A veces, la fórmula más elemental es el sinónimo del éxito: un cartel de clásicos, un emplazamiento idílico y una potente inversión en infraestructura y despliegue audiovisual. La cuarta edición del FiestoRon, el festival liderado por las formaciones veteranas del pop-rock nacional, reconquistó anoche el casco histórico de Arucas en el primer asalto del fin de semana, que puso de manifiesto el arraigo de esta cita musical que se supera, año tras año, en afluencia y liderazgo en la agenda musical de Canarias con más de 9.000 asistentes en su primera jornada.

El acceso al corazón del municipio grancanario se anegó de fiestorronerosa la caída de la noche de ayer, aunque la ciudad ya presagiaba fiesta desde comienzos de semana e, incluso, la semana anterior, cuando el centro -desde alojamientos a establecimientos hosteleros- comenzó a recibir por goteo a cada vez más vecinos de la isla, el resto del Archipiélago y la península. "Este es nuestro segundo FiestoRon y el cartel es todavía mejor que el del año anterior", manifestó la pareja formada por Iván y Ana, de 48 y 44 años, procedentes de Zaragoza y ataviados con sendas camisetas de Barricada y Kiss. "Ilegales y Hombres G son reclamos muy potentes, así que tenemos platos fuertes los dos días, y tanto el lugar como el ambiente son cojonudos", añaden, toda vez que, en esta segunda inmersión festivalera, aseguran que "el cóctel de un festival de música como este, en agosto, en Gran Canaria es un lujo para cualquier amante del rock and roll".

El reloj de la Iglesia de San Juan Bautista apuntaba las 20.00 horas exactas cuando el rock descarnado de Ilegales, formación encabezada por Jorge Martínez que atesora 35 años en primera división del género, inauguró el festival aruquense y marcó el listón de la noche al grito de su último proyecto discográfico, Rebelión (La casa del misterio, 2018). "Arriba esos cuernos, que esta es la noche del rock del FiestoRon", anunció la organización del encuentro. Los de Asturias descargaron un repertorio variado que entrecruzó temas de este último disco con otros tantos pertenecientes a sus últimos largos y que desató la euforia del público en la que dibujó la noche más "rockera" de la propuesta.

Así lo ratificó en primer lugar la agrupación de Martínez en su cañonazo de canciones míticas como Ángel Exterminador, Eres una puta o Soy una macarra, que atestiguó el pulso magnífico de esta formación irreverente nacida en los albores de los 80. "Quizás crean que es muy temprano para un concierto de rock and roll" , anunció Martínez, "pero cualquier hora es buena para vivir, criaturas peligrosas".

Aunque la tarde arrancara a medio aforo, la recta final de las casi dos horas de directo de Ilegales enfiló más de tres cuartos del lleno previsto para las dos jornadas del FiestoRon. "Les confieso que, en realidad, no soy hijo secreto del Papa, porque soy como cada uno de todos ustedes: a menudo lucho contra mí mismo y pierdo", declaró el cantante al despedirse en los bises, que rindieron al público ante el que, a todas luces, ofreció uno de los grandes conciertos de esta primera entrega.

Les tomó el testigo la banda madrileña Obús, estandarte del rock duro en España que puso la nota de heavy-metal al encuentro. La formación nacida en los albores de los 80 trajo el bajo el brazo la frescura de los trallazos recogidos en su último disco, Siente el rock And roll (Universal, 2015, que traza un recorrido por toda su carrera con versiones remasterizadas de sus clásicos. "Si estoy aquí es por Obús, un grupo clave para entender la trayectoria del heavy en España" , reveló Iván, de 31 años, que se desplazó en Global desde Las Palmas de Gran Canaria en su segunda experiencia en el FiestoRon junto a un grupo de siete amigos.

Varias generaciones

Al respecto del cruce intergeneracional que convoca el festival aruquense, cuyo grueso se sitúa en los seguidores primigenios de los reclamos del cartel y que oscilan entre los 40 y 50 años de media, Iván asegura que "para quienes amamos este tipo de música, los carteles como este son un regalo" . "Además, solo por el buen rollo que hay en este festival y lo bien organizado que está, porque vine también en sus inicios en las calles de Arucas, cuando era gratuito, merece mucho la pena", añade.

Y al igual que este conjunto, muchas personas se abrieron hueco en primera fila para escuchar a esta banda veterana que arrancó con puntualidad inglesa para desgranar canciones como Va a estallar el obús, El que más poseen o Vamos muy bien, que restallaron junto a la Iglesia de San Juan Bautista, rotulada con juegos visuales de Arehucas, que se entrecruzaron con una generosa sucesión de los himnos atemporales del heavy patrio.

En el filo de la medianoche, la banda de rock La Fuga, la más joven de este primer tramo del cartel pese a que se fundara en 1996, tomó el testigo de los madrileños en el escenario aruquense, ante un aforo que, pese a las continuas entradas y salidas que permiten las normas del recinto, mantuvo un notable flujo de asistencia hasta la madrugada. La formación natural de Santander se reafirmó en su condición de superviviente, que ha superado la renovación de todos sus integrantes y mantiene el músculo en escena con tres décadas de trayectoria a sus espaldas.

Y bien entrada la madrugada, a las 2.00 horas,y ante sus incondicionales, la banda madrileña Porretas regresó a las coordenadas del punk-rock con su reconocido repertorio sobre bares, cerveza, porros y fútbol que, tal como prometieron en los prolegómenos de su jornada, con la esencia de una formación que se abrió hueco confesando que "no tenemos solución" pero que atesoran clásicos y "baladas para un sordo" .

Y así culminó esta primera gran noche del FiestoRon en el municipio de Arucas, entre cuyos aciertos, además de los méritos musicales, incluyen una organización excelente, una generosa situación de barras,food-trucks, puntos violeta para posibles situaciones de acoso sexual y vasos retornables para el cuidado del medioambiente, y que, en conjunto, conforman una propuesta festivalera por la que merece la pena desplazarse a este casco del norte grancanario.