El órgano Korg de Roger Hodgson lanzó los primeros acordes de Take the Long Way Home y la música cruzó por Siete Palmas como una señal de llamada para la tribu. Algo primitivo, animal, se apoderó de la noche cuando, de inmediato, empezó a sonar la armónica. A todos los presentes, de repente, la canción les llevó a otro lugar. Dio igual si el viaje fue temporal o espacial. Algunos se desplazaron 40 años atrás para festejar el rock como aquel simple pretexto para ser felices. Otros, simplemente, se dejaron que sus tobillos se movieran de manera disimulada debajo de sus asientos. Sin importar edad o condición, sin tal vez haberse mirado antes a la cara, cuando la gente se dio cuenta, el recital ya era una fiesta: todos bailaban entregados alrededor del fuego.

El 40 aniversario de la publicación del Breakfast in America fue la excusa que trajo anoche de vuelta a Roger Hodgson, pero el músico británico convirtió el concierto en una celebración de Supertramp. Ante 3.500 fans, que agotaron las entradas en el Anexo del Estadio de Gran Canaria, repasó el álbum que en 1979 convirtió en una celebridad a la banda que lideró, junto a Rick Davies, rescató los clásicos de la mejor etapa de la formación -entre 1970 y 1979- y se salió del guion habitual con el que ha trazado el repertorio de una gira que arrancó a principios de año en Nueva Zelanda y que cerrará en Canadá. Si alguien esperaba un setlist sin sobresaltos, ayer erró el tiro con Hodgson.

Finiquitada Take the Long Way Home, Hodgson tiró de otro clásico para mantener vivo el fuego: School, un tema habitual durante los primeros minutos en cada parada de este tour. Durante casi seis minutos, desde el primer alarido lanzado por la armónica, con el propio Hodgson a la guitarra y el acompañamiento del saxofón soprano y el punteo final del órgano, el público entró en trance. Por un momento, los problemas desaparecieron y sólo la música sacudió las entrañas de los presentes. Esa ilusión sirvió de preámbulo para uno de los momentos más intensos de la noche: cuando enlazó Breakfast in America, Easy Does It/Sister Moonshine y Hide In Your Shell. La primera se celebró como un canto a la victoria; el medley sirivió de puente; la tercera se bailó como la bendición que concede un chamán.

Que anoche sonara Hide In Your Shell en Gran Canaria se gestó 24 horas antes, en la rueda de prensa que el músico ofreció para presentar el showshow. Allí, en conversación amena con los periodistas y tras ser cuestionado por su canción favorita de entre todos los temas que ha firmado, Hodgson planteó la misma pregunta a los presentes. Y allí se sorprendió cuando alguien le apuntó Hide In Your Shell, un tema que, según palabras del propio músico, había desaparecido de su repertorio de conciertos por "ser una canción muy difícil de cantar en directo".

Lanzado el guiño de Hide In Your Shell, que sonó como un regalo para los fans de Gran Canaria, Hodgson se abalanzó a través de las canciones, a los mandos de su órgano, como el viejo sabio del clan al que todo el mundo recurre cuando surge un problema. Con su vestimenta de toque hippie, como el que sigue anclado en la California de la primavera del amor, el artista de Portsmouth se manejó con comodidad cuando tiró de los temas publicados en solitario -Lovers in the Wind, Death and a Zoo (con ayuda del Google Translate de su móvil para hablar en español) o Only Because -Lord is it Mine- y agitó a la tropa cuando, entre medias, con la inconfundible melodía de The Logical Song.

Para la traca final, Hodgson reservó seis himnos. Pidió a la gente que se levantara de sus asientos y se liberara de todo mal. Sonaron, en fila, Had a Dream, Child of Vision, Dreamer, Fool's Overture (con el "Never Surrender" de Churchill incluido), Give a Little Bit e It's Raining Again. La receta de la felicidad. El fuego en la hoguera. No hace falta más.