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Entrevista | Alfonso de la Torre

"Falta destacar la faceta del Manrique artista, pintor, no sólo ambientalista"

"Accedió al arte universal más actual en Nueva York, pero conservando la mirada hacia lo autóctono", declara el crítico de arte

El crítico de arte Alfonso de la Torre. José Pérez Curbelo

Como "pintura de sueños lúcidos" describe usted la de Manrique pero, en términos plásticos, ¿qué significa esa metáfora?

En toda su trayectoria tuvo capacidad de anticipación. Por eso me refiero a sueños que son lúcidos, a la capacidad de vislumbrar, que no está al alcance de cualquiera, pero sí de muchos artistas. Manrique es un personaje fractal cuya personalidad ofrece muchas visiones. Por ejemplo, tiene su faceta de artista algo sepultada por la de análisis del entorno sostenible y la lucha porque el mundo en que habitamos sea digno en cuanto al paisaje.

Su conferencia ofreció "un exhaustivo repaso de la evolución artística y biográfica" en el centenario de su nacimiento. ¿Puede resumir los momentos cumbre, valle y cumbrevalle declive

Hablé de lo poco conocido, de lo que oculta al gran artista, aparte de su dimensión pública. Ofrecí bastante material inédito, como la correspondencia entre Dámaso y Manrique donde se relata la verdad porque Manrique desarrolla su vida muy centrado en la gestión de sus objetivos referentes a su obra pública, pero Dámaso se queda en las Islas y recibe la información de la trayectoria personal y artística de Manrique, información a la que he podido acceder. Hay momentos grandes en su vida. El primero es que fue precursor del viaje a Madrid. En general el artista del siglo XX ha estado dominado por la errancia, por lo que Manrique la ejerce igual que lo hizo Chirino. Se marcha a finales de los 40 a Madrid antes del mítico viaje canario de la Alcántara en el 55. Cuando llega a la capital se hace gran amigo de Jorge Oteiza, fundamental en el arte, que es profesor de artistas jóvenes y que le transmite un sentido claro del mundo contemporáneo que viene desde América Latina.

¿Qué sucede en Madrid?

De Madrid establece contacto con Lanzarote y se construye una casa en Camorritos en la Sierra de Madrid integrada en el paisaje. Ahí aparece ya el artista que conocemos, con una casa en un entorno natural y edificada sobre otra para no alterar la arquitectura existente. Ya desde 1959 Manrique sueña con la destrucción de Lanzarote que era virgen. Hace una exposición en Madrid dedicada a la Isla para avisar de protegerla. Por eso es visionario. La muerte de su compañera Pepi rompe su estabilidad y se marcha a Nueva York. A Dámaso le habla de la libertad que encuentra allí, incluida la sexual, y de la contemporaneidad incluso en el cine. Manrique era algo ciclotímico. Le escribe a Dámaso que para él son increíbles París, Nueva York y Lanzarote, mientras que al poco tiempo Nueva York ya no le gusta, incluso teniendo galería allí. Piensa que viven como ratas. Retorna a Canarias, a Lanzarote, añorada durante su estancia en Nueva York. Envidia la placidez de Dámaso en el Puerto de las Nieves. Algo a destacar es que accedió al arte universal de más actualidad en la metrópoli neoyorquina, pero a través de la conservación de la mirada a lo autóctono.

¿Y momentos valle?

Más que visionario me gusta llamarlo resistente. El arte es un episodio de resistencia de la inercia del mundo, de la convencional social, política y de costumbres. Los artistas crean cápsulas de resistencia donde el mundo, como decía Millares, va siempre hacia delante. Hay momentos también de debilidad donde Manrique percibe que la vida es muy breve. Cuando se instala en Lanzarote para el disfrute de la vida nos habla de disfrutar el momento.

Su instalación madrileña en pleno franquismo duro

Precursora aunque ya se sabe que tenía un don para estar con la oficialidad. Llegó a ser encerrado en el calabozo y al poco tiempo aparecer en el Nodo como artista que felicitaba las navidades. Pudo refutar también esa oficialidad al ser casi un activista de lo sostenible. Tuvo la capacidad de aliarse con quien necesitaba en cada momento.

Si se considera que El Paso

Revisando hace poco los archivos de prensa de la inauguración del Paso en 1957 vi que relató a un periodista que prefería "ser águila que oveja". De todos modos, disfrutó de la internacionalización del arte español por una cierta apertura del régimen y de una cierta apertura de EE.UU hacia Europa. Su obra disfrutó de un cierto reconocimiento en Europa como ocurrió con los reducidos artistas de El Paso.

Los canarios tenemos con frecuencia la impresión de que la obra ambientalista de César es aquí más valorada que su maravillosa pintura. ¿Qué opina de esto?

La única queja a esa exégesis del Manrique ambientalista es que sepulta al artista. Queda hacer la labor de destacar esta faceta suya.

¿Qué hace falta para ser un "un pintor ético", como usted define a Manrique y Millares? ¿Quiénes no lo son o fueron?

Es el que se rige por una conducta moral esperanzada. En esa época existía la amenaza nuclear, se ponía en pie la historia de los campos de concentración, había la Guerra Fría, etc., pero los artistas eran esperanzados. Cuando Manrique regresa a Canarias las llama Islas Felicidad. Cree en la utopía de que es posible vivir en armonía con el entorno y que la vida sea bella.

¿Bastan 100 años para situar a un artista en su dimensión perdurable, o aún veremos ubicaciones teóricas de Manrique distintas de la actual?

Los grandes artistas son los más borrados del mapa, es decir, que es más fácil recuperar a un artista desconocido y situarlo bien en la historia que a los reconocidos que arrastran la losa del tópico. Los grandes artistas tienen más posibilidades de investigación. La gran retrospectiva de Manrique está por hacerse diferenciando su faceta en obra pública, sus actuaciones ambientales en las que va evolucionando desde la Casa de Camorritos hasta joyas como Los Jameos donde en el intermedio hay cosas nada destacables de actuación, hasta poner en valor su pintura, su arte y sus acontecimientos biográficos.

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