Este viernes concluye el taller gratuito que comenzó en julio, con una duración de cuatro días (de martes a viernes, de 11.00 a 13.00 horas) para grupos de 25 niños de entre seis y 12 años, llamado Pequeños tesoros, destinado, a través de unos misteriosos duendes, los jiribillas, a descubrir los tesoros del museo colombino mediante juegos llenos de imaginación, creatividad y diversión. Más de 135 pequeños han indagado en la historia que encierra el lugar. El día 30 concluye el curso con una exposición realizada por los jóvenes con los objetos que consideran sus "tesoros" más valiosos. El sábado, para despedir el verano, habrá un espectáculo musical para familias titulado El jardín de los sentidos, a cargo de Badabadum.

Según Mara Caballero, técnico del departamento educativo de la Casa de Colón "los cuatro jiribillas están aquí en los talleres de todo el año. Uno de los recorridos con las escuelas infantiles se basa en buscar a estos duendes por el sótano donde están escondidos. Miden menos que un dedo meñique, son difíciles de ver (porque aparecen cuando quieren) y muy asustadizos. Este verano el curso Pequeños tesoros pretende un acercamiento a los conceptos de colección y exposición a través de juegos. Por ejemplo, hay un coleccionable de la Casa, un álbum de estampas con fotos de las piezas del lugar que los niños deben conseguir a través de un juego, mezcla del Trivial y La oca. Así aprenden el concepto de colección y también palabras nuevas como astrolabio o nocturlabio".

"Visitaremos el depósito del museo para que vean sus tesoros y entiendan el concepto de patrimonio junto a la exposición que efectuaremos del día 30 en que los pequeños traerán de casa sus objetos más preciados. Asimismo, a una cartulina grande tendrán que añadirle el mayor número de fotos de cuadros posible como si fuera un peine de un depósito. Así se meterán en la piel del conservador. Irán al depósito de cuadros y entenderán que en un museo existe una parte que se ve y otra que no donde se almacenan las obras. Los lienzos les permiten conocer algo de la reina Isabel y el rey Fernando que aparecen en ellos".

Conectar con la actualidad

La técnico asegura que "los niños son también muy jiribillas. Tienen mucha energía y se les ocurren cosas que no pensamos los adultos. Siempre tienen ideas nuevas y se aprende mucho de ellos, con su mirada tan limpia y su forma espontánea de transmitirlo todo. Del museo les gustan mucho las maquetas porque tienen botones con luces y parecen juguetes. Les encantan los guacamayos, el espacio del camarote, la cripta y el pasadizo secreto del Gobernador para buscar a los jiribillas. El sótano, a algunos, les da miedo". Para que los pequeños y preadolescentes comprendan el contenido colombino hay que intentar conectar la historia con su mundo actual. "Por ejemplo, tú comes ahora papas porque Colón hizo ese viaje".

Al repartirse el taller entre jóvenes de seis a 12 años se trabaja desde un concepto familiar, como una escuela unitaria. "Creemos en la relación intergeneracional y el curso heterogéneo. Es algo enriquecedor porque los pequeños aprenden de los mayores y estos, a su vez, aprenden respeto, a cuidar a otros y una serie de valores que, en caso de ser de las mismas edades, no podrías trabajar".

El libro titulado Aventuras de los jiribillas en la Casa de Colón, escrito por Chema Hernández e ilustrado por Agustín Casassa y Teresa Correa, está ambientado en distintas estancias del museo y de Vegueta y se refiere a los duendes que habitan la cripta. Permite una conexión con el público infantil para que se interese por la historia insular y su proyección atlántica. Según Caballero, se trata de "una herramienta para jugar con los niños y leer algunos fragmentos. Te describe a los jiribillas, pero no sirve de guía didáctica para el taller".

La educadora indica que "tenemos múltiples fórmulas para transmitir al público infantil y juvenil las actividades del museo. Hay talleres de vacaciones en verano y navidad; algunos sábados los hacemos para familias; contamos con un programa escolar durante todo el año con actividades diseñadas para todas las edades, desde infantil, hasta secundaria, incluyendo a universitarios, discapacitados o colectivos de exclusión social, con diferentes contenidos temáticos y visitas guiadas, según edades e intereses de los grupos".

Asimismo, "realizamos recorridos temáticos alrededor de la Casa donde comentamos el origen de la ciudad. Hay uno que la conecta con el siglo XIX y con Galdós, donde compartimos la visita con el Museo Pérez Galdós. Por otra parte, acogemos alumnos en prácticas de la Universidad, de Historia, Traductores o de ciclos formativos, como son los de informador turístico o animador sociocultural. Hacemos conciertos, como el de Los viajes de Gulliver y celebramos el Día del libro o el de la mujer. El año pasado comenzamos una nueva línea de actuación por el día de la niña y la ciencia con un taller y un recorrido temático denominado Científicas y descubridoras en que nos referimos a este tipo de mujeres para fomentar las vocaciones científicas en las jóvenes. Ahora estamos trabajando en otra línea para hablar, no solo del viaje de Colón, sino de los que vinieron después, como el de Magallanes, incluyendo los de conexión de Canarias y América".

Javier Pueyo tiene siete años. Ha repetido en el taller de verano. Dice haber visto "dos jiribillas en la cripta. He aprendido muchas cosas. Colón le dejó a la reina dos guacamayos de regalo y me gustan". Ignacio García, de 11 años indica que ha aprendido "el nombre de los tres barcos de Colón y que trajo dos guacamayos de América para dárselos de regalo a la reina. He visto a los duendes. La sala que más me gusta es la cripta porque están allí". Celeste Ramírez, de nueve años, apunta que lo que más le ha interesado"son los loros, pintar una chapa con mi nombre el primer día del curso y escribir una carta para los jiribillas. Me apetece ver la sala de la armadura vieja (el depósito de cuadros) y el álbum coleccionable". A Daniel López, de siete años, le gustan mucho las maquetas de los barcos "porque son grandes y bonitas y los loros Chicho y Yaiza. Espero ver a los jiribillas que aún no he descubierto", señala.