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500 años de la muerte del universal renacentista italiano

L'uomo universale del Renacimiento

Su curiosidad intelectual le hizo adentrarse por los rincones de lo conocido y extender su mirada hacia lo inexplorado

'La Gioconda'. LP/DLP

Parece haber un consenso general en aceptar que es Leonardo da Vinci quien mejor encarna el ideal del hombre renacentista, l'uomo universale. Algunos han propuesto otros términos con peor fortuna, pero coincidentes en su significado, polímata, por ejemplo viene a indicar una persona que posee muchos conocimientos, que es capaz de adquirir muchos conocimientos. Se trata, ni mas ni menos, que de la infinita curiosidad del hombre por conocer y comprender todo lo que se encuentra en el horizonte de su existencia. No es que en el medievo no existiera ese afán por comprender la realidad. Se da un cambio de perspectiva, de paradigma, en cuanto a qué conocer y para qué conocer. Esta pequeña reflexión tiene por objeto recordar algunas ideas que conforman el suelo ideológico en el que enraíza el nuevo ideal de hombre, del que Leonardo es un vivo ejemplo.

Peregrino

En el medievo el hombre es considerado fundamentalmente como un peregrino ( homo viator). Arrojado del paraíso, su existencia consiste en caminar en busca de la patria perdida. Las peregrinaciones a lugares considerados sagrados que en esta época tan en boga están, son una metáfora de la condición humana. La expresión litúrgica califica al mundo de "destierro" o de "valle de lágrimas", lo que es bien significativo. Para el hombre medieval el mundo es un lugar de paso, urgido, como está, de alcanzar la meta tan fervientemente deseada.

Los renacentistas rechazan categóricamente esa visión oscurantista, a veces con expresiones que reflejan un no disimulado menosprecio, Petrarca se felicita porque ya se ha salido de "la tenebrosa noche de mil años", refiriéndose a la Edad Media.

En lo que se refiere al tema que nos ocupa, yo creo que es Pico della Mirandola quien mejor describe la esencia del nuevo hombre, del uomo universale, en su discurso Sobre la dignidad del hombre. Hace suya, como punto de partida, la expresión de Mercurio, dirigida a Asclepios: "¡Qué gran maravilla, oh Asclepios, es el hombre! La cosa más digna de admiración que existe en el escenario del mundo". Pero, ¿qué le confiere al hombre tan reconocida dignidad? Éste es el lugar que Dios reserva a Adán en el momento de la creación y las tareas que le asigna. Así habló Dios, según nuestro autor: "No te hemos dado , oh Adán, ni una sede precisa ni una naturaleza peculiar , ni una función especial, con el fin de que tengas la sede, el aspecto y las funciones que tú mismo elijas, según tu deseo y tu juicio. Los demás seres tienen una naturaleza definida por las leyes que Yo he establecido. Tú, al no estar constreñido por estrechas barreras, según tu libre albedrío, en cuyas manos te he puesto, decidirás tu naturaleza. Te he puesto en el centro del universo para que desde allí divises más fácilmente todo lo que en el universo existe. No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal para que te forjes tú mismo la forma que prefieras, como un libre y noble escultor y forjador de ti mismo. Podrás degenerar hacia los seres inferiores, los animales irracionales, o regenerarte hacia los superiores, los divinos, según la voluntad de tu juicio.

He aquí magníficamente expuesto el modelo del hombre nuevo renacentista frente al del medievo. Si leemos con detenimiento el texto de Pico della Mirandola, encontramos las pinceladas que dibujan con precisión el retrato de este ideal.

En primer lugar, el autor nos presenta al hombre como un ser que inicialmente no cuenta con una esencia definida. No es como el resto de los seres que cubren la faz de la tierra. Éstos son lo que son, "su naturaleza está constreñida en los estrechos límites" que su creador le ha impuesto. El hombre, pura razón y libertad, no tiene límites prefijados y "está obligado" a forjarse a sí mismo, ser el protagonista de su destino. Y esto, repito, gracias a su libertad, que no es una mera posibilidad de elegir entre dos opciones, sino la real capacidad de crearse a sí mismo como una verdadera obra de arte. El período renacentista está plagado, en todas las facetas de la actividad humana, de excelsas individualidades, que se alzan sobre la mediocridad. La exaltación del individuo tiene aquí su origen. Incluso encontramos grandes individuos destacados por su perversidad. Ya lo advierte. El ejercicio de la libertad entraña el riesgo de la degradación.

El texto indica además la posición del hombre en el universo. Exactamente en el centro lo sitúa Dios. Casi desplazándolo a Él mismo. Del teocentrismo medieval al antropocentrismo moderno. Un explícito reconocimiento de que el mundo es su propia casa. No es, por tanto, el hombre un homo viator, un peregrino, antes al contrario, es él su verdadero propietario, y, como tal, viene obligado a conocer profundamente cuanto en él sucede y las causas que lo motivan. Es el mandato claro de la observación y experimentación, pilares básicos de la nueva ciencia, que, a partir de ahora, inicia un camino menos incierto, más seguro. Pero no basta el conocimiento. Hay que hacer del mundo un lugar más habitable. Para ello el hombre posee la capacidad de cambiar el curso de los fenómenos para adaptarlos a su conveniencia o transformar la naturaleza en artificio para mayor comodidad o para mayor goce estético. El nuevo hombre adquiere así el carácter de creador. Creador de objetos útiles, creador de un mundo ideal en el arte y creador de sí mismo. Un auténtico cambio de paradigma respecto al pasado.

Los renacentistas practicaron esta pluralidad de caminos, animados de un espíritu de curiosidad infinita, y entendieron que ser hombre implicaba significaba caminar en esa dirección para finalmente comprender el lugar preeminente del hombre en el cosmos, al abrigo de los valores que conforman su esencia y dignidad. Éste es uomo universale del renacimiento. La "polimatía", la erudición son sólo vías a recorrer por el hombre para llegar a ese objetivo humanista último.

Nada me es ajeno

¿Fue Leonardo da Vinci un espécimen de los que venimos hablando? Con frecuencia se reconoce en él el modelo de l'uomo universale. Muchos de los eventos que, con motivo de la conmemoración de los quinientos años de su muerte, se han organizado por toda la geografía europea, así lo confirman. En Venecia, en Milán, las exposiciones al efecto llvan este título Leonardo da Vinci, l'uomo universale. Su trayectoria vital parece hacerlo merecedor de tal honor. Su curiosidad intelectual le hizo adentrarse por los rincones de lo conocido y extender su mirada hacia lo inexplorado. Leonardo podía hacer suya la máxima de Terencio: " Homo sum et humani nihil a me alienum puto". Soy hombre y nada humano me es ajeno.

Arte, ciencia y técnica, perfectamente imbricadas como formando un corpus único del saber. Así fueron consideradas por Leonardo en el ejercicio libre de su actividad intelectual.

El mundo se ha hecho desde entonces enormemente complejo y el conjunto del conocimiento difícilmente abarcable. Ha sido, pues, necesario parcelar el saber para lograr una mayor profundidad en la mirada. La especialización a ultranza ha entrañado, el riesgo inevitable de la pérdida de esa visión integral. Los árboles impiden ver el bosque. Pero cada día se hace más necesaria y urgente una visión totalizadora que dé sentido a todas las perspectivas.

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