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Entrevista | Gustavo Peña

Gustavo Peña: "Voy a comenzar con roles wagnerianos porque me gusta el repertorio alemán"

"Estoy en un momento de modificación de repertorio porque mi voz ha ido ganando en cuerpo, peso y anchura", afirma el tenor

Gustavo Peña.

Su carrera es firme y brillante, pero tiene algo de discreta. ¿No le gusta la egolatría atribuida a los tenores?

Prefiero seguir siendo discreto y disfrutar un poco de mi intimidad, aunque es verdad que a veces me gustaría ser algo más conocido en ciertos entornos, como aquí en Las Palmas. Me conocen más en Madrid que en mi tierra. Pero el tipo de vida de los tenores muy famosos también tiene un coste y una responsabilidad.

Las treinta óperas de su repertorio, ocho zarzuelas u operetas, dieciséis oratorios e incontables lieder, todo en plena juventud, ¿forman un repertorio normal, o puede decirse que va muy rápido?

Rápido no. Es cierto que soy una persona muy inquieta. No me gusta estancarme. Respeto a la gente que sólo se dedica a la ópera o a mantener repertorios sinfónicos, pero a mí me gusta disfrutar de todas las facetas de la música. Es cierto que en este mundo es fácil encasillarte y que cuesta mantenerte en todos los lados. La ópera es siempre más mediática y más visible. Si cantas repertorio sinfónico, oratorio o lieder cuesta después meterte en la ópera. Siempre que puedo intento compaginar los dos mundos. Todas las posibilidades que te da la música vocal son interesantes y de todas aprendes.

En cuantos países ha cantado hasta el momento?

Estados Unidos, Colombia, Dinamarca, Suecia, Francia, Alemania, Israel o Grecia. Unos diez o doce. Esta profesión es bonita en ese sentido, que si te gusta viajar puedes conocer muchos sitios. Además siempre te alojas en el centro histórico de las ciudades, lo que te permite hacer turismo y conocer las culturas de los distintos lugares. A mí me ha ayudado a ser una persona tolerante, abierta y a adaptarme a lo que hay. En cada país los públicos son totalmente distintos, las formas de reaccionar, los gustos. En cada sitio te tienes que acostumbrar en pocos días a lo que te ofrecen; también a los cambios horarios.

¿Y cuáles han sido sus momentos estelares?

Ahora mismo me encuentro en un momento dulce de la carrera. Ha habido obras que te dan un lanzamiento. En 2004 estuve en Alemania en el Staatsoper de Berlín. Para mí fue una experiencia inolvidable. Pasé un año allí cuando estaba empezando y trabajé con los mejores directores, como Barenboim o René Jacobs, con tanta gente maravillosa y compañeros solistas que eran lo mejor del momento. Gracias a Frühbeck de Burgos viajé por muchos países promocionando la música española. Este año debuté una ópera que se llama Amletto (Hamlet) de Franco Faccio, un compositor que fracasó en el estreno y la partitura pasó al olvido durante 150 años. Se ha interpretado sólo dos veces. La han rescatado hace unos tres años en Suiza y ahora la misma producción que tuvo mucho éxito se representa en la ciudad de Chemnizt en Alemania. Me siento orgulloso de ser el primer cantante que ha debutado esa ópera en dicho país.

¿A qué se debe este orgullo?

Ha sido un exitazo y para mí ha marcado un antes y un después porque a pesar de ser una ciudad que no me conocía he obtenido muy buenas críticas. Es un papel protagonista de una ópera de tres horas. Ha significado un salto a los teatros alemanes al ser una obra que no se conoce y que interesa a pesar de no ser alemana. Para mí es un escaparate fantástico al poder cantarla en ocho funciones. Estoy en un momento de cambio de repertorio porque la voz ha ido ganando cuerpo, peso y anchura. Siempre me ha gustado también mucho el repertorio alemán y allí mi voz interesa por lo que me estoy planteando comenzar con roles wagnerianos. El año que viene debuto el Don José de Carmen. El mes próximo debuto el Requiem de Verdi. Estoy en una época de cerrar unas puertas y abrir otras a nuevos horizontes.

¿Qué siente, tranquilidad o nerviosismo, cuando es dirigido por maestros como Dutoit, Barenboim o Bychkov, por citar algunos de los famosos con los que canta?

Ilusión y responsabilidad. Cuando los directores son grandes es por algo. Con ellos es todo más fácil, las orquestas son maravillosas, al mínimo gesto que hacen al dirigir todos los músicos los siguen. A veces los más exigentes son los que tienen peor calidad musical.

Comenzó sus estudios con el tenor Mario Guerra en Las Palmas y los concluyó con María Orán en Tenerife. ¿Es cierto que en sus comienzos cantó como barítono hasta que encontró su voz en la cuerda tenoril?

Empecé de tenor, pero el sistema te obliga a encasillarte rápidamente. Cuando estás en el conservatorio y llegas a tercero tienes que elegir tu registro. Siempre estás con la duda. De hecho, Kraus me escuchó unas cuantas veces. La primera, me dijo que era barítono, la segunda, que era tenor y la tercera, que no sabía. Como siempre he tenido buenos graves me dijeron que cantara de barítono, así que hice hasta el grado medio, pero luego siempre estaban los demás con la duda de si era tenor o no. En un momento dado me comencé a preparar un repertorio de tenor y fui a que me escuchara María Orán que me dijo que estaba claro mi registro, así que tuve que prepararme un repertorio distinto con otra tesitura y forma de cantar.

¿Cómo ha adquirido su facilidad interpretativa en todos los repertorios, barroco, clásico, romántico y actual?

Intentando formarme mucho, aprendiendo todo lo que pueda de los directores y compañeros con prestigio ganado a pulso, escuchando mucho, e intentando hacerlo siempre con la mayor seriedad y disciplina posible.

¿Qué opina de otros tenores canarios con amplio espacio internacional, como Jorge de León o Celso Albelo?

Para mí es un orgullo. Jorge y yo acabamos en la misma promoción. Celso, en años posteriores. En todos lados preguntan qué tenemos los canarios para que haya tantos tenores y todos canten tan bien. Me gusta que haya cabida para todos. Además, ninguno coincidimos en repertorio y estilos. Ellos son personas que se dedican más a la ópera y lo que tienen lo han luchado durante muchos años.

En su servicio a la música escénica española, ¿cuántas veces habrá cantado por el mundo los Mal hayas de La vida breve de Falla?

Cerca de 100. Ha sido una obra que me ha dado muchas satisfacciones, me ha abierto muchas puertas y me ha permitido recorrer el mundo. Ya he grabado dos discos con ella, uno con la orquesta nacional, y ahora en marzo sale otro. Ha sido un rol muy descarado, abierto, en el que empiezas la ópera, una música pegadiza.

¿Le gustaría dar masterclasses en Canarias?

Si me lo ofrecen, encantado. La docencia es una faceta que me gusta mucho y no se me da mal. En un futuro quizá me dedique a dar clases, no lo descarto.

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