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Los pájaros del amor de 'Totem'

El dúo formado por Sarah Tessier y Guilhem Cauchois interpreta uno de los números más aclamados del Circo del Sol

Los jóvenes acróbatas en el escenario de la Gran Carpa Blanca del Circo del Sol, en Meloneras, el pasado jueves. YAIZA SOCORRO.

Siete años entre carpas de ensayo, escenarios, funciones y viajes llevan a sus espaldas Sarah Tessier y Guilhem Cauchois como integrantes del espectáculo Totem, del Circo del Sol. En un recorrido por el fascinante viaje de la humanidad desde nuestro estado anfibio original hasta el último de nuestros desafíos: conseguir volar. Durante este recorrido, también se exploran nuestros sueños e infinito potencial, así como los lazos que nos unen a nuestros orígenes. Entre sus exhibiciones, sus personajes como testigos y actores de las eternas preguntas existenciales de la vida, se presenta esta evolución del amor.

Al igual que la llegada de la primavera, el inicio de un amor nos revitaliza a todos y abre una ventana a un mundo de nuevas posibilidades. Y para que el verdadero amor pueda enraizar, primero debemos llenar nuestros cuerpos de sensaciones positivas. Dos trapecistas, tan fuertes como vulnerables, encarnan el arte de enamorarse: un ejercicio de atracción, simbiosis y confianza.

Un acto sobre la evolución del amor que forma parte del viaje evolutivo de Totem, explorando los orígenes, pasiones y anhelos de la naturaleza humana en 12 episodios acrobáticos. Bajo la Gran Carpa Blanca, situada en la vasta explanada frente al Palacio de ExpoMeloneras, en San Bartolomé de Tirajana, la ciudad itinerante de la prestigiosa compañía canadiense lleva casi dos meses en Gran Canaria, con su equipo artístico al completo, integrado por 48 acróbatas, intérpretes, músicos y cantantes de hasta 18 nacionalidades; con nueve funciones semanales hasta el próximo 22 de septiembre.

Cortejo aéreo

En lo más alto de la Gran Carpa Blanca, bajo la agradable brisa sureña, Tessier y Cauchois se unen durante siete minutos en un acto llamado Atracción, reflejando la forma en la que las personas se sienten atraídas entre sí durante el primer romance. Rodeados de un mundo orgánico, un pantano flanqueado de juncos cerca de una isla con forma de tortuga gigante, que según mitos y leyendas representa a la tierra y soporta todo el peso del mundo sobre su caparazón. El esqueleto de un caparazón que según las necesidades artísticas, sube a las alturas para dar paso a las habilidades acróbatas de este dúo.

Inicialmente, en 2012, cuando el dúo pasó a formar parte de la compañía del Circo del Sol, este show se denominó con el título de Love Birds. En su desempeño excepcional, la pareja realiza movimientos virtuosos, mientras se sostiene en una barra de trapecio fija. Ataviados con elegantes trajes amarillos y verdes representan a una especie de loros conocidos como pájaros del amor.

La fuerza muscular de ambos acróbatas, es extraordinaria, pero tienen más que ofrecer que eso. Estos pájaros del amor tienen una historia que contar, y consiguen narrarla a la perfección, no solo con sus movimientos sino también con su arte.

Como dos tortolitos, ambos se burlan, juegan y se enfurruñan en un inocente juego de seducción y, finalmente, entrelazan sus cuerpos en una alegre danza vertical de movimientos y levantamientos frescos e inusuales. Es sin duda, una secuencia lúdica, que muestra a dos adolescentes que se enamoran lentamente mientras se burlan el uno del otro. "Para llevar a cabo el show, tratamos de recordar cómo cada uno se sentía y cómo eran aquellos primeros pasos en el amor. Para conseguir meternos de lleno en el papel y poder reflejar esas emociones a nuestro público", narra Cauchois.

Su acto ha sido uno de los más aclamados en Totem, con miembros del público atónitos y ojipláticos cuando Cauchois, que está boca abajo la mayor parte del tiempo, sostiene los brazos de Tessier y la hace volar y girar alrededor de su cuerpo y el trapecio.

Tal y como señala Sarah Tessier, "la capacitación para sus roles requirió que la pareja desarrollara sus habilidades de actuación y acrobáticas. Además, es muy importante tener confianza plena en tu compañero de número. Para hacer un show perfecto, lo imprescindible es una muy buena preparación, dar lo mejor posible de uno mismo y corregir los pequeños detalles que se cometen. Para ello, cuando concluimos un acto, compartimos sensaciones sobre qué pasó en ese momento, porqué salió así, cómo podemos mejorar esto otro, etc. Tenemos la certeza de que siempre podemos mejorar los pequeños detalles".

Y sin duda, ambos acróbatas coinciden en que "el aplauso del público es la recompensa" al esfuerzo que realizan durante los ocho o diez shows semanales. "Es muy emocionante y satisfactorio cuando el público aplaude con fuerza, son una motivación muy importante para nosotros", apunta Cauchois. Unos espectáculos para los que entrenan unas horas al día, porque tal y como apuntan tienen que reservar la energía y las fuerzas para cada pase, por lo que entrenan una hora al día.

La atracción y el riesgo son unas destrezas que reflejan a la perfección, las esbeltas figuras de ambos trapecistas de la compañía canadiense.

Al extrovertido Guilhem le encanta participar en intensas experiencias artísticas y en vivo que estimulan su creatividad e imaginación. Un surfista de corazón, que ha aprovechado uno de sus ratos libres en Gran Canaria para pasar unas horas surfeando en Playa del Inglés. "Nos encanta el clima, el sol, las playas y la gente de esta isla", comparten ambos.

Trayectoria

Cauchois Guilhem descubrió las artes circenses a una temprana edad mientras crecía en París, Francia. A los siete años, comenzó a asistir a clases de circo y a desarrollar habilidades básicas en varios aparatos. Una pasión por las acrobacias que fue creciendo con los años, acabó desencadenando su mudanza a Montreal, Canadá, para estudiar en la Escuela Nacional de Circo de renombre mundial.

Por su parte, Sarah Tessier había practicado diferentes deportes en la infancia, así como gimnasia, pero no fue hasta los 15 años cuando comenzó a plantearse formar parte del panorama circense. Realizó una audición de la Escuela Nacional de Circo de Montreal y fue aceptada. Entonces comenzó a enamorarse por completo del mundo circense, empezando a plantearse ser profesional del oficio. Durante su formación en la escuela canadiense, encontró su amor por el trapecio y conoció a su compañero actual. "Conocer a Guilhem cambió totalmente todo para mí, fue sin duda, el socio perfecto para lograr los objetivos y metas. La verdad, no siempre es fácil conseguir a alquien con quien trabajas bien y te entiendes en el escenario, y encontrarnos fue toda una suerte", comenta Tessier.

En Montreal, cuando tan solo eran un par de adolescentes, fueron asociados para crear un dúo acrobático en trapecio de alto nivel artístico. En ella, pasaron tres años trabajando en su técnica de trapecio con el objetivo de desarrollar nuevos movimientos y secuencias sorprendentes. "Cuando terminamos de formarnos en la escuela, mandamos un vídeo al departamento de cásting del Circo del Sol y les preguntamos si tenían una oportunidad para nosotros, y nos ofrecieron un contrato para empezar en Totem", señala Tessier.

Numerosos destinos han recorrido ya con Totem, "Desde entonces, llevamos 5 años juntos realizando nuestro nuestro dúo en trapecio por Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Canadá, Japón, Rusia, Suiza, Austria y ahora, aquí en Gran Canaria. Gracias al Circo del Sol, hemos conocido muchos países y personas. Y para nosotros nuestros compañeros de Totem representan como una gran familia; viajamos juntos, entrenamos juntos y vivimos muchas experiencias unidos", apunta el joven acróbata francés.

A ambos les encanta la vida nómada que llevan y su estilo de vida actual, pero entre los sacrificios que tienen que hacer destacan el pasar tiempo con la familia, sobre todo en los días señalados. "Estamos muy felices por estar donde estamos pero siempre se echa de menos el hogar y a la familia. Tan solo contamos con siete u ocho días para descansar y se hace difícil a veces", coinciden Cauchois y Tessier bajo la carpa blanca.

En los últimos años, se han dado cuenta de la suerte que tienen de participar en una compañía tan reconocida pero también que no pueden realizar muchos planes de cara al futuro. "Con esta vida de circo, hemos aprendido a no hacer planes a largo plazo. Nunca sabemos lo que puede pasar o lo que nos puede deparar el futuro, así que tratamos de aceptar y vivir las cosas tal y como nos vienen. Hace dos años, dejamos este espectáculo porque queríamos enfocarnos en otras cosas, pero ocurrieron circunstancias que nos hicieron regresar. Por ello, no tratamos de pensar cosas a largo plazo sino de disfrutar al máximo del momento presente, que es emocionante", reconocen.

De cara al futuro, a este extraordinario dúo acróbata le encantaría contar con la oportunidad de participar en otros espectáculos del Circo del Sol, para seguir evolucionando como artistas y emprender proyectos diferentes, algo que les emociona e inquieta a la vez.

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