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Entrevista | Clemens Schuldt

"Mi personalidad es afín al entusiasmo y temperamento de la obra de Schumann"

"He querido mostrar los elementos clásicos que hay en las obras románticas de este programa y viceversa", indica el director de orquesta

El director alemán Clemens Schuldt con la partitura de 'Sinfonía 3 Renana'. A. C.

¿Cuál ha sido su objetivo a la hora de elaborar este repertorio?

Mostrar mi interés en el periodo musical que hay entre el Clasicismo y el primer Romanticismo. Yo tengo especial interés en que la audiencia conozca lo qué hay de Romántico en las obras de Mozart y lo que pueda haber de influencia clásica en los compositores románticos como Schumann o Schubert. En esa relación, ese periodo cambiante, me he centrado con el programa. Por otro lado, tengo un especial cariño por este repertorio. Estudié en Dusselfdorf y Schuman compuso la Sinfonía Renana para la Orquesta de esa ciudad. Aparte de que Schumann es un compositor afín con mi personalidad, muy entusiasta y temperamental.

Es, por tanto, una elección que se mueve más por criterios musicológicos que personales.

Dirijo muchos repertorios y suelo interpreta música más contemporánea. Pero en este caso, en la elección de este repertorio clásico-romántico ha tenido que ver un deseo expreso de la Orquesta. Me propuse este programa que combina una obra muy conocida como la Sinfonía Renana, con otras menos conocidas como la obertura de Alfonso y Estrella de Schubert, una ópera con la particularidad de que el autor austriaco quiso siempre ser un compositor de ópera. Y esta obra da esa imagen de cómo un compositor austriaco quiere seguir la línea italiana, acomodarse a los cánones de la ópera italiana que era la que en aquel momento imperaba. Es la respuesta del compositor a un intento de adaptarse a ese estilo, que es lo que le da un color por vez primera.

Y si la obertura es tan buena, ¿por qué no triunfa en la ópera ?

Hay dos razones. Por un lado, hizo una selección equivocada de los libretos. que eran de muy mala calidad. Pero, por otro, se quedó a medio camino porque Rossini era el rey en aquella época y era ópera italiana. Pero pocos años después llegó Weber con una propuesta de una ópera nacional alemana y Schubert siguió queriendo aportar un sello alemán siguiendo un tratamiento italiano. Y ese punto no acabó de funcionar. Es la primera vez que la interpreta la orquesta y la obertura es una pequeña joya orquestal de un valor indudable.

¿Qué piezas considera más valiosas de todo el programa?

Los más geniales son dos momentos. Primero es el tercer movimiento del Concierto para piano de Mozart por la extrema simplicidad de los temas que usa, y la maravillosa elaboración, por el elemento de la fuga y el humor, esa combinación que tiene entre frescura, simplicidad y rigor que los emplea con esa genialidad. Y segundo la genialidad de cuarto movimiento de la Sinfonía Renana de Schumann, que es un movimiento también con elementos de fuga, ya que intenta describir una procesión católica en Colonia, con una música que trasciende lo religioso y tiene un aroma de abstracción metafísico, una música con la que se detiene todo ya que posee una muy fuerte carga evocadora. La distribución de las piezas está hecha para que la orquesta se estrene con la primera parte, que son las obras de Schubert y Mozart. Y en la segunda la de Schumann que la Filarmónica ha interpretado antes.

¿Cómo ha visto la conexión entre el pianista Iván Martín y su trabajo con la Filarmónica?

La última vez que trabajé con Iván, fue hace dos años, en este mismo escenario y en el concierto de Beethoven. Nos sentimos muy a gusto por nuestro estilo interpretativo, y quisimos volver a trabajar en una pieza, porque los dos tenemos la misma mirada hacia el repertorio clásico, la misma articulación, el mismo modo de frasear. La forma de articular el estilo es muy similar y los dos, juntos, constituimos una sola visión que hace que el trabajo salga muchísimo mejor, y el trabajo con la orquesta sea más fluido y unitario. Hay un diálogo constante entre el piano y la orquesta que es de tipo humorísticos también. Tiene que haber una conexión auténtica entre uno y otro, entre una frase y un contrapunto, y ese aspecto del trabajo del diálogo está muy logrado.

¿Y en aquel concierto de 2017 eligió el repertorio siguiendo los mismos criterios que ahora?

Sí, porque me gusta combinar el repertorio más moderno con el tradicional. Es algo que hago habitualmente cuando tengo que actuar con otras orquestas.

¿Cree que no se realizan las suficientes iniciativas para ayudar a los jóvenes compositores?

En mi orquesta de cámara en Munich tenemos un premio para jóvenes compositoras femeninas, y eso es un estímulo muy grande porque todo deriva en ese feedback entre el director y el compositor que se materializa en que cada uno aprenda del otro. Actualmente los compositores son más libres de lo que lo eran hace 20 o 30 años porque antes habían unas reglas más estrictas sobre qué estilo había que imponer. Pero, igual que el mundo ha cambiado, los compositores tienen más libertad a la hora de decidirse a finalmente coger un estilo. Tengo mucho interés en la composición actual, en las investigaciones que están realizando los nuevos compositores.

¿Y podría destacar algunos nombres en particular?

La islandesa Anna Thorvaldsdottir por lo etéreo de su estilo. También el esloveno Vito Zuraj por el humor de sus composiciones. Además de la sueca Lisa Streich porque es muy creativa y el checo Ondrej Adámek por los ambientes que recrea.

¿Que destacaría de la Orquesta Filarmónica?

La evolución. Noto que está creciendo el nivel muchísimo, año tras año veo que va a mejor.

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