El Teatro Guiniguada ha programado un concierto muy especial, el próximo lunes 8, a las 20.30 horas, que llenará el espacio de toda la energía y el ritmo vital que rodea al desierto nigeriano. Sus protagonistas son Les Filles de Illaghadad, un combo integrado por tres destacadas artistas de este país que llegan a Canarias para mostrar la música tuareg más contemporánea, un tipo de rock entre la vanguardia y la canción folclórica rural, adaptando la antigua tradición de su pueblo nómada.

Les Filles de Illighadad es un grupo de avant-rock que procede de la pequeña localidad nigeriana de la que toma el nombre, un recóndito pueblo africano de casas de barro rodeado de desierto. Hay algo de salvaje vanguardia en el sonido de este trío nigeriano que redimensiona la concepción del folk rural, de la música tuareg, de los límites del avant-rock, del after-folk y tantos subgéneros más.

La líder de la banda es Fatou Seidi Ghali, una de las pocas guitarristas de la región, de formación autodidacta y que aprendió casi a escondidas. Un claro referente contemporáneo y revolucionario. En su música, el grupo da un giro al folk rural gracias a sus riffs de guitarras, voces polifónicas, percusión tradicional y un sonido orgánico y atemporal. Fatou y Les Filles, al contrario de los grupos más conocidos de rock Tuareg que prefieren utilizar el djembé o la batería, incorporan el tambor tradicional (Tende) y la calabaza sumergida en agua para acompañar rítmicamente las voces y la guitarra.

El grupo surge dentro de un mundo musical dominado por hombres para transmitir diferentes tipos de emociones y herencias sonoras a través de sus guitarras. Estas tres jóvenes heroínas de la música africana quieren transmitir a nuevas audiencias las canciones de su pueblo transformadas a través de nuevas ideas, pero preservando su origen artesanal. Desde que su disco Eghass Malan, en el que usan la guitarra eléctrica, fue lanzado a través de Sahel Sounds han logrado recorrer muchos escenarios del mundo presentando su particular visión de estos sonidos y proyectando una autenticidad total.

No es raro que se entienda la dimensión de Les Filles de Illighadad como una auténtica epopeya de la reivindicación feminista en un territorio que aún mutila a las mujeres: redimensionan el espacio público, el papel de la mujer, rompen límites, universalizan la facción más natural de su cultura, reivindican las bondades de su tierra, pero lo hacen desde un espacio diferente, sin occidentalizarse, pero tampoco escudándose detrás de figuras masculinas: ellas son las dueñas y señoras del primer minuto del resto de la vida de la música tradicional tuareg y de su expansión en el resto del mundo.