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Artes escénicas

Toda una vida ligada al circo

La contorsionista mongola Oyun-Erdene Senge diseña su propio número para 'Totem' l La artista se incorporó al Circo del Sol con solo 11 años

La contorsionista mongola Oyun-Erdene Senge, de 26 años.

El universo total de Oyun-Erdene Senge, contorsionista circense natural de Mongolia, se desenvuelve entre escenarios, funciones, carpas de ensayo, aviones y maletas hasta donde alcanza su memoria errante. Apenas contaba 6 años cuando ejercitaba la escritura al mismo tiempo que el contorsionismo, consagrado como una de las grandes artes tradicionales en su tierra natal. Y con solo 11 años, el prestigioso Circo del Sol fijó su mirada en esta virtuosa artista elástica para integrarla en su aclamado espectáculo Alegría, al que siguió una breve participación en OVO y, por último, en Totem, donde escenifica su propio solo performance desde hace cuatro años.

Este último espectáculo sigue presidiendo la agenda cultural veraniega de Gran Canaria al abrigo de la Gran Carpa Blanca instalada frente al Palacio de ExpoMeloneras, en San Bartolomé de Tirajana, donde Senge representa un número propio que emula a las primeras criaturas submarinas de la Tierra. Sin embargo, no todos los públicos de la Isla han podido disfrutar de su representación, puesto que su parte se intercala en distintos actos o secuencias dentro de una nómina limitada de funciones y que, entre otras sesiones, no se incluyó en el estreno oficial de Totem en la Isla el pasado 5 de julio.

Número

"Mi número es rotatorio, lo que significa que no figuro en todos los espectáculos, pero sí en la mayoría", indica la contorsionista dese la carpa de ensayos. "A veces, mi número puede estar en la primera mitad y, otras veces, en la segunda mitad del espectáculo, porque depende de la alineación final de cada función, así que se puede decir que soy flexible en todos los sentidos", ríe la artista.

Pero las cotas de flexibilidad corporal que conquista Senge siguen suscitando estupor entre un público que la observa ojiplático, pues su número, que interpreta en solitario, se basa en ejercicios de "flexibilización extrema", que incluyen una compleja flexión extrema de la cabeza hacia atrás. Sin embargo, a esta ductilidad física se suman en directo sus gestos e interacciones con el público dentro del propio movimiento.

"Mi solo es un número muy desafiante y, al mismo tiempo, muy lúdico, porque me permite interactuar y conectar con el público desde el humor y el juego, que es algo que consigo no a través del diálogo, sino de mis expresiones faciales", indica la artista. "Mi personaje trata de crear un estado de ánimo dentro del acto, en el que tomo el testigo del número que me precede y del que me releva, así que, en esencia, se trata de un número que comunica mucho, que es una de los sellos del circo tradicional", añade.

La contorsionista diseñó su propio número al alimón con su coach personal en el proceso de gestación de Totem. El equipo capitaneado por el artista canadiense Robert Lepage, director del espectáculo, le proporcionó una serie directrices en torno al tema original del show, que versa sobre la evolución humana, así como de las posibilidades de vestuario y maquillaje. "A partir de estos mimbres, desde el punto de vista creativo introduje todas las destrezas que domino como contorsionista y le di una coherencia como número de circo, así que hoy es el trabajo con el que más me identifico", revela la artista.

La piel de su personaje se viste de los mismos colores refulgentes que brillan en el número inaugural de Totem, protagonizado por ranas y peces acrobáticos que pueblan este hipnótico relato sobre la evolución de las especies. En esta línea, Senge imprime en su exhibición expresiones faciales que evocan "el descubrimiento, la fascinación y las primeras experiencias". "Mi personaje representa la primera fase de la evolución humana y ese es el espíritu que atraviesa mi coreografía", señala.

A su juicio, Totem se erige en uno de los espectáculos del Circo del Sol "que mejor funciona como conjunto". "Yo amo Totem", afirma. "Creo que es uno de los shows más artísticos y creativos del Circo del Sol porque es una propuesta muy sencilla y, al mismo tiempo, muy sensorial. Además, contiene varios números de mucho nivel y la historia que narra es muy potente, porque trata sobre la evolución de la Humanidad, así que lo abarca todo y habla de todos nosotros", concluye.

Trayectoria

En cuanto al germen de su carrera, la artista revela que el sueño del contorsionismo se corresponde con el último legado de su madre, que falleció cuando Senge contaba solo 6 años. "Su último deseo fue que yo me convirtiera en contorsionista, así que mi tía me envió a una escuela específica en Mongolia, donde superé los tres meses de prueba y establecí contacto con mi primer coach, que es una figura muy reconocida en mi país", relata. "Enseguida descubrí que tenía un talento especial para el contorsionismo y comencé a amar este mundo".

En cuanto a aquellos pasos inciáticos, Senge echa la vista atrás y reconoce que "no sabía realmente en qué mundo me estaba introduciendo, porque yo era una niña". "Pero el hecho de descubrir que albergaba un talento especial para esto me motivó mucho para seguir adelante", añade la artista, quien subraya que el grueso de contorsionistas profesionales de alta categoría son mujeres y se internan en este mundo antes de los 10 años, debido a que la anatomía aloja un potencial de flexibilidad mayor a edades muy tempranas.

Y después de un intenso período de formación, Senge ingresó en el Circo del Sol al cumplir 11 años y, aunque el ritmo cotidiano que exigen las giras es extenuante y severo, reconoce que este modo de vida ha tallado su forma de estar en el mundo. "Este es un tipo de vida muy singular que no está hecho para todo el mundo, pero yo no conozco otra forma de vivir", manifiesta. "Imagino que, para alguien que empieza en este mundo a los 20 o 30 años, el cambio es muy drástico, porque siempre estás lejos de tu hogar, tu familia y tus amigos, aunque también he visto muchos casos de artistas que terminan adaptándose y amando el modo de vida del circo".

Por su parte, Senge reconoce que "me encanta viajar, conocer otros países, otros públicos, otras respuestas". "La dinámica del circo está tan arraigada en mi interior que, si paso mucho tiempo en un mismo sitio, ya empiezo a extrañar un lugar nuevo", admite. Y al respecto de la sucesión de funciones, Senge asegura que "cada una es un nuevo desafío". "Nunca me siento insegura, nunca me he lesionado, pero trato de llevar mi cuerpo hasta el límite y en ese reto diario está la belleza", concluye.

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