, Martín Chirino empieza a encontrar su propio camino estilístico con obras creadas a base de hierro forjado, piedras, madera y plomo. Se trata aún de piezas donde se percibe una cierta abstracción dentro de un marco aún figurativo y surrealista.

Tras poco más de un año en la capital grancanaria, Chirino viaja de nuevo a Madrid en el que será su salto definitivo al escenario de la vanguardia y a residir fuera de Canarias, tierra a la que regresará con frecuencia durante toda su vida pero en la que no vuelve a residir de forma continua.

El viaje de 1955 a la Península, con 30 años, lo hace ya bajo otras coordenadas vitales y profesionales y ello tiene mucho que ver con que diera el salto junto a sus amigos Millares y Padorno, Alejandro Reino y Elvireta Escobio. Es un viaje de grupo que busca la definitiva ampliación de horizontes vitales y artísticos para el escultor pero por la que tendrá que pagar un precio. Será un periodo duro en el que podrá dedicarse a la escultura gracias a los ingresos que recibe por su trabajo como profesor de ingles y de dibujo en el Colegio de Nuestra Señora Santa María de Madrid. Es el tiempo en que conoce a Ángel Ferrant, quien le sirvió de nexo de unión entre la vanguardia previa a la Guerra Civil y los artistas de su generación.

En 1956 el Museo de Arte Comtemporáneo de Madrid compra dos de sus primeras esculturas, "Composición Cuenca" (1955), de hierro, y "Pueblo", realizada en madera en 1952, y durante el verano de 1957 trabaja en una fragua de Cuenca cuyo propietario le permite utilizar para su trabajo artístico a cambio de su ayuda para herrar caballos. De esta fragua saldrá la mayor parte de las obras de su primera exposición individual, en el Ateneo de Madrid en 1958, coincidiendo con su integración en el Grupo 'El Paso', creado en febrero del 57 por artistas como Antonio Saura, Millares, Manuel Rivera, Rafael Canogar, Luis Feito, Manuel Viola, Antonio Suárez, Pablo Serrano, Juana Francés y los críticos José Ayllón y Manuel Conde. Se trata de un colectivo de jóvenes escultores y pintores que tratan a dar cuerpo e impulsar el arte de vanguardia española de postguerra muy deslavazada y sin proyección en esa época de oscurantismo franquista también en el mundo de las artes.

La exposición individual en el Ateneo, en la que presentó por primera vez sus 'Composiciones' y sus 'Herramientas poéticas inútiles', obras de un radicalismo abstracto, de hierro forjado y muy apegadas al oficio de herrero y a su origen canario, se ve acompañada con la redacción de un texto en el que define las características de su obra. 'La reja y el arado' es su título, publicado en un número extra de la revista 'Papeles de Son Armadans. Consigue gracias a esta muestra el Premio de la Crítica Ateneo de Madrid, y poco después la Bienal de Sao Pulo de 1959 le dedica, dentro del pabellón español, una sala especial, donde se exponen sus esculturas.

En 1960 se produce uno de los grandes hitos en la vida artística ya que su obra entra por primera vez en la meca del arte contemporánea mundial, el MOMA de Nueva York. Se trata de una muestra colectiva del arte español, seleccionada y prologada por el poeta Franck O'Hara, por entonces encautador del museo, da cabida a cuatro piezas de Chirino. Una de ellas, 'El viento', señala ya la idea de la espiral como una de las líneas expresivas y de investigación estética del escultor.

Esta racha artística positiva tiene su contrapunto vital en 1961, cuando contrae una grave enfermedad y tiene que ser ingresad en una sanatorio de Madrid, abandonando por un tiempo el trabajo en la fragua. En 1962 realiza su primera exposición en la galaria neoyorquina que ha adquirido los derechos de su obra para Estados Unidos, un conjunto de piezas realizadas desde 1959 de inflexión figurativa, que se conoce como la serie de los "Inquisidores", consecuencia de la etapa de alejamiento del taller y que le induce a reflejar una soterrada visión de la dureza del momento político que le toca vivir.

Chirino ya se había casado para entonces con Margarita Argenta, hija del músico Ataulfo Argenta, y fruto de este matrimonio nace su primera hija, Marta. El artista contó en su momento que "aquel matrimonio se anuló porque la preocupación artística, la meta seguía ahí". "Me había enamorado de ella, pero el problema es que Margarita pertenecía en aquel momento a otra clase social, a un modelo más burgués y para la mujer del artista pobre, al que tiene que seguir, es algo difícil y duro", relató el escultor. Además, Chirino vuelve a caer enfermo en 1962 y se recluye durante seis meses en el sanatorio del doctor Partearroyo de mano del arquitecto Antonio Fernández Alba y el pintor Antonio Saura, que también había tenido un antecedente de tuberculosis. La aparición de la terramicina le permite una pronta curación. Mientras tanto, lee mucho y mantiene sus conexiones con Estados Unidos. Con los recursos obtenidos de sus últimas ventas y encargos y tras regresar a España tras su estancia en EEUU, Chirino monta una casa-taller en San Sebastián de los Reyes, que encarga a Fernández Alba. Se convierte en un centro de reunión de un grupo de artistas e intelectuales: Millares, Alberto Portera, José Luis Aranguren, Laín Entralgo...

En 1963 realiza una importante exposición en el Ateneo de Madrid, y un año después viaja dos meses a Grecia, donde inicia una nueva línea de trabajo inspirada en el mundo clásico. Aunque sigue trabajando el hierro, no emplea barras que retuerce para crear figuras, sino planchas de acero que suelda para crear formas y darles volumen. Estas esculturas toman el nombre de 'Mediterráneas' y constituyen un elemento diferenciador y muy aceptado dentro del conjunto de su obra. Además, esta misma línea tendrá continuidad en sus famosas posteriores "Ladies".

En 1966 participa con dos obras en la inauguración del Museo de Arte Abstracto de Cuenca y en 1967 realiza su primer viaje a Nueva York acompañando a Carlos Saura, que acaba de rodar "La Caza" y se presenta en el Festival de Cine del Lincoln Center. Chirino ya tenía contactos con mecenas americanos que había conocido en Madrid, como el millonario Nelson Rockefeller, que le ofrece su influencia y gracias a ello conoce a una persona que trabaja en el MOMA y que le pone en contacto con la galerista Grace Borgenicht. Ésta toma nota de la fuerza expresiva y originalidad de la obra de Chirino y le ofrece un contrato de representación en exclusiva en EEUU, que permanece hasta la muerte de la galerista en 1994.

"Tenía 30 años y estaba abierto al traqueteo de todas las influencias. Pero cuando llego a Nueva York mi obra en hierro es muy madura, con una gran personalidad. Por eso se vende muy bien. En el escenario de la escultura española había un grupo integrado por Chillida, y otros nombres potentes como Oteiza o Pablo Serrano, pero el heredero de la forja de Julio González era yo. Claro, con (el apoyo de) Rockefeller, como ya he dicho, consigo esta galería y me instalo inmediatamente en Nueva York. Esta fue la gran suerte, y la que me permite estar más radicado en Estados Unidos, aunque todavía seguía dando clases de inglés en Madrid", explicaría el escultor.

En 1972 participa en Tenerife en la emblemática I Exposición de Escultura en la Calle con la obra 'My Lady'. En 1973 expuso sus primeros 'Aeróvoros', piezas de nuevo en hierro forjado en la fragua que, partiendo de la génesis de la espiral, se desarrollan ingrávidas en horizontal. Son formas muy presentes en todo su trabajo posterior y el propio Chirino dice de ellas que "es mi escultura, la forma más sutil y la más alada, que representa el vuelo del hombre en busca de su identidad". El Guggenheim de Nueva York adquiere una de estas esculturas. Este mismo año recibe el Primer Premio Internacionale de X Concorso de Padova. A partir de 1974, Chirino pasa largas temporadas en Nueva York trabajando en el estudio de la escultora Beatrice Perry, y en 1976 participa en la redacción del Manfiesto del Hierro, en el que refleja la atracción e interés que la africanidad despierta en el entorno cultural canario y punto desde el que empieza la creación de su 'Afrocanes', esculturas macizas y enigmáticas que evocan las máscaras africanas y ahondan en las raíces de la cultura aborigen de las Islas Canarias. Las muestra de estas piezas en la galería de Juana Mordó en Madrid da pie a la redacción de un nuevo documento, firmado por un buen número de artistas e intelectuales canarios, que reivindican la identidad diferenciadora de su cultura en la relación con el continente africano y buscan en la cultura guanche sus señas de identidad. En 1977, con la recién estrenada democracia española, la revista 'Gualimar' publica su texto "Pintadera de 7 puntos" en el que aboga por una revolución cultural canaria fundamentada en el estudio y conocimiento del arte aborigen, pero atendiendo a la universalidad del arte.

En 1978 recibe el Primer Premio en la Bienal de Escultura de Budapest y en el 79 su galerista en Nueva York presenta sus "Afrocanes" en el que supuso el gran reconocimiento internacional de su obra al recibir el aval y reconocimiento de los críticos de mayor prestigio. Un año después le llega el primero de sus grandes galardones de reconocimiento desde el ámbito institucional al recibir el Premio Nacional de Artes Plásticas por toda su obra. En 1981 y comprometido con el cambio político y socio cultural que se está viviendo acepta presidir el Círculo de Bellas de Madrid, encabezando la primera Junta Directiva progresista de la institución, asumiendo el compromiso de convertir el centro es un nuevo espacio de promoción y difusión de la cultura y el arte en términos de gestión democrática y transparente y de conexión con el escenario social de la capital. Permanece en el cargo hasta 1992. En 1985 recoge el legado de Juana Mordó en nombre del Círculo de Bellas Artes y los herederos de la galerista le ceden esta institución.

En 1986 recibe el Premio Canarias de Artes Plásticas por el conjunto de su obra que concede el Gobierno de Canarias, y en 1987 es nombrado miembro de la Comisión Asesora del Centro de Arte Reina Sofia. Aunque sin buscar, Chirino va asumiendo responsabilidades de gestión de espacios de arte y asume en 1991 la dirección del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria, que abre sus puertas el 4 de diciembre de 1989 con la voluntad de dinamizar las artes visuales, el pensamiento crítico y la cultura artística en un marco de geoestrategia atlántica y diálogo intercultural y decidida vocación de actuación en torno a África, América y Europa. Chirino es el principal inspirador del centro junto a Francisco Ramos Camejo, entonces consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria y permanecerá al frente del centro hasta el 2002, año en que dimite por no compartir los criterios de reestructuración del museo.

Nuevas formas

El artista prosigue con su búsqueda de nuevas formas de expresión y de trabajo y encarga la construcción de una casa-taller en Morata de Tajuña, cerca de Madrid. Comienza aquí la etapa de las Alfaguaras, Homenajes a Marinetti, Árboles y Sabinas. En el 96 se inaugura la escultura monumental 'Lady Harimaguada' situada en la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria, y en el 2000 'El sueño de Canarias', instalada en el Parlamento regional.

En 2008 es galardonado con el Premio de Artes Plásticas de la Fundación Gabarrón que por primera vez selecciona a un artista español junto a los ya concedidos a Richard Serra, Anthony Caro o Markus Lüpertz. En 2011, con motivo de la candidatura de Las Palmas de Gran Canaria a Ciudad Europea de la Cultura 2016, se celebra una exposición de esculturas monumentales de Martín Chirino en la calle Triana, en la que aún permanece la 'Espiral del viento'. En octubre del 2013, superando un anuncio anterior de que no volvería a realizar exposiciones temporales, el escultor prepara una gran muestra en el Círculo de Bellas respondiendo a una petición de la institución como homenaje a sus años al frente de la misma veinte años atrás. Servirá además como avance de la colección que se trasladaría a Canarias tras las negociaciones del artista y su familia con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para la creación de una fundación. Tras diversos avatares, la Fundación Martín Chirino de Arte y Pensamiento se inaugura en la capital grancanaria el 27 de marzo del 2015 y fija su sede en el Castillo de la Luz, donde se exponen de forma permanente 25 esculturas del autor que pasan a constituir los fondos de la institución. En 2014 ingresó como miembro Honorario en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Y en 2018 Martín Chirino alcanza su 'Finisterre' con la exposición así titulada en la galería Marlborough, a sus 93 años y setenta después de llegar a Madrid. En palabras de Francisco Calvo Serraller, "caso único en la historia del arte".