Las luces se apagan para inaugurar el silencio en la Gran Carpa Blanca, donde una esfera de espejos que pende de la bóveda se desenrosca y es, en realidad, el Hombre de Cristal, ataviado con una malla de 4.500 lunas, que desciende en cabriolas para escribir en el aire el inicio del ciclo de la vida. Bajo sus pies emergen los luminosos anfibios acróbatas embutidos en trajes de gradaciones en rojo, verde y azul, que simbolizan el primer pulso de la existencia en ese viaje evolutivo que dibuja Totem.

Así despuntó el gran espectáculo del Circo del Sol, que subió el telón anoche en su emblemática carpa instalada en la explanada frente al Palacio de ExpoMeloneras, en Maspalomas, donde permanecerá hasta el próximo 22 de septiembre con nueve funciones a la semana, en una frenética sucesión de saltos mortales, contorsiones y patinaje aéreos, tensión en monociclo y embelesamientos acrobáticos.

La puesta de largo de Totem, uno de los espectáculos más aclamados de la prestigiosa compañía canadiense bajo la dirección del artista multidisciplinar Robert Lepage, agotó anoche el aforo de este "pequeño universo itinerante" en la isla, que contó, además, con la presencia de numerosos representantes de los círculos políticos, sociales y artísticos de Gran Canaria. Los invitados comenzaron a franquear la entrada al universo del circo, coronado con las letras verde esmeralda de Totem, alrededor de las 19.30 horas, donde se celebró un convite que se prolongó hasta minutos antes del comienzo del espectáculo.

Entre otros, la cita contó con la asistencia de Pablo Rodríguez, vicepresidente en funciones del Gobierno de Canarias; Pedro Ortega, consejero de Economía en funciones; José Manuel Baltar, titular de Sanidad en funciones; Emilio Moya, presidente de la Audiencia de Las Palmas; Pedro Francisco Justo Brito, consejero de Hacienda en funciones del Cabildo de Gran Canaria; Juan José Cardona, presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas; Augusto Hidalgo, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria; Oscar Hernández, alcalde de Agüimes; Rafael Robaina, rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; Conrado Dominguez, gerente del Servicio Canario de Salud; Israel Reyes, director de la compañía Clapso Producciones; el diseñador Arcadio Domínguez; el presentador Roberto Herrera; o Txema Mañaricúa, presidente de la Federación de Hostelería y Turismo.

Experiencia

El primer espectáculo del Circo del Sol bajo la Gran Carpa Blanca en Gran Canaria embarcó al público isleño en un viaje envolvente e interactivo que, frente a sus tres experiencias en años anteriores adaptadas a pabellones deportivos, estableció un diálogo cercano y cómplice con el público a lo largo de sus 12 números, con pequeños guiños al imaginario de las islas.

"¡Salpica pa' allá!", espeta el estrambótico Valentino, el singular maestro de ceremonias italiano encarnado por el actor Jon Monastero, que compite con dos fornidos contorsionistas por el amor de una espectadora de primera fila. Este contrapunto humorístico abrió el segundo número circense después de un comienzo electrificante marcado por los anfibios sobre la estructura de un caparazón de tortuga, símbolo del origen de la especie para muchas civilizaciones antiguas. Luego, el segundo episodio, revestido de sonoridades de Bollywood, pone a prueba las ágiles habilidades acróbatas de un trío en anillas aéreas, donde la mujer gana la partida.

Este tránsito entre un número y otro anticipa los acertados contrastes de un espectáculo que bascula entre la enérgica exhibición de contorsiones sobrenaturales y el sentido del humor absurdo encarnado en la figura de un clown. Al fin y al cabo, el éxito mundial del Circo del Sol, que celebra su 35º aniversario este año, estriba precisamente en que se nutre de la esencia mágica del circo para elevarla al firmamento de las posibilidades acrobáticas con los mejores artistas del mundo.

Además, Totem, en concreto, incorpora un componente universal en la columna vertebral de su argumentario, que es un canto a todas las civilizaciones y rituales ancestrales, así como una celebración de la diversidad, la multiculturalidad y la vida, que conecta con cada alma de la carpa. Estos mimbres, unidos a su espectacular escenografía móvil, así como su gran despliegue de efectos visuales, su cuidadísimo vestuario y el acierto de la música en directo, confluyen en este perpetuo salto sin red que siempre cae de pie en el entusiasmo de todos los perfiles de público.

En este equilibrio de riesgo y alegría entró en juego, en el tercer número, una flamante alineación de cinco monociclistas orientales en uno de los más aplaudidos por el público, donde sus protagonistas, vestidas con elementos de tribus amerindias, se lanzan cuencos de metal que se apilan sobre sus cabezas, sin utilizar las manos. Después de esta proeza equilibrista, el adorable clown ucraniano Mikhail Usov imprime la nota más próxima a la puesta en escena del circo tradicional, con un número de humor gestual donde naufraga en una canoa para internarse en una espiral de ingenio entre cazos, sonidos y pelotas de ping pong.

A continuación, una vez más, las mujeres sacuden el escenario: un dúo de acróbatas femenino vuelve a suscitar el gran entusiasmo del público con un quinto número de acrobacias con alfombras en el que emplean cada una de sus extremedidas sin apenas estremecerse.

Y pone el punto a este primer bloque del espectáculo la primera referencia a la teoría evolutiva de Charles Darwin, donde una fila de acróbatas simiescos toma el escenario capitaneada por un triste ejecutivo humano aferrado a su teléfono móvil. Además, la secuencia silenciosa de los monos y los huesos evoca la mítica escena de 2001: Una odisea del espacio, la obra maestra de Stanley Kubrick.

Intermedio

El regreso a la carpa después de un intervalo de 25 minutos -el espectáculo dura 2 horas y diez minutos- abre el segundo bloque de Totem, con otra media docena de números que se sucede a la misma velocidad de vértigo que el primero.

El personaje de Valentino regresa al escenario para enfrentarse a un torero malabarista con un dominio magistral del diábolo y, a continuación, otra de las joyas del espectáculo: un dúo en trapecio fijo encarna un delicado juego de seducción, en el que entrelazan sus cuerpos en el aire y forman un elegante baile vertical de ascensos, saltos, piruetas y abrazos.

A este binomio le sucederá más adelante una segunda danza de alto voltaje protagonizada por la pareja de patinadores que conforman dentro y fuera del escenario Denise García-Sorta y Massimo Medini. Juntos evocan una ceremonia nupcial entre dos tribus indígenas a través de un extraordinario vuelo de piruetas sobre ruedas a velocidad de vértigo en un diminuto tambor de apenas dos metros de diámetro. Entre medias, un número de malabarismo científico representa el descubrimiento de la electricidad con bolas fluorescentes que vuelan en el interior de un embudo gigante trazando una circunferencia, seguido de una fascinante danza amerindia con aros al son de los tambores, que simboliza el círculo infinito de la vida.

Y como guinda, un cierre a la altura -literal- de la efervescencia de Totem: una decena de cosmonautas trapecistas, vestidos con trajes refulgentes inspirados en antiguas civilizaciones desaparecidas de América Latina, invade el escenario y, pertrechados con barras rusas, se miden con la gravedad saltando deun eje a otro. Este hipnótico vuelo de volteretas y piruetas en barras sostenidas sobre los hombros de sus compañeros puso el broche a esta recreación del ciclo de la vida que, según el mensaje que encierra la propuesta de Lepage, culmina en el anhelo humano de volar.

Para terminar, en el eco de la fascinación que despertó esta fábula aérea, los trapecistas, acróbatas, patinadores, acróbatas, anfibios, clown, músicos y cantantes se sumaron a los cosmonautas para despedir al público grancanario con una última coreografía al unísono. En total, 48 artistas -entre estos, ocho músicos- da forma al sueño de Totem, desde que subiera el telón hace nueve años, en la ciudad de Montreal.

Acogida

Así culminó, entre aplausos y sonrisas, la primera función del Circo del Sol bajo la Gran Carpa Blanca en el sur de Gran Canaria, uno de los acontecimientos más esperados del verano en la isla, con una extraordinaria acogida por parte del público.

Las entradas para las próximas funciones de Totem, cuya presencia en la isla es fruto de un acuerdo suscrito entre el grupo Lopesan, el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, pueden adquirirse en el portal de venta de entradas de LA PROVINCIA, en la dirección web: www.entradas.laprovincia.es.