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Entrevista | Jorge M. Reverte

Jorge M. Reverte: "No hay nada bello en la revolución o en la guerra, salvo los ideales"

"Los curas libidinosos, los policías corruptos hacen que la trama parezca muy de hoy", afirma

Jorge M. Reverte: "No hay nada bello en la revolución o en la guerra, salvo los ideales"

¿Iba a escribir una novela sobre el único español que murió en el desembarco de Normandía, Manuel Otero, y le salió una novela de amor?

Se trataba de utilizar una anécdota, aunque por supuesto fue más que eso para Otero, como hilo de la acción. Y era buena, porque fue una historia única. Pero el personaje no tenía, que se sepa, más esquinas interesantes. Al empezar a escribir su falsa historia, pensé que la falsedad, o sea, la ficción que le podía añadir al personaje no tenía por qué limitarse, así podía incorporar elementos importantes como el caciquismo o, bajando a lo personal, la educación sentimental de nuestro héroe. Y apareció Yolanda? y apareció la libertad, y apareció el amor.

Parece una novela de aven-turas, aunque narra la crudeza de la guerra sin ahorrar los detalles.

Es una novela de aventuras en la que es trasfondo es verídico. Pero no hay nada bello en la revolución o la guerra? salvo los ideales, y habría que sentarse a pensar esa afirmación, porque los ideales superiores son los que permiten matar en el combate o bombardear civiles. La guerra es repugnante se mire como se mire, por mucho que algunos vayan a ella trasportados por una virgen o por un eslogan igualitario. Eso no quiere decir que no haya enormes diferencias entre los que luchaban por mantener unos privilegios y los que querían abolirlos.

Usted describe de una forma muy vívida la batalla de Brunete, en la Guerra Civil, o el desembarco de Normandia, que decidió el final de Adolf Hitler, y en los que participa su protagonista, a semejanza de Manuel Otero.

Porque he hablado, para mis libros de historia, con muchos combatientes y puedo distinguir si alguien cuenta o no la verdad cuando refiere un hecho bélico. La realidad suele ser confusa.

¿ Libre te quiero es una especie Guerra y paz proletario?

Ya me gustaría. Creo que he conseguido narraciones verosímiles con escenas como la defensa de la Casa de Campo por los fígaros, el pequeño destacamento de peluqueros madrileños que se enfrentó a los legionarios una noche de 1936 y casi no dejaron supervivientes. Y Chaves Nogales no podía contarlo todo...

Es también un canto a la literatura. Hay dos libros que son auténticos talismanes.

El libro de Julio Verne representa la modernidad para Manolo. El de Tolstoi, la profundidad. Con esos libros, se educa, se vuelve mejor, para poder sobrevivir en un mundo embrutecido.

Un cacique que conspira con Mola contra la República y que va a putas en A Coruña, la ciudad donde vive.

Todo es coherente. Ir a casa de la Apacha es tan nacional-católico como ir a misa. Don Manuel está 'obligado' por su estatus social a 'hacer un hombre' a Manolo. Es su padrino. Y toda la trama de la novela está marcada por las obligaciones, y por supuesto por las perversiones, poco ocultas a la hipócrita sociedad de la época, del cacique.

Manolo se 'hace hombre' antes de abrazar el anarquismo.

Manolo cambia, o empieza a cambiar, cuando conoce a los revolucionarios y empieza a oír la música del comunismo libertario. Desde entonces ya no para de hacerse eco de muchos estímulos.

Una monja devota de Manuel Azaña que practica el nudismo y el amor libre, curas libidinosos, policías corruptos?

Por orden. El personaje de Yolanda es tan importante en la novela como el de Manolo. Y Yolanda experimenta una evolución enorme, que la lleva a abandonar los hábitos y a cambiar en una sociedad convulsa y muy viva. Yolanda lucha cada vez por su libertad. en todos los ámbitos, en el del amor, del se-xo, del trabajo, los viajes"? En cierto modo es un espejo de las mujeres republicanas. Los curas libidinosos, los policías corruptos, hacen que la trama parezca muy de hoy. Y don Manuel encarna el odio, el de la España negra, a ese deseo de libertad. El episodio de las 13 Rosas marca el cénit de ese odio. La novela acaba con un grito de libertad de Yolanda, cuya lucha da título al libro.

Desfilan los principales actores del convulso siglo XX: de Casares Quiroga al alcalde de Vallecas Amós Acero o la fotógrafa Gerda Taro, y los generales que desde un bando y otro hicieron la guerra.

Porque son esenciales para que la trama sea verdadera. No están ahí para servir de mera referencia, sino para explicar las decisiones de Yolanda y Mano-lo. Son personajes históricos, por supuesto, pero también literarios.

Pone en tela de juicio la honradez del fotógrafo Robert Capa o los méritos militares de figuras como José Buenaventura Durruti o el comunista El Campesino.

Capa fue el gran innovador del fotoperiodismo, pero hizo una enorme chapuza que comprometió su credibilidad con el montaje de la muerte del miliciano en la batalla de Cerro Muriano, en Córdoba. Durruti fue muy fanfarrón, y El Campesino era un asesino de sus hombres, sin escrúpulos, y al parecer, un cobarde.

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