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Día Mundial de los Océanos

Macaco: "La palabra revolución nunca me ha gustado mucho, prefiero la evolución"

El popular cantante, comprometido con el medioambiente, pide la protección de los océanos para defender la biodiversidad y frenar el cambio climático

Macaco es activista de Greenpeace desde hace muchos años. Aida M. Pereda

Diminuto planeta azul. Así contempla Macaco el mundo a bordo del Arctic Sunrise, como cuenta en el single de su nuevo disco, 'Civilizado como los animales'. En la cubierta del rompehielos de Greenpeace, el popular cantante barcelonés, que construye mensaje a través de la música, se siente como pez en el agua. Este icónico buque es "un altavoz buenísimo para hacer un poquito de eco de lo que está sucediendo con los mares y con el planeta", advierte.

Hoy se celebra el Día Mundial de los Océanos, pero en la actualidad sólo el 3% de los océanos está protegido. Por ello, la organización ecologista, que se encuentra inmersa en una expedición por todo el planeta -desde el Ártico hasta la Antártida- para documentar las numerosas amenazas que ponen en peligro el buen estado de salud de los mares, exige a Naciones Unidas la aprobación de un Tratado Global para proteger al menos un tercio de los océanos para defender la biodiversidad y frenar el cambio climático.

-Eres el claro ejemplo de que la fama no está reñida con el compromiso.

-Yo creo en el equilibrio en la vida. Es una manera de pensar, una manera de ser, que siempre me ha acompañado y con la que he crecido. Aunque cuando eres medianamente popular tu imagen ya no te pertenece, yo soy como un panadero o cualquier otra persona. Por mi trabajo transmito unas ideas a través de la música y la poesía e intento ser coherente, aunque no siempre se puede.

Macaco habla de los pequeños gestos que realiza cada día para cuidar el planeta.Vídeo: Aida M. Pereda

-¿Te gustaría realizar una expedición a bordo de este barco de Greenpeace para ver en primera persona las consecuencias del desastre que estamos provocando?

-Totalmente. Mi relación con Greenpeace viene desde hace años y es un honor y un placer estar aquí en el Arctic Sunrise. El problema de los océanos es realmente grave. La mayoría del oxígeno que respiramos viene del mar, pero solamente el 3% está protegido. Para 2030, el reto es conseguir que el 30% esté protegido. Y luego está todo el delirio éste del plástico, que es tan difícil de esquivar. Pero hay alternativas. Una pajita corriente tarda 500 años en descomponerse, pero existen pajitas de bambú. Creo que entre todos tenemos que hacer muchas acciones y yo, todo lo que pueda hacer como personaje público, entre comillas, como activista y en mi vida diaria.

-Tu nuevo disco se llama 'Civilizado como los animales', ¿crees que lo que llamamos evolución no es en realidad tal?

-El título del disco viene de una canción de Roberto Carlos que escuchaba con mi papá cuando era niño. Fue el primer himno hispano-latino medioambiental y estuvo prohibido por la dictadura brasileña y ahora, precisamente, están a las puertas de una dictadura envuelta en una democracia.

La palabra revolución nunca me ha gustado mucho, me gusta más la palabra evolución o quizás devolución. Muchas veces, mirar hacia atrás nos hace avanzar. Creo que tecnológicamente hemos crecido muchísimo y que todo tiene las dos caras y no hay blancos y negros, hay grises. Ahora es un momento en el que las clase política y los gobernantes tienden mucho a estás conmigo o estás contra mí y creo que tenemos que ir un poquito más allá. Volver un poquito a la esencia de las cosas. Existe un fantasma en la comunicación. Vivimos a través del Instagram, estamos todos muy enganchados, colgando cosas continuamente, mirando esa pantalla que nos parece que es la realidad cuando nos tenemos que mirar un poquito más a los ojos, tocarnos más, retroceder. El ser humano ha evolucionado muchísimo tecnológicamente, pero no acabamos de evolucionar con nosotros mismos, con el trato, con una comunicación más directa, más personal.

-Recientemente, hemos visto a jóvenes de todo el mundo salir a las calles exigiendo el respeto al medioambiente, ¿crees que las nuevas generaciones están más concienciadas en torno a esta causa?

-Me hace muchísima ilusión que los más peques estén también ahí, pero no es una cuestión de ellos, ni de nosotros, ni de nuestros padres, ni de nuestros abuelos, es una cuestión de todos, de aquí y ahora. No tiene raza, no tiene partido político o no debería tenerlo, no tiene color, sólo el color azul, diminuto planeta azul.

Macaco se siente libre de cualquier etiqueta.Vídeo: Aida M. Pereda

-Te mantienes sólido en tu mensaje, pero ¿te has visto tentado alguna vez de pasarte al reggaetón o al trap?

-En Macaco ha habido siempre mucha mezcla. El problema no es tanto la rítimica, porque el reggaetón viene de la música africana y el raggamuffin, que a su vez viene del reggae, de Jamaica. El problema es la lírica. Eso sí, hay bandas como Visitante, que ha colaborado conmigo, que con esos ritmos ha evolucionado hacia lugares muy bonitos, o Calle 13, que socialmente están muy implicados. En la música hispanolatina, ahora mismo es un momento súper efervescente y están pasando muchísimas cosas súper interesantes. Escuchas a un Nicola Cruz, que hace cumbia con unos toques de electrónica brutales, escuchas gente que está haciendo hip hop con flamenco, como nosotros hacíamos ya con Ojos de Brujo y otras bandas.

-¿Es posible hacer buena música sin un buen mensaje?

-Yo personalmente intento ser muy ecléctico en la música y en mi mensaje. Gran parte de mi repertorio está enfocado a temas sociales. De ahí hay un tanto por ciento dedicado a temas medioambientales, pero también hay temas de amor y una cosa no quita la otra. Al final, el ser humano, desde que es humano, habla de las mismas cosas. Depende un poco del punto de vista. Yo intento ser yo mismo, mirarme en el espejo y estar contento. No estoy pensando en qué se lleva, me interesa la vanguardia, pero no la tendencia. Las cosas impuestas, de tienes que vestir así o escuchar esto nunca me ha interesado.

-Mientras el resto de Barcelona habla de política, del juicio del Procès o del exilio de Puigdemont, tú te mantienes al margen, ¿te interesan estas cosas o no les prestas demasiada atención?

-Por desgracia, no creo en ningún partido político. Me gustaba Carmena y también Mújica. En general y por desgracia, los políticos piensan que o estás conmigo o estás contra mí. Si como personaje público sintiera que me quisiera implicar con un partido y levantar la bandera, lo haría. No digo de este agua no beberé porque todo puede pasar, pero no lo he sentido. He tenido muchas movidas con partidos políticos, aquí y en Latinoamérica, por robos de algunas canciones mías, porque hacer uso de esas canciones para sus campañas me parece sucio.

No estoy nada de acuerdo con que esos señores estén en la cárcel, pero yo no soy independentista. Yo no soy nada. Me gusta picotear, no me interesan las fronteras. Mi sangre es súper mezclada, de hecho mi apellido, Carbonell, es un apellido gitano-catalán, judío, del siglo XVIII, así que imagínate lo que hay por dentro de mi sangre. Y me interesa la mezcla. Prefiero cualquier quimera, como decía Drexler, que un trozo de tela triste. Prefiero pintar mi bandera del color que yo quiera cada día. Para mí las patrias las hacen las cosas intangibles.

Si tuviera la ocasión de conversar con Trump esto es lo que Macaco le diría.Vídeo: Aida M. Pereda

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