El Centro Atlántico de Arte Moderno, de Gran Canaria, presenta la exposición Mal de mar hacia un triste trópico: notas sobre la otra isla, del artista venezolano afincado en Berlín Marco Montiel-Soto, un proyecto expositivo comisariado por Lidia Gil Calvo, que se puede visitar del 9 de agosto al 20 de octubre, en el espacio CAAM-San Antonio Abad.

La exposición propone una reflexión sobre la conexión que une a Canarias con Venezuela, dos puntos del planeta alejados geográficamente por más de 5.700 kilómetros de distancia y, al mismo tiempo, unidos entre sí por una tradición histórica vinculada a movimientos migratorios en ambas direcciones, que se conocen a partir de los primeros viajes de Colón hacia tierras americanas, impulsados por los avances en la navegación, los vientos Alisios y las corrientes del Atlántico que facilitan ese vínculo canario-venezolano.

Canarias vivió tras la Guerra Civil en España un fenómeno de emigración clandestina masiva hacia Venezuela, coincidiendo con su auge económico derivado del petróleo. Pero ese flujo migratorio se ha invertido desde finales del siglo XX debido a la compleja situación económica y social por la que atraviesa el país caribeño. Descendientes de las familias que emigraron a Venezuela en busca de un futuro mejor regresan ahora al Archipiélago ante la imposibilidad de mantener allí una vida digna.

Desde su potente universo creativo, Marco Montiel-Soto habla sobre Venezuela a través de una selección de obras creadas con estructuras fabricadas y objetos encontrados, simbólicos, intervenidos. En palabras de la comisaria Lidia Gil Calvo, las creaciones de Montiel-Soto "muestran la complejidad de la historia y en qué medida afecta a los pueblos y su cultura".

"Conectando con los trabajos de campo de la arqueología y la antropología, utiliza material recolectado en el lugar, impregnado de vida, como periódicos, monedas, postales, fotografías antiguas, libros, grabaciones de audio y vídeo, y lo transforma artísticamente para cargarlo de contenido crítico y reflexivo".

Las propuestas artísticas de Montiel-Soto nos introducen también en el legado canario que viajó a América, "recordando ese mal de mar metafórico de las duras travesías que varios miles de emigrantes realizaron en los «veleros fantasmas» hacia el sueño de la que, hasta hace poco, fue considerada como la octava isla".