La Provincia - Diario de Las Palmas

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Almudena Carracedo

"Las heridas del franquismo sangran todos los días"

"¿Quién le puede decir a Pino Sosa que encontrar los huesos de su padre en un pozo es venganza?", esgrime la cineasta

Almudena Carracedo. lp / dlp

¿Qué propone El silencio de otros?

Describe el panóptico de la represión franquista desde su principio hasta bien pasada la llegada de la democracia. ¿Cuántos años más vamos a permanecer con esos cientos de miles de desaparecidos en las cunetas, esas decenas de miles de bebés robados, esas miles de personas torturadas sin ningún tipo de reparación? Es muy fuerte que la contribución de toda esa gente represaliada por luchar por la democracia no solo no ha sido reconocida, sino ha sido ignorada. El Estado español ni siquiera ha pedido perdón oficialmente.

La película se ha exhibido ya en más de 50 países. ¿Conocen el tema en esos países?

Fuera de España la gente sabe que hubo una guerra civil, a alguno le suena que hubo una dictadura, muy pocos saben quién es Franco y nadie sabe nada de la represión franquista.

¿Por qué escogió el tema?

De universitaria participaba en actividades contra la violación de los derechos humanos en el mundo, pero nunca pensé que este fuera un tema para trabajar. El dolor fue creciendo en mí. Trabajaba en Nueva York en 2010 cuando estalló el caso de los bebés robados. Robert Bahar y yo habíamos tenido la niña ese año. Nos golpeó muchísimo. Después de 12 años en Estados Unidos, hizo que nos mudáramos a España para empezar a documentar el proceso.

¿Qué les impactó del caso?

Los números son espeluznantes. Hasta 1952, el juez Garzón estableció 30.000 bebés robados en España. Después de esa fecha, el Estado no asumió la tarea de seguir investigando la trama. Yo misma he ido a manifestaciones en Argentina, donde hay contabilizados 500 casos. Es muy probable que los niños robados en España fueran cientos de miles. Aquí nadie se ha manifestado.

El documental cuenta que la trama siguió tras la muerte del dictador en 1975.

Involucra a médicos, enfermeras, curas, monjas y funcionarios. La maquinaria no puede pararse en seco. Pero la película también habla de la continuidad de otras instituciones. Por ejemplo, de la policía: que un personaje como Antonio González Pacheco (el torturador conocido como Billy el Niño) tenga cuatro medallas, una de ellas durante la dictadura y tres obtenidas en la democracia, dice mucho.

¿Ha tenido efectos para el país mirar hacia otro lado?

Hace que la gente se sienta culpable por no saber, pero nosotros decimos que no se es culpable por eso. Sí lo eres, en cambio, si conoces la historia y no haces nada.

¿Haber vivido fuera de España le permitió tener una mejor perspectiva?

Desde fuera el tema se ve con absoluta perplejidad, los españoles nos hemos acostumbrado a algo absolutamente inédito. Una de las cosas importantes de la película es que da la visión desde dentro y fuera del país. El equipo era mitad español, mitad internacional. Esa conversación ha sido enriquecedora.

Más allá del caso de España, el documental apuesta por la necesidad de una justicia universal.

La película habla de esos fantasmas que los Estados esconden bajo la alfombra y cómo cada país lidia de forma diferente con ellos. En Estados Unidos, por ejemplo, sigue habiendo debates apasionadísimos sobre la retirada de monumentos confederados a 200 años de la Guerra de Secesión. Es responsabilidad de los Estados establecer una memoria que rescate la historia y ayude a entender el presente.

¿Qué le parece que el populismo de derechas haya entrado con una fuerza desconocida en España?

No nos podíamos imaginar que ese futuro sin fascismo por el que estábamos peleando iba a ser presente hoy en España, con partidos que enarbolan banderas anti mujer, anti inmigrante, anti gay, anti lo diferente. La película se ha hecho actual en partes del mundo donde existe el auge de movimientos similares. Por ejemplo, en Brasil, donde ahora mismo se proyecta en cines.

¿Cuál es tu momento preferido del documental?

Es emocionante y bonito haber logrado que los espectadores se sientan en la piel de los personajes. Esta empatía permite hacerte preguntas: ¿Y si mi abuela estuviera bajo una cuneta? La humanidad que transmite es lo que más me gusta, es cine político que trasciende lo político.

¿Y el más difícil?

En la película existe mucho dolor, son seis años con historias muy duras de personajes reales. Además de directora, he ejercido de cámara, así que he vivido momentos de intenso sufrimiento en presente con ellos, es decir, he llorado con ellos al tiempo que esas cosas suceden, mirando por el visor. Fue muy duro tener que filmar entierros de gente que se han ido sin conseguir algo tan esencial y humano como dar sepultura a los tuyos dignamente.

¿Conoce el caso de la canaria Pino Sosa?

Sale en dos momentos del documental, una vez en persona y otro en voz, explicando cómo tiraron a su padre al pozo. Intentamos hacer una proyección con ellos en Arucas. Ella y Balbina llevan toda su vida en esto, toda mi admiración por ellas.

¿Con qué argumento se contesta a los que dicen que las víctimas lo que buscan es venganza?

¿Quién le puede decir a Pino Sosa que encontrar los huesos de su padre en un pozo a no sé cuántos metros de profundidad es venganza? ¿Quién puede acusar a una hija de querer encontrar los huesos de su padre para poder enterrarlo dignamente? Si alguien comete un crimen, es obvio que la sociedad defendería el derecho de su familia de enjuiciar a las personas que lo hayan cometido. Sin embargo, cuando esos crímenes son de lesa humanidad se utilizan los argumentos del olvido y perdón para esquivar la necesidad de justicia. Lo que buscan los personajes de El silencio de otros es justicia, un derecho humano básico. Como dice Chato, torturado por Billy el Niño, uno de los protagonistas de la película, "la España de hoy no cabe en el traje que se le hizo en 1978". La gente está muy por delante de las instituciones que se crearon en ese momento. El silencio de otros dice es que es necesario hacer justicia para establecer unas ciertas garantías de convivencia democrática. Los que usan la expresión "abrir heridas" es gente que no tiene heridas. Las víctimas sí tienen una herida y les sangra todos los días.

¿En los tiempos que corren, los documentales deben cumplir más que nunca una función social?

En el arte hay de todo. Hay documentales con un objetivo de cambio social muy fuerte, en los cuales yo me inscribo, pero hay otros que no sienten esa pulsión y hacen otras obras más autorreflexivas que pueden ser impactantes a otro nivel, y muy poderosas también.

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