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Entrevista | Gabriela Ybarra

"He construido la historia del asesinato de mi abuelo por ETA con retazos variados"

"Es difícil saber dónde está la línea entre lo personal y lo histórico", explica la escritora bilbaína, autora de la novela 'El comensal'

La escritora bilbaína Gabriela Ybarra. la provincia/dlp

Los móviles que la llevan a escribir El comensal

En mi caso sí lo ha sido. Empecé a escribir porque después de la enfermedad de mi madre me quedé aturdida porque no entendía bien lo que había pasado. Ella enfermó en abril y murió en septiembre de 2011. Ocurrió todo muy deprisa. Para procesarlo empecé a relatar lo que había vivido para intentar encontrarle un sentido. Había momentos en que me atascaba porque había hechos sobre mi familia que no me terminaba de explicar y que necesitaba comprender. Por ejemplo, durante la enfermedad de mi madre mi padre empezó a mencionar mucho a mi abuelo, a hablar de su secuestro y asesinato a manos de ETA en 1977 y me sorprendió porque no era consciente del peso que esa muerte todavía suponía para mi familia.

Cuando su abuelo, Javier Ybarra, alcalde de Bilbao, cae víctima del terrorismo en 1977, usted no había nacido. ¿Qué relato de aquel hecho le causó mayor impacto, el familiar o el histórico?

Es difícil saber dónde está la línea entre lo personal y lo histórico. Como no había nacido asimilé la muerte de mi abuelo como una especie de ficción, un cuento con fragmentos que me contaba mi padre no muy explícitos. También veía y escuchaba cosas por ahí. Nunca nadie me contó la historia entera de principio a fin. Siempre eran pequeños flashes que yo luego montaba a mi manera. Construyo el relato con retazos de todas partes, de algunos discursos más públicos y otros más familiares.

Al decidirse a escribir sobre dos hechos tan sensibles, quiso dar sentido

Es verdad que el libro me ha ayudado a darle sentido a lo que he vivido. En el proceso escribí muchos textos muy terapéuticos que desde el punto de vista literario eran un desastre porque aunque me servían para desahogarme no lo hacían para crear una obra con el estilo que quería. En la época en que estuve con el libro también fui a terapia. Soy una fan de la psicología para ayudarnos en los momentos emocionalmente complicados porque te da recursos, pero pienso que un libro cien por cien terapéutico probablemente no sea buena literatura. Tiene que haber una intención estética y luego trabajar la catarsis, pero la catarsis en bruto es difícil que funcione.

¿A qué atribuye no haber sentido rencor contra la banda terrorista?

No pienso mucho en los etarras porque nunca he tenido que enfrentarme a ellos de forma directa. Han tenido una presencia muy fuerte, pero no estaban de cuerpo presente. Por eso no tengo una figura a la que tener rencor. Tampoco me gusta que mi bienestar dependa de lo que gente que ya ha provocado suficiente daño a mi familia haga. Intento que mi bienestar dependa de mí.

De todas maneras, le fue muy difícil enfrentarse a un drama que excedía con mucho el ámbito de la intimidad familiar. ¿Qué hizo para librarse de la presión de lo público y centrarse en su propia reflexión?

Es muy difícil separar lo público de lo privado. Recuerdo que uno de los principales retos al escribir el libro fue que el lenguaje que se utiliza para hablar sobre el terrorismo está muy manido. Me daba mucho miedo abordar el tema del secuestro y asesinato de mi abuelo porque tenía la sensación de que cualquier palabra que utilizaba estaba cargada de significado, o te posicionaba muy fuertemente en un sitio; esas palabras disparaban ideologías enteras y tampoco me sentía identificada totalmente con los discursos oficiales. Me costó desarrollar un lenguaje propio, hablar desde un lugar personal sobre esta situación. Fue mi principal reto y del que estoy más orgullosa, de que el libro suene natural.

Dentro de su familia luchó con la resistencia de algunos miembros a la publicación de la obra. ¿Por qué?

A mi padre, en un principio, no le gustó la idea del libro y cuando lo leyó le removió mucho. Además a mi familia nunca le ha interesado compartir su intimidad. Pasado el tiempo la familia más directa ha entendido el proceso por el que he pasado y han sido muy comprensivos. Han abierto nuevos canales de comunicación entre nosotros para poder expresar mejor nuestras emociones. En el caso de la familia más extendida al ser muy grande hay opiniones de todo tipo.

¿Cómo va la película de Ángeles González Sinde sobre su novela, con añadidos que no aparecen en ella? ¿Ha participado usted en el guión?

He participado en el argumento, en lo que sería una primera estructura. No he participado en el desarrollo de los diálogos y en lo que supone más aterrizar el texto. Considero que una película de un libro es una nueva obra. Aunque parta de mi historia evoluciona a otra.

La primera edición de El comensal fue de 400 ejemplares, pero traducida al inglés ya consiguió el premio Euskadi de Literatura y fue nominada al El comensalMan Booker International

El reconocimiento siempre anima, que a la gente le parezca interesante lo que escribes. Aunque se agradezcan mucho los premios, reconocimientos y nominaciones creo que hay que escribir no por eso sino por el viaje personal que supone, hacerlo más por el proceso que por el resultado.

¿Qué nuevas historias va a transmitirnos en ese tono in- timista y cotidiano de la primera?

Hay temas que aparecen en El comensal y que me siguen interesando. Mi biografía también supone para mí una fuente de inspiración.

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