La Provincia - Diario de Las Palmas

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Antonio Márquez

"La danza española clásica necesita un cambio de mentalidad institucional"

"Tenía que reponer estas dos obras clásicas porque ya no existen compañías de este género en España", afirma

El bailarín sevillano Antonio Márquez durante una representación en 2017. lp / dlp

¿Por qué ha elegido dos de las obras más emblemáticas del repertorio de la danza española en su regreso a Gran Canaria?

Creí que debería reponerlas porque ya no existen compañías de este género en España. Por otro lado, El sombrero de tres picos y el Bolero de Ravel han sido obras muy importantes en mi vida. Tuve la oportunidad de inaugurar El sombrero de tres picos en el Real con una coreografía original de Antonio Ruiz Soler, que montó para el Ballet Nacional, y pude bailarla como primer bailarín. Pero también la bailé en la versión de José Antonio Ruiz y en la rusa de Diaghilev. En esta ocasión yo intento darle un toque un poco más personal, pero manteniendo la esencia de las dos anteriores y actualizadas. Yo a los bailarines les doy una facilidad para que aportan algo de ellos a los personajes. Trato de que ese molinero y esa molinera aporten algo nuevo al ballet, que introduzcan su técnicas, les dejo facilidad para que se expresen con nuevos movimientos o piruetas. Pero, además, creí que debería reponerlas porque ya casi no existen compañías de este género en nuestro propio país.

¿Y aporta ese toque innovador también en el Bolero de Ravel?

Sí porque es el resultado de tres visiones diferentes de esta danza que creé con otros dos corógrafos. Uno era más innovador, el más tradicional que era yo y el más flamenco Currillo. Pero yo quise hacer una esencia de las tres. Es una obra muy repetitiva, pero con gran fuerza tremenda. También adelanto que habrá una tercera pieza sorpresa, que va a ser secreto, como un brindis, un regalo al público de Canarias que siempre me ha demostrado un gran cariño. Ahora estamos con Medea, también del repertorio, y del maestro José Granero, pero eso ya será en otra historia.

¿Al final usted no sale en El Sombrero de tres picos ?

De momento no, pero puede que salga y haga algo. Eso son sorpresas que yo voy dando. Soy una persona que he estado toda mi vida con la danza, me siento muy bien en ella y dependiendo del día voy cambiando. Mi misión es guiar a los bailarines nuevos. Y es una forma importante de lograrlo entre chicos de 20 y pico años cuando ven que un tipo de 50 y pico años como yo bailando. Vamos el día 23, pero espero que guste tanto que hay otra función, haya un día 24.

¿Cuál es la situación de la danza española actualmente?

Nos hace falta más apoyo. La televisión y el cine, dos de los medios más importantes para vender, no nos apoyan. Me acuerdo la época de Gades cuando hizo películas como Carmen o Bodas. Eso llamaba muy rápido la atención del público y creaba un espectador que, rápidamente, iba a ese tipo de eventos. Llevamos varias décadas que no existen. La danza no tiene el glamour de los Goya, y está perdiendo su territorio. Pero cuando se sube una compañía de esta categoría al escenario y representa una obra, al final es una de las artes que más rápido llegan al corazón y al sentimiento del público.

¿Y cuál es el origen de esta crisis de la danza española?

El que las grandes compañías hayan desaparecido y surgido pequeñas compañías que tienen nombre propio y se forman con una o dos personas que, al final, termina bailando flamenco o una danza más vanguardista. Cuando la gente sale del conservatorio está preparada para hacer danza clásica española. Pero no tienen compañías, directores o coreógrafos que sigan representando. Al final todos tenemos que trabajar y al final hacemos lo que podemos, y por eso abandonas las clases con 18 años y empiezas a buscarte la vida como puedes. Y ahí empiezan a abandonar la danza clásica española.

¿Cuáles son las herramientas de un buen bailarín?

Primero dominar los pasos, que es la forma que tiene un artista de poder transmitir. Pero de donde sale la magia es del sentimiento que tú transmitas a esos pasos. Y nosotros nos preocupamos de hacer pasos supercomplicados, maravillosos, dificilísimo para un bailarín porque nos gustan los retos. Pero a veces nos olvidamos de lo más importante que es que cada paso está detrás de un sentimiento, una música, un color, un olor.

Pero supongo que todo eso también tendrá que ver con el talento del propio bailarín.

Siempre ha habido personas que han tenido una sensibilidad, otros una elasticidad y otros una preparación técnica maravillosa. Y por eso el arte es tan volátil y te puede gustar uno más u otro. Pero a veces queremos juzgar a todos los bailarines por igual. Y ese es el problema, ya que cuando metemos a 20 alumnos en una clase tenemos que saber cómo es cada uno. El profesor y la persona que los dirige tienen que saber qué es lo mejor que puede dar cada uno y desarrollar los valores de cada uno de ellos.

¿Le ha ocurrido eso a usted?

Está el caso del alumno al que no le hacen caso y de repente le pides que te improvise algo y sorprende no sólo al profesor que tiene detrás sino a sus propios compañeros. Porque no todos somos iguales y hay gente que no tiene esa facilidad y en vez de ayudar a comprenderlo lo que haces es humillarlo. El alumno se empieza a acomplejar y sólo puede que salga porque alguien lo rescate. O puede que quede decepcionado y no tenga esa fortaleza para seguir adelante. No sabemos muchas veces la cantidad de talento que hemos podido perder en un aula.

¿Qué se debería hacer con la danza española actualmente?

El Ministerio de Cultura señala que conservarla, cuidarla y prevalecerla, pero ¿lo estamos haciendo? Yo creo que antes de meternos en tanta vanguardia y empezar a hacer la casa por el tejado debemos pensar si lo estamos conservando como debemos.

¿Y la administración no debería ´ vigilar que así sea?

La administración quiere imponer el sistema, pero le cuesta mucho cambiarlo. En los organismos públicos habitualmente trabaja un funcionario que lleva mucho tiempo, quizás toda la vida, y es muy matemático. Su idea de los que es una compañía se la transmite al director, y este al ministro. Y el propio sistema funciona igual. Sigue el mismo sindicato de la danza, el mismo comité de sabios. Pues yo creo que tiene que haber un cambio institucional desde dentro. No solo cambiar los ministros y los presidentes, sino cambiar la mentalidad del funcionario, de decir que hay mucha gente por la que puede apostar, y no estar apostando por lo mismo. Porque, de qué sirve que te den dinero, si no puedes matener las compañías.

¿Y esto afecta a las compañías que están empezando?

Sí, porque en general no quieren dinero, quieren teatros y la posibilidad de representar de forma regular para poder mantener sus compañías. Una producción equivale a uno o dos meses de ensayos, aunque no se les pague ni siquiera a los bailarines, que son los más perjudicados. Lo importante es la compañía, y después todas esas estrellas, esos grandes bailarines. Cuando yo llegué al Ballet Nacional de lo que me enamoré fue de la Escuela del Ballet de España, y no de los bailarines. Me enamoré de mis compañeros que fueron los que me animaron. Y luego conocía a la compañía y a mis maestros. He ido llegando a cosas sin ser consciente de lo que estaba consiguiendo, porque mi mayor deseo era aprender y bailar, y hoy sigue siendo mi filosofía de trabajo.

Y me imagino que todo eso afectará mucho a los bailarines de forma individual.

Es como los médicos que se tienen que marchar porque aquí no tienen oportunidades. Pero, siendo un bailarín de danza española, a dónde vas, no hay otro destino que no sea España. Japón viene a desarrollarse aquí. Y lo peor es que, al final, lo más perjudicado es el propio arte.

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