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Entrevista | Roberto Gil

"Para saber nuestros orígenes hay que comparar las culturas y no los genes"

"Los hechos y los tópicos en que se produjo la Conquista de Canarias se repiten igual hasta hoy en día"

El sociólogo y escritor de 'Los fantasmas de los guanches', Roberto Gil, ayer en el Gabinete Literario. JOSÉ CARLOS GUERRA.

El libro que presenta parece novedoso. ¿En qué hechos apoya la tesis de que seis siglos después de la Conquista siguen presentes los fantasmas de los guanches?

La fantología es una noción clave para explicar la incidencia de los guanches en el presente, seis siglos después de la Conquista. Es un término que toma el filósofo Jacques Derrida con inspiración en el psicoanálisis. Le pone el prefijo fan a antología, que significa: lo que hacemos para representar la realidad. La fantología es la representación de esa realidad cuando está asediada por fantasmas, por una ausencia recurrente, por una huella indeleble que no hace sino actuar como una plataforma para nuestro deseo. Si los guanches están presentes mi libro plantea que en buena medida es por nuestro deseo de que así sea.

¿Y qué idea le mueve a hablar de Conquista y Anticonquista de Canarias?

Planteo en la obra que después de la Conquista la manera que hemos encontrado de contar los sucesos que dieron fin al modelo de vida y cultura de los guanches no han podido salirse de un mismo juego narrativo o retórico que consiste, por una parte, cuando hablamos de crónicas de la Conquista, en reproducir una y otra vez el modo narrativo en que se produjo, es decir, contarla y recontarla una y otra vez, volver a ella como si fuera un relato cronológico en el cual los guanches pierden y los europeos (castellanos y normandos) ganan y se reproducen los tópicos que operaron en aquel momento en que se contaba esa historia, es decir, se trata de reproducir la mentalidad que guió la manera en que se explicaron los hechos en el momento en que sucedieron y eso se repite a lo largo del tiempo hasta nuestros días.

¿Qué ejemplos pondría?

Hay ejemplos claros de crónicas de la Conquista que se expanden en el tiempo como Le Canarien, normanda, que narra la conquista de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro, así como películas grabadas durante el franquismo, como Tirma u obras de teatro recientes, como La Konquista de Kanarias en que se repite una y otra vez esa visión que pudo predominar durante el momento de la Conquista, como si no hubieran pasado seis siglos.

Hábleme de la Anticonquista.

Luego están las crónicas de la Anticonquista. Plantean volver a narrar esa Conquista, pero desde un punto de vista que permite a la persona abstraerse un poco de esa realidad inmediata y tratar de relatarla como si fuera un narrador omnisciente que puede impartir inocencia y justicia a los conquistadores como a los conquistados. Hay ejemplos como la destrucción de África, un pequeño apartado que dedica fray Bartolomé de las Casas, apóstol de los indígenas, a la Conquista de Canarias, o la obra antropológica de Chil y Naranjo, la fragua repetitiva de espirales de Martín Chirino, o cuando el grupo de reguetón las Kanarias entonan el himno de las Islas vestidas de indígenas o guanches.

¿No cree que enfatizar o demoler las cualidades de ambos bandos es una actitud más reciente o mucho más limitada en el tiempo?

Utilizo esa dicotomía para describir lo que hacen, por un lado, las Crónicas de la conquista, que enfatizan las cualidades de ambos bandos en pugna. Demolerlas sería lo que hacen las de la Anticonquista. Creo que ambas actitudes se dan en el tiempo. Aún hoy se pueden encontrar ejemplos de Crónicas de la Conquista y Anticonquista que se producen y se escriben en la actualidad porque son dos idearios que no han muerto y que además vinculo con un concepto de la teoría decolonial que, básicamente, ha popularizado Aníbal Quijano, la colonialidad, que explica cómo las formas de pensar de la Europa renacentista que se expanden durante el siglo XV por el Atlántico hasta abarcar todo el planeta en apenas dos siglos, repiten una y otra vez una determinada jerarquía en términos raciales, de género, de clase y, sobre todo, de conocimiento. Los fantasmas retornan constantemente.

Usted localiza sus tesis en la literatura, la historia, la arqueología, las artes visuales, música, cine, biología, etc.. Para entenderlo, ¿podría citarme ejemplos cinefantológicos

En la literatura, por ejemplo, hay un caso muy llamativo, uno de los personajes que describe Antonio de Viana en su poema de Las Antigüedades. Se trata de la princesa Guacimara, una guanche que no tiene un sexo definido sino que contrariamente a lo que eran los atributos de género más extendidos en el Renacimiento ella se mueve en las fronteras del género masculino y femenino. En el ámbito de la historia, por ejemplo, tenemos a José Viera y Clavijo, uno de los máximos exponentes del pensamiento de la Ilustración en Canarias que cuando describe a los guanches habla de ellos como pueblos inocentes conforme al ideario de la Ilustración que concibe a los naturales de los territorios europeos como gentiles o poblaciones no contaminadas, como buenos salvajes. En el caso de la antropología y arqueología llaman la atención los denominados guanches supervivientes. Destacaría aquí a René Verneau y a Chil y Naranjo que trataron de constatar la supervivencia racial de los indígenas canarios a partir del estudio comparativo de los huesos que se encuentran en los yacimientos arqueológicos y del estudio cráneometrico de las poblaciones canarias contemporáneas, especialmente de las de zonas rurales porque entienden que la raza guanche no desaparece. Hoy en día la ciencia ha ido por otros derroteros.

¿Y el resto de ejemplos fantológicos?

Un ejemplo de la música es el del grupo Taburiente, que se caracteriza por hacer una apelación constante a ese fantasma de los guanches, entendiéndolo como una proyección de sus propios deseos, de que tenga presencia en la actualidad el fantasma de los antiguos canarios. Son invocaciones espectrales. En el caso del cine se puede hablar de guanches histéricos porque hay una película titulada Crónica Histérica que narra en forma de parodia la Conquista de Canarias, donde los guanches no se adecuan a los tópicos o arquetipos que se suponen que cumplen según las crónicas de la Conquista o Anticonquista. Un ejemplo de artes visuales sería el de un pintor joven, José Otero, o el de Manolo Millares o Luis Navarro que tiene pintura de corte indigenista que se define por retratar a los guanches. Otero, en su serie Pintaderas Cotidianas dibuja, con los colores y y el estilo de la Escuela Luján Pérez en los temas indigenistas, objetos actuales de uso diario, como pueden ser unas llaves o un metro de un carpintero.

¿Y un ejemplo en la biología?

Los estudios de ADN buscan la pervivencia indígena como lo hacían antiguamente los estudios raciológicos. Es una manera microscópica de perseguir a los fantasmas guanches como una proyección de nuestros deseos, de encontrar nuestras raíces, explicarnos como pueblo y saber de dónde venimos porque pensamos que conocerlo nos puede ayudar a saber a dónde vamos, pero, como decía Freud, todos los orígenes de cualquier sociedad tienen en su primer paso un mito.

¿Cree que la genealogía de las herencias coloniales ilumina o falsea la identidad de los antiguos habitantes del Archipiélago?

Sí, en el libro planteo que el problema mayor que tiene la imagen de los antiguos canarios y canarias en términos historiográficos, lo que se estudia al ver la manera en que han sido representados, es que su imagen ha sido sesgada insistentemente por la colonialidad, que no es lo mismo que el colonialismo, pero sí fruto de sus efectos. No es necesario que exista colonialismo en la actualidad para que sigan existiendo las representaciones marcadas por esta colonialidad que racializan a los indígenas canarios. Por eso siempre nos los imaginamos como seres con ojos claros, la piel clara o rubios. Esos estudios de la raza los han definido así aunque los estudios recientes hablan de una imagen que se opondría a esto y están en pugna por hacerse con la hegemonía.

¿Y sobre la identidad de género en la colonialidad?

La colonialidad también dicta una determinada identidad de género que prevalece. Hablamos muy poco de guanchas en la historiografía, pero sí de muchos guanches afectados por una jerarquía social que la colonialidad brinda en términos de clase después de la Conquista, pero antes en términos nobiliarios. Siempre solemos referirnos a menceyes o guanartemes, esos guanches nobles que protagonizaron una historia heroica mientras el resto de posiciones sociales en la jerárquica escala social de indígenas no aparece y sobre todo, la manera de conocer el mundo y de interpretar lo que tenían los antiguos canarios a causa de la Conquista ha desaparecido y no ha habido esfuerzos por reconstruir esa manera de pensar sino que nos hemos imaginado su mundo desde las creencias del mundo occidental en que entramos a partir del siglo XV.

¿Qué diferencias observa entre el paradigma del humanismo cristiano y los discursos científicos de la raza y la cultura?

El paradigma del humanismo cristiano inaugura lo que llamo la cronística de la Anticonquista, que plantea en términos de conocimiento y creencias el mundo que constituye la Canarias precolonial y justifica por la carencia de fe en la religión católica la posibilidad de conquistar el Archipiélago. Los indígenas, en algunas crónicas como Le Canarien, son definidos como infieles o sarracenos y en otras más avanzadas en el tiempo se habla de ellos como gentiles, tal es el caso de los textos de Alonso de Espinosa o Abreu Galindo.

¿Qué sucede cuando se les trata de gentiles?

Se les exculpa por no conocer la religión cristiana que se definía como la verdadera, pero se justifica igualmente la Conquista. Cuando hablamos del ideario de la raza nos referimos a un nuevo imaginario que legitima la jerarquía humana. La raza, que se expresa en rasgos fisionómicos, los raciólogos dicen que pueden servir para jerarquizar a los seres con mayor blancura, pelo más rubio, ojos más claros que preponderan sobre el resto y que además, se corresponden normalmente con los pueblos no europeos. Con esa jerarquía, aunque ya los guanches se habían convertido en fantasmas, en el siglo XIX y buena parte del XX se trató de dar un lugar a los indígenas canarios, lo que tiene implicaciones para el presente porque hay autores que afirman que existe una pervivencia muy fuerte de los antiguos canarios en términos raciales o por los que aseguran lo contrario.

¿Se aprecia hoy con rigor la diversidad genética entre los descendientes de los antiguos canarios y los venidos a las Islas desde procedencias distintas?

El problema de este tipo de interpretaciones de nuestros orígenes es que la fantología guanche tiene mucho atractivo. Cuando vemos la prensa de lo que se suele hablar es de la pervivencia indígena, más de guanchas y de su descendencia que de guanches. Otros orígenes no resultan tan interesantes para el público y los estudiosos.

¿Cree respetable la tesis, defendida por algunos, de que tres cuartas partes de los canarios actuales desciende inequívocamente de los prehispánicos?

No soy genetista, pero es verdad que desde la sociología del conocimiento, de la antropología social, sí que planteo la influencia de lo fantasmal. Una de las tesis que defiendo en este libro es que cuando hablamos de fantasmas de los guanches me refiero a que los guanches se nos parecen demasiado. En los estudios puede que haya demasiada influencia de nuestros mitos y amores y odios. Influye sobremanera cómo concebimos nuestra propia identidad con el deseo de que haya mayor o menor presencia de los guanches.

¿Dónde sitúa la línea roja entre la verdad genealógica y la tentación de un racismo a la inversa?

Esa línea es difícil de situar. Yo trato de alertar sobre los peligros del tecnohumanismo porque es la tecnología la que nos permite acceder a ese conocimiento genético, que al final no supone sino bases de datos capaces de aglutinar mucha información y agruparla de forma que podamos definir cuáles son los genes y cuáles se entroncan con una tradición o con un origen u otro, que normalmente en nuestros estudios se habla de orígenes subsaharianos o norteafricanos de los antiguos canarios, europeos y, en algunos casos, americanos. La línea roja es difícil de trazar porque en la medida en que concibamos como única explicación cultural de la diversidad de nuestro planeta los genes estamos dejando fuera de la ecuación otro tipo de elementos que también se pueden evaluar. Yo tiro por la posibilidad que hay de aprender de las otras culturas y compararlas unas con otras que ofrece la antropología social que nos permite una aproximación a nuestros orígenes no tan biologicista. Me da miedo que muchos no sepamos situar la frontera en un punto nítido que haga que caigamos en formas de esencialismo no ya religioso ni racial sino genético porque eso jerarquiza a la humanidad.

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