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La huella de Chirino por el mundo

Galerías de Madrid, Nueva York y París, y la venta directa del artista, han posicionado su obra en el mercado estadounidense, europeo y asiático

El escultor grancanario Martín Chirino (1925-2019) se consideraba "un ser errante". Y al igual que su vida personal y profesional está marcada por una itinerancia internacional que le llevaría a Inglaterra, París y Nueva York, su obra ha adquirido esa condición de errante y viajera por el mundo. Con un volumen de obra en torno a las 800 piezas, un 30 aproximado de la producción del herrero y escultor se encuentra en medio mundo, entre colecciones privadas y públicas.

Nueva York y su relación profesional con la Galería Grace Borgenich, en la que se celebró su primera individual en 1962, etapa en la que descubría la serie Inquisidores; y su incorporación a la madrileña Galería Juana Mordó, a partir de 1964, cuando comenzaba a experimentar con las Mediterráneas -figuras que le llevaría a desarrollar otra de sus series emblemáticas, las Ladies- ; o la parisina galería Thessa Herold, son los espacios que han movido la obra de Chirino dentro y fuera de España.

Ciudades como Nueva York, San Francisco, Saint Louis, Los Angeles, Pittsburg, Nueva Orleans o Michigan, son depositarias de parte de la producción de Chirino, fruto de su relación con el mercado del arte estadounidense. De igual manera, paises latinos como Chile y Venezuela, y ciudades al otro lado del Atlántico custiodan parte del legado del forjador del hierro. No menos importante es la huella de Martín Chirino en distintas ciudades europeas, que casi en espiral se mueve en Londres, París, Colonia, Amberes, Bruselas, así como en localidades italianas.

Hasta el mercado asiático, en particular Corea, disfruta del universo de Chirino, en concreto con un Aeróvoro, el número 14, que se encuentra en el Parque Olímpico de Sosfo, en Seúl.

Seguir el rastro de la obra de Chirino desde los años 50 en addelante obliga a reparar en el Catálogo razonado, de Maria Luisa Martín de Argila, editado en 2010 por la Fundación Azcona y el Reina Sofía, en el que se documenta una colección de 542 piezas y siete esculturas múltiples fechadas entre 1952 y 2006. "Difícil de cuantificar la obra de Chirino que está fuera de España", señalaba ayer Jesús Castaño, director de la Fundación Arte y Pensamiento Martín Chirino, con sede en el Castillo de la Luz. "Estamos cerrando un segundo catálogo que incluye otras 150", detalla Castaño. Todas ellas sumarían las 800 aproximadas, si bien su completa catalogación se enfrenta con hechos como que "un pequeño porcentaje se ha perdido", ya que según el director de la Fundación, "los artistas, en este caso Chirino, no tenían a su lado a una persona que fuera catalogando la obra". A esto se suma piezas que cediera o vendiera el artista por su cuenta, y otras que fueron destruídas por el propio escultor para crear obra nueva.

"En Nueva York estuvo dos décadas, y lo fichó la galería Grace Borgenicht, que le iba a pagando, con un contrato mensual", explica Castaño acerca de cómo fue su desembarco en la ciudad. Antes de contactar con esta galería, su puerta al continente americano y más allá.

Antes, en 1960, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) le abrió sus puertas a propósito de la expososición New Spanish Painting and Sculpture, con cuatro piezas. El museo cuenta en sus fondos con un Paisaje, el número 15 según la serie del autor, conocida como Paisaje XI, al como se recoge en el Catálogo.

La proyección internacional de Martín Chirino le vino de la mano del grupo El Paso, en 1958, el colectivo de la primera vanguardia, y según relata Jesús Castaño, "todos ellos participaban de bienales de arte internacionales, y ello propició que galeristas internacionales se interesaran por la obra". El fichaje por la galería Juana Mordó fue determinante en posicionar su trabajo en la apertura de fronteras. "Lo proyectó muy bien porque era la galería de la vanguardia en España, y de hecho, los museos españoles y los coleccionistas privados le compraban obra de Chirino a la galeria madrileña".

No es habitual que un artista despierte tanto interés en el coleccionismo privado. ¿Por qué? Lo explica el diretor de la Fundación: "por su particular lenguaje, como he dicho muchas veces, el hierro como material tiene unas limitaciones, y sabía darle una plasticidad pocas veces se había visto. Ves la obra de Julio González o Gargallo, admirados por Martín Chirino, pero él hacía del hierro un material ductil".

Alfaguara y Cabeza

Prueba de ello es que en colecciones particulares, en el entorno de Nueva York se encuentran piezas como Un arco para el mundo II, de la colección Pierre Levai; distintas Alfaguara; varias Cabezas, la serie de Crónicas del siglo XX, en colecciones de Harold Venokour, JP Morgan Chase y Oscar Kolin, entre otros.

Destacar de esta serie otras Cabezas en Saint Louis, Missouri, de Alvin Siteman; la Cabeza de Greta Garbo I, de la colección Joseph Ransohoff , esta en Nueva York, y otra propiedad de Oscar Kolin. Obras de las series Penetrecán, de 1978 y 1979, tienen depósito en las colecciones de Henry Richmond, y en las de Kaye, Sholder, Fierman, Hayes & Handler; los Afrocan, tres entre Nueva York y Louisiana; Aeróvoros, que sobrevuelan colecciones en Nueva York o Delaware, y que se despliegan por el continente con destino a a Caracas, en Venezuela, con la galería Durban, depositaria igualmente de Laberintia III, de la serie El Viento.

Mediterránea y las Ladies tienen su cuota entre el Guggenheim de Nueva York y Ohio. Especial significado tienen la Yellow Taxi Cab, del New York Hospital; o la Lady 15, el Homenaje a Silvia Plath II, en San Francisco, California, cuya primera entrega, se encuentra en Londres. Destacar además el Memorial de Scott Perry, en Nueva York; o la serie I nquisidor que tiene a Santa Teresa en el Kresge Art Museum de la Universidad de Michigám.

Por su parte, Venezuela y Chile lucen piezas de la serie Afrocan, entre otras, y El Viento, la 39 de la serie, está en el Museo de Bellas Artes en Caracas.

En París, de la mano de la galería Thesa Herold, se localizan en colecciones privadas piezas de la serie Marinetti, El Viento y Afrocan, entre otras. La Mediterránea II luce en Londrés en la colección de John Carter; Raiz, en el Teatro Popular Italia; El Viento, en la colección Duvivier en Bélgica; y otra Mediterránea en el Middelheim Museum, en Amberes. Otros Aeróvoros se asoman por Colonia, y otras Cabeza y Paisaje brillan en territorio germano. Destacar una Cabeza en Montecarlo, o el Homenaje a Marinetti en el Parlamento Europeo, en Bruselas.

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