La Gran Carpa Blanca se eleva como un castillo de nácar sobre la tierra árida de Maspalomas, dando la bienvenida al que se adentra a descubrir un mundo de magia y colorido, agilidad y dominación sobre la materia, que exhibe la conexión entre el origen del ser humano y su interdependencia con la Tierra. El Circo del Sol aterrizó el pasado cinco de julio desde la ciudad de Ginebra con el espectáculo Totem. Una nueva obra de la afamada compañía recibe a los miles de asistentes que continúan llenando las pistas hasta el próximo 22 de septiembre frente al Palacio de ExpoMeloneras en el municipio de San Bartolomé de Tirajana.

Sin embargo, hoy nos alejamos del tumulto y nos adentramos en las entrañas de la bestia camaleónica, donde se cuece a fuego lento la conciencia y el cuerpo de los artistas.

Dentro del recinto hay varias tiendas aledañas. Una para la venta de entradas, otra para la cocina y, más apartada, el lugar donde los artistas pasan tantas o más horas que frente a su querido público: la carpa de ensayos.

Allí están concentradas las cinco jóvenes monociclistas que lanzan tazones de metal. Es el tercer número de la proyección y este mediodía practican el lanzamiento del utensilio con los pies mientras una compañera los atrapa sobre su cabeza formando una pila. En cualquier momento parece que van a caer, pero montadas sobre un sillín a más de dos metros de altura, al que acceden haciendo escalera con un armario, es imposible que ocurra. Su monitora las observa y marca el ritmo constante de la ejecución, no titubean y el silencio de la sala respeta su concentración.

Patricia Zhao, su intérprete, las acompaña desde el año pasado después de dejar una productora de eventos para embarcarse en la aventura circense. Las presenta en inglés, la lengua oficial de las casi veinte nacionalidades que conviven en la compañía.

Ellas son Sun Mengijao, Mu Ridele, Ju Qiangian, Yu Kaixin y Liu Chenchen. Provienen de distintos puntos de Mongolia Interior, una de las cinco regiones autónomas de China. Ninguna se conocía con anterioridad y han coincidido aquí.

Cuando cae la noche visten hojas, pétalos y conchas rememorando a las comunidades indígenas de las selvas amazónicas. Una imagen mística que se contrapone a los pantalones de chándal, las camisetas básicas y los sudores que deben soportar durante las dos horas de preparación que realizan a diario. A un lado, hay un pequeño espacio en el que se sitúa una televisión con las grabaciones de las funciones. De este modo, pueden revisar las ejecuciones y enmendar los posibles errores.

Recuerdan que empezaron muy pronto, con apenas seis o siete años. Una característica común en los deportistas y artistas dedicados a estas disciplinas. No especifican si poseen estudios académicos o qué clase de formación teórica han recibido. La dedicación completa hizo que la técnica de sus ejercicios mejorara y fueron seleccionadas para incorporarse paulatinamente a la Mongolia Troupe, una compañía asiática. Luego, fueron vistas por una agencia china, y tras el fichaje, el Circo del Sol durante su permanente búsqueda de nuevos componentes para sus obras, las descubrió.

No obstante, no llegaron al mismo tiempo. La última incorporación ha sido la de Liu Chenchen, quien realiza el número con bolas de fuego. Estuvo en varias compañías internacionales y una de sus actuales preocupaciones es el aprendizaje del inglés. Ahora empeña su escaso tiempo libre en el estudio para "comunicarse con sus compañeros y poder aprender más. El show cambió su vida", comenta su traductora.

El sentir de las profesionales es sincero y reconocen que no echan de menos sus casas. La melancolía queda apartada mientras se empapan de la idiosincrasia de las múltiples culturas a las que les ha acercado Totem en las más de cincuenta ciudades que ha visitado. Se divierten, charlan, bromean, y "su entrenadora es como su madre", afirma, "están muy felices aquí, siempre hay alguien que las está ayudando". Confían plenamente en la preparadora porque saben que es alguien "que las hará mejorar". Tanto es así, que no aparta la mirada de las cinco gimnastas y les sugiere algunas correcciones.

El tintineo metálico es el arrullo de la sala de entrenamientos. Sin embargo, además de la práctica física, observan con minuciosidad qué ocurre a su alrededor, qué acróbatas vuelan bajo la lona, en quién deben de fijarse porque experimentan y llevan al límite su cuerpo. Al fin y al cabo, no dejan de ser creadoras y deben transmitir a su público la emoción de la escenificación. "Su inspiración reside en la observación de otros artistas cuando actúan", dice Patricia Zhao.

La acrobacia asiática es una tradición milenaria en cuyos principios estaba reservada a las élites hasta que su popularización la acercó a las calles del continente. Alrededor del año 200 se promulgaron las primeras academias para la enseñanza de las artes escénicas, a las que denominaron "cien juegos". Entre ellas, el contorsionismo, las acrobacias o el equilibrismo. Los elementos que caracterizan la acrobacia oriental es la fusión de la fuerza, el equilibrio, la estabilidad, la flexibilidad y el uso de elementos cotidianos. Por ello, la combinación de los monociclos y los cuencos es "insólito", manifiestan, "era interesante y fue un reto ejecutarlo".

Los doce números del espectáculo representan la evolución, la mutación, la seducción, la leyenda, la naturaleza, la cultura, la atracción, la ciencia, la fauna, la pasión, la innovación y la celebración. El quinteto se alza en el tercer acto cuando encarnan a Madre Tierra. Una metáfora sobre el abastecimiento y el aprovisionamiento de alimentos para las familias. Evoca a los extensos cultivos de arrozales, la tierra arada, característicos de la nación, se encarga de surtir de alimentos a la población.

Las uniciclistas no cejan en su empeño. Reconocen entre sí el movimiento de sus cuerpos como un pálpito. La fuerza que se imprime a la acción es la justa para que la sincronización sea perfecta. Mantienen la distancia y se alternan para lanzar las piezas sobre la pila que se mantiene en el cuello de una de ellas, y una vez más lo consiguen.

Esta alegoría, comentan, les hace muy felices puesto que rememora el origen de la vida. Asimismo, sostienen que su intención es mostrar la importancia de protegerla, y así lo sienten cuando la audiencia contiene la respiración. "Adoran el respaldo del público, especialmente cuando son ruidosos y se ponen nerviosos ante la complejidad de lo que están viendo", declara Zhao, "sobre todo el momento en el que resuenan los aplausos". Quedarán en la retina de millones de espectadores alrededor del globo que esperan su vuelta.