Desde la Antigüedad existen distintas obras donde hemos podido aprender una parte de la cultura grecolatina gracias a las leyendas literarias y poemas protagonizadas por antiguos dioses y héroes. Lo curioso es que en algunas de ellas se hace mención de unas regiones localizadas en el Atlántico, que ocupaban un lugar importante ya que estaba cubierta por un misticismo narrativo y sobrenatural, donde se hablaba de un lugar que estaba en el extremo del mundo reservado para aquellas personas justas y afortunadas.

Cierto es que, para los historiadores, estas islas de las que se habla pueden pertenecer a cualquiera de las islas de la macaronesia o simplemente a la fantasía de aquellos autores clásicos que se dejaban llevar por las historias de los viajeros. Pero no niegan que los navegantes fenicios del mediterráneo en su etapa de colonización y comercialización pudieron haber llegado a conocer Canarias debido a su cercanía con África, ya que ellos practicaban la navegación de cabotaje y era normal que desde las costas africanas (zona de Marruecos y Mauritania) se pudiese contemplar en el horizonte las islas mas cercanas, Lanzarote y Fuerteventura o Cabo Verde.

¿Cuántas veces hemos oído hablar de la tragedia de Troya inspirada en la obra de La Odisea de Homero? Pues en esa historia, hay un fragmento que habla de los Campos Elíseos, una región que está en el Océano Atlántico, compuesto por un clima suave y de unos -soplos de Céfiro- que podrían referirse a los vientos alisios.

"Los inmortales lo enviarán a la llanura Elisia, al extremo de la tierra, donde está el rubio Radamanto. Allí la vida de los hombres es más cómoda, no hay nevadas y el invierno no es largo; tampoco hay lluvias, sino que Océano deja siempre paso a los soplos de Céfiro que sopla sonoramente para refrescar a los hombres". Homero, 'La Odisea' (siglo VIII a.C).

Un siglo después, el autor griego Hesíodo hablaría del Jardín de las Hespérides en su obra Teogonía. El geógrafo romano Pomponio Mela recupera esta narrativa y la ubica en su obra Cartografía donde habla de una isla con una gran montaña. ¿Puede ser el Teide?

"A la vista de estas partes requemadas están las islas, que dicen haber poseído las Hespérides. En los arenales está el monte Atlante, levantándose cerrado y apiñado sobre grande falda, [...] y cuanto más se encumbra, más delgado, el cual para subir sobre las nubes más arriba de lo que la vista puede alcanzar. Se dice que no solo toca con su cumbre el cielo y las estrellas, sino que las tiene acuestas. Contrapuestas están a este monte las Islas Fortunadas". Pomponio Mela, 'Cartografía' (siglo I d.C).

Uno de los mitos más famosos y conocidos es el de la Atlántida recogida por el filósofo Platón en sus dos obras Timeo y Critias del siglo IV a.C. Para el sacerdote e historiador del siglo XVIII José de Viera y Clavijo, defendía que el origen de Canarias y de su población era el mito de la Atlántida, un tema que fue debatido por el historiador grancanario Gregorio Chil y Naranjo que no estaba de acuerdo en esa teoría literaria. Se supone que este mito hablaba de una gran isla de características continentales conectadas con otras islas que fue hundida, y las islas de la macaronesia (Islas Canarias, Cabo Verde, Madeira, Islas Salvajes y Azores) son los restos de esa gran civilización.

El último mito del que vengo hablar y puede que el más famoso de todos es el de Hesiodo, autor que mencioné con anterioridad, sobre el tema del Jardín de las Hespérides. En su obra Los Trabajos y los Días conocemos la primera vez que se habla de las Islas Afortunadas, un mito que forma parte de la cultura y del imaginario de todos los canarios actualmente. Personajes ilustres como Leonardo Torriani, Abreu Galindo o Alonso de Espinosa han ayudado a la historia y literatura a mantener este mito.

"Allí viven ellos, con el corazón libre de cuidados, en las islas de los Afortunados, en los bordes del voraginoso Océano, felices héroes a quienes fecunda tierra da tres veces al año dulce y floreciente fruto". Hesiodo, 'Los Trabajos y los Días' (siglo VII a.C).

La literatura tiene un componente de fantasía y de ficción. De la misma manera que el origen de Roma tiene dos famosas narrativas como la de Rómulo y Remo o la del superviviente troyano Eneas, Canarias también tiene su lugar en esa literatura fantástica de la etapa clásica.

Los cronistas de la Antigüedad que han ayudado a los historiadores a saber si las civilizaciones del Mediterráneo conocían el archipiélago canario son: Plinio el Viejo en su obra 'Historia Natural' donde habla de las Fortunae Insulae compuestas por seis islas; Arnobio de Sica en su libro 'Pugna contra los gentiles' en el que aparece un pasaje con el nombre Canarias Insulas donde la coloca en el fin del mundo; Hannón el Navegante y su periplo por las costas del atlántico africano; la expedición del rey de Mauritania Juba II que hace una descripción de las islas y es la persona que le pone el nombre a una de ellas como Canaria.