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Entrevista | Maruja Salgado

"El poder no quiere que se sepa la verdad, sino mantener al pueblo engañado"

"Los hechos se centran en lo acaecido cuando los falangistas sacaron de sus casas a varias personas y las mataron", señala la maestra y escritora

La escritora Maruja Salgado en su domicilio. josé pérez curbelo

Indudablemente, su novela ¡Haz algo por mí! es un valioso servicio a la memoria histórica del país?

No sé si valioso, pero la he escrito con esa intención, para que sea un servicio a la memoria y para que los jóvenes que no recuerdan esos hechos porque los desconocen sepan de ellos, permanezca en el tiempo esa injusticia y que no se vuelva a repetir.

¿Cuáles fueron los tristes hechos que ha investigado como base de su narración?

Se remontan al mes de abril del año 1937, ocho meses después del alzamiento que dio lugar a la guerra, cuando un grupo de falangistas, no todos de Gáldar, si no también de Las Palmas y Arucas, apoyados por los de Gáldar y por los vecinos, cometieron la iniquidad de sacar de sus domicilios a 14 personas. Aunque no todas fueron asesinadas esa noche, muchas de ellas fueron tiroteadas y arrojadas al pozo de Las Brujas en Arucas donde han aparecido restos de 24 personas, 14 de Arucas, varios de Gáldar y otros cuatro no han sido identificados por diferentes motivos. Es una novela ficticia, pero que recoge esos hechos reales en diferentes episodios en que se habla de cómo estas personas fueron expulsadas de sus hogares y de lo que recuerdan sus familiares, los cuales en algunos casos estuvieron presentes porque he hablado con personas bastante ancianas, y en otros casos porque se les ha contado a los nietos o sobrinos.

Ochenta años han pasado desde el final de la guerra incivil española, pero en la memoria de sus informadores, galdenses o no, todo sigue muy vivo?

Sí, mis informadores son todos galdenses. Hablando con ellos te das cuenta de que 80 años en realidad es muy poco tiempo para borrar el dolor que se produjo esa noche.

Ha querido dar forma de ficción novelada a los hechos reales. ¿Cree que la literatura es más eficaz que la historia?

No, quería que no fueran hechos fríos, que tal vez estén ya relatados en otros volúmenes. Además no tenía tantas historias como para crear un libro. Quería darle un poco de entidad. Entonces se me ocurrió la idea de la novela. Sin embargo, esta va por un lado y las historias por otro, es decir, que se ve claramente qué es lo real y qué lo ficticio.

Dedica su esfuerzo a los jóvenes para que no incurran en intolerancia y luchen por un mundo de libertades y respeto, que algunos sectores creen amenazados. ¿También usted?

Sí, por supuesto. El objetivo de este libro, a medida que lo fui escribiendo, se basó en dedicarlo a los jóvenes. De hecho, ya se está trabajando en uno de los institutos de Gáldar y la próxima semana lo repartiré por el resto de institutos de la zona para que se trabaje con el alumnado.

Su prologuista y colega, María Gutiérrez, cita muy atinadamente a Steiner: "Lo que no se nombra no existe". Ese pensamiento, ¿es en usted reivindicativo?

Estoy totalmente de acuerdo con estas palabras. Las palabras le dan vida a todo lo que está a nuestro alrededor, pero que apenas percibimos, que no somos capaces de nombrar y de dar su espacio en la historia y en la vida.

Todos los nombres de la novela son ficticios, pero lo que cuentan fue real. ¿Le han pedido respetar el anonimato?

Sí, algunas personas me han pedido respetarlo, con otras lo he decidido yo porque no quiero nombrar, sobre todo, a quienes cometieron las iniquidades porque sus nietos, sus descendientes, no tienen ninguna responsabilidad en lo que esos antepasados pudieron haber hecho y no quiero dañar a nadie. Otros nombres son reales porque también me lo han pedido los descendientes, en este caso, de una persona asesinada y los de otra torturada, encarcelada y luego reprimida hasta que murió anciana.

Represaliados, desaparecidos, familias vencidas y vejadas?, una tragedia. ¿Cómo se explica que aún queden tantos franquistas?

Eso mismo me pregunto yo. Fue todo muy silenciado. La mentira también ha ocupado y ocupa muchos espacios, sobre todo, de poder que sigue en las mismas manos y no le interesa, por regla general, que se conozca la verdad, que la persona sea culta, averigüe y sea capaz de razonar con sus propios medios. Así es muy fácil mantener a la población engañada y que una y otra vez los descendientes del franquismo sigan obteniendo votos en las urnas, algo inexplicable bajo mi punto de vista.

¿Cómo habría que consolidar de una vez por todas los sentimientos de concordia y respeto?

Pienso que hablándolo mucho con la máxima tolerancia por las ideas del otro, pero no por los actos reprobables. Creo que en la confrontación de los diferentes puntos de vista de las distintas formas de ver la vida podemos llegar casi siempre a entendimientos y si no se llega tampoco significa que nos creamos portadores de la verdad absoluta y que tengamos que imponérsela a nadie.

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