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Jesús M. Castaño

"De un día para otro Martín Chirino puso su vida en mis manos"

"El mercado es el que pone el precio, y es obvio que cuando un artista desaparece su obra se revaloriza", afirma

Jesús M. Castaño, en la sede de la Fundación Martín Chirino, en el Castillo de la Luz. josé carlos guerra

El escultor Martín Chirino fallecía el pasado lunes a los 94 años. Usted mantuvo una intensa relación con el artista, en lo personal y lo profesional, antes de asumir la dirección de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino. Un intelectual que fue un referente en muchos ámbitos del arte, dentro y fuera de Canarias, y cuya marcha deja un sentimiento de orfandad entre quienes compartieron de cerca vida y obra.

Mi relación rayaba lo afectivo y lo laboral. A Martín Chirino lo tenía como parte de mi familia, era mi padre putativo. De hecho, Marta [la hija de Chirino] me decía el otro día: "ha muerto papá otra vez", porque mi padre biológico murió, y como dice, he quedado huérfano en cierto sentido. Mucho de lo que soy se lo debo a Martín Chirino, siempre lo he dicho. Me ha formado, me cogió muy pequeño, de hecho tenía 26 años cuando empecé con él, y tengo que decir que las segundas carreras que hice fue porque él quiso; quería que me formara en Filosofía, pero le dije que no, y él me fue formando, me daba sus pautas, y a la hora de gestionar siempre me hablaba e insistía en el concepto de la excelencia; me decía que lo que él hacía con la obra lo hiciera yo con la gestión.

¿Cómo fue ese primer encuentro con Chirino y cómo se ganó su confianza?

Lo conocí en 1996. Yo soy de Morata de Tajuña, y mi fui a comer en el restaurante de Pilar Atance [El Cid], que se convertiría en el restaurante de Chirino, y de pronto lo vi comiendo allí con Rafael Monagas, y me quedé sorprendido: ¡Martín Chirino aquí! Ya lo conocía evidentemente como artista. Primero conocí a Rafael Monagas, y él fue quien me introdujo a Chirino. Al poco tiempo ya formaba parte de la familia, y Martín, poco a poco, me encargó que gestionara sus cosas, porque antes era abogado, comencé a formarme en arte, a trabajar en galerías, y fue cuando Chirino me dijo: "Quiero que vengas conmigo". Y a partir de ahí, y de un día para otro, y como decía él: "He puesto mi vida en tus manos". Así ha sido durante 23 años, muchas horas y muchos momentos.

En marzo de 2015 se inauguraba la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chiri-no, que usted dirige, en el Castillo de la Luz. ¿Su nombramiento fue fruto de esa relación personal y profesional con el escultor?

Estuve en la gestación de la Fundación desde el principio, en la elaboración de estatutos y demás, y nunca estuvo entre mis prioridades. Yo no iba a estar. Yo estaba con él en Madrid y pensamos en otras personas, pero un día me dijo Martín que me tocaba a mi. Quería quedarme en Madrid, pero me tocó, y acepté la oferta con mucho orgullo, y hoy en día sigo estando agradecido. Me entró vertigo al principio. Aunque yo llevaba unos veinte años viniendo a Gran Canaria con Martín Chirino, conocía a sus amigos íntimos, a gestores, a la gente del Ayuntamiento. Pero evidentemente me dio vértigo, porque aparte de ser una fundación de autor era la fundación de Martín Chirino, con todo lo que suponía.

Chirino no paró de trabajar hasta el último momento, y al día siguiente de su fallecimiento se anunciaba que tenía proyectada una exposición en Barcelona y que la editorial Galaxia Gutenberg publica en mayo próximo la biografía inédita del artista con el título de La memoria esculpida. Conversaciones con Antonio Puente, fruto de tres años de trabajo.

Lo dejó todo cerrado. El día de su cumpleaños hicimos una merienda con los íntimos, una especie de despedida, y nos enseñó su última gran obra, un violonchelo que forjó con sus ayudantes, nos lo mostró velado. La semana anterior tuvimos una reunión con él y la editorial para organizar el tema de las memorias. Se encargó de todo. Incluso otro bronce para la tienda de la fundación. Me dijo hasta las medidas, que este ala midiera esto, la otra aquello, que la quería en oro pulido, lo dejó todo. Y a mi me encargó que siguiera al frente, transmitiendo sus inquietudes y que manejara su legado de la mejor manera que se pueda.

Ese gesto define la personalidad de Matín Chirino. Mientras tuvo fuerzas siguió calculando lo que quedaba por hacer y cómo debería de hacerse lo pendiente tras su marcha.

De hecho, en la feria Arco, que fue hace unas dos semanas y llevamos una escultura, él me decía "llevamos esta", y le explicaba que por cuestiones técnicas no la podíamos llevar porque pesaba mucho, pero él insistía: "es que quiero esta". Martín quería manejar todo y siempre estaba pendiente de todo lo suyo.

Al margen de estos dos frentes, uno literario y otro expositivo que activan la figura y la obra de Chirino este año, el artista había expresado su voluntad de que sus restos mortales se trasladaran a la capital grancanaria.

Sí, el siempre dijo que quería ser enterrado donde están sus padres en cementerio de Vegueta, y al lado de su amigo de infancia Alfredo Kraus. Estamos gestionando el tema, porque la fosa realmente no coincide con la que esté enfrente a la de Kraus, y estamos viendo la posibilidad de adquirir ese terreno para que se cumpla su voluntad. También estamos con el diseño del monumento funerario, que también él dejó diseñado. Con este monumento llevaba años, quería una Cabeza, una Crónica del siglo XX, y de hecho ya tenemos y tenemos el prototipo de la escultura que se va a hacer en bronce.

¿Qué va a ocurrir ahora con Martín Chirino y su obra? ¿Cómo se resitúa el legado tras su fallecimiento, y si de alguna manera el precio de su obra se revaloriza en el mercado nacional e internacional?

El mercado es el que realmente pone el precio de la obra. Por tradición, es obvio que cuando un artista desaparece su obra se revalorice. No sabría decirte una cifra porque es el mercado el que manda. Martín Chirino ha dejado una producción vasta en cantidad, pero lo cierto es que ahora mismo hay muy poca obra. En cuanto a su legado, pertenece a la familia al cien por cien, a su hija. Tenemos una parte depositada en la Fundación Chirino, que hay un compromiso de permanencia, y seguimos trabajando para él. La Fundación está montada para divulgar, promocionar y proyectar la figura de Martín Chirino y su contexto. Entonces, seguiremos publicando biografías, hay un proyecto de una enciclopedia con la iconografía de Martín, que empezaríamos con Reinas Negras, y luego pasaríamos a las Herramientas, las espirales, los afrocanes,.., con especialistas que abundarían en esta iconografía y en las respectivas series.

¿Percibe usted que la huella de Martín Chirino se ha proyectado en las nuevas generaciones de artistas? ¿Los jóvenes le reverencian como el maestro?

Hasta hace poco Chirino asistía a talleres que le invitaba por ejemplo la Fundación Botín, y hacíamos talleres de quince días. Está el Grupo 99 que reúne artistas que se declaran seguidores de Martín Chirino. Date cuenta que la forja tiene el hierro como material, y el hierro tiene unas limitaciones precisas, y casi siempre, casi todos los escultores que trabajan el hierro, cuando lo forjas esas torsiones llegan a parecerse, y es muy fácil reconocerse unos a otros. No hay una escuela de Martín Chirino propiamente dicha, pero si muchos alumnos y escultores jóvenes que se acercaron a su obra, que observaban el hierro y su manipulación de cerca, se interesaban por ello y le seguían bastante. Luego hay otros artistas que hacen Chirinos que son evidentes. Martín decía a otros artistas que fueran ellos mismos. Los alumnos con los que trabajaba terminaban haciendo Chirinos, y les recriminaba a todos ellos que no lo hicieran porque nunca lo iban a conseguir; y si copiaban algo, siempre debía de ser para mejorarlo.

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