El Teatro Pérez Galdós inaugura su nueva temporada a ritmo de musical. Una banda sonora pegada a tierra, a Lanzarote, la isla natal de César Manrique (1919-1992), cuya figura es protagonista de la nueva apuesta escénica que une los caminos de Clapso Producciones y Mestisay: César Manrique. el musical. Esta obra, que estará en cartel en el coliseo capitalino desde hoy jueves 12 de septiembre, con función de estreno a las 20.30 horas, y que permanecerá en cartel hasta el próximo día 22, tuvo anoche su preestreno ante un público amigo y familiar, que devolvió con sonoras ovaciones y generosas palmas, los pasos, coreografías, números musicales y pasajes de dramaturgia, que durante 90 minutos llevan al espectador por todos los caminos que recorrió César Manrique, como persona y artista.

Las idas y vueltas de Manrique, desde el niño que corría por Famara y acariciaba el mismo viento que forjaría, al tiempo, su carácter, hasta que un 25 de septiembre de 1992 un accidente de tráfico agotó sus días, se asoman a este musical en una sucesión de dieciocho piezas musicales, en las que abunda el aroma popular, las ambientaciones latinas, y piezas universales, igual que el propio Manrique, que es el protagonista.

Una producción coral, con 80 profesionales entre músicos, actores y actrices, cantantes y bailarines, que parte de una idea original de Manolo Gonzáles; dirección escénica de Israel Reyes; dirección musical de Germán G. Arias; escenografía de Carlos Santos; vestuario de Unai Tellería; y coreografías de Cristina Pérez. Pocos actores necesita este musical, porque entre otras cuestiones, la dramaturgia fluye sola, y que cuenta con las voces principales de Olga Cerpa y Luis Morera, además del aporte de Lucía Viera, Víctor Formoso, Gladys Cabrera y Marieme Abdoulaye, cuyo registro marcó direncias en las piezas que le toca defender en el escenario del Teatro Pérez Galdós.

Con Mingo Ruano en el rol de César Manrique; Víctor Formoso como el Diablo de Timanfaya, que siempre acompaña a César; Maykol Hernández, que interpreta a Pepín Ramírez, amigo personal de Manrique, y presidente del Cabildo gracias a quien en sus años de gestión Manrique encontró el aliado para proyectar su mano en el paisaje lanzaroteño. Mingo Ruano le ha cogido la medida al personaje, fruto del tiempo de preparación y estudio. Más allá de una acertada caracterización física en las distintas etapas de la vida del artista, maneja con soltura el fraseo, los gestos y esa forma tan característica de expresarse que tenía Manrique.

Hugo Cruz y Javier Suárez, los dos nilos que encarnan al joven Manrique, y los actores y actrices Saray Castro, Rubén Darío, Nayra Ortega, Borja Texeira y Yurena Bobet, participan de esta producción que llega a la capital grancanaria en el año que se conmemora el nacimiento de César Manrique.

Decía Olga Cerpa días atrás, que esta producción que llevan rondando casi una década Manolo González, Israel Reyes y German G. Arias, tenía como premisa recrear "la figura, la vida y sobre todo, el mito de un artista con una vida tan intensa como fue Manrique", y que de ninguna manera, que no se lleve a engaño al espectador, convertir este espectáculo en una escenificación de la biografía. En este caso, la música es la que lleva al público de un sitio a otro, siempre tras los pasos de Manrique, con una escenografía bien resuelta donde la obra es el paisaje y el personaje, y un vestuario que evoca la iconografía de Manrique.

¿Y a qué suena este Manrique? A viento sobre todo, el que traza la banda sonora iniciática y que acompaña al protagonista desde el eco de la infancia. "¡Aquí comenzó todo!", exclama un Manrirque en las primeras evoluciones del musical, donde el niño y el hombre trazan líneas en la arena cual lienzo que se renueva a golpe de marea.

El sello de Mestisay y Clapso están presentes en César Manrique, el musical, y se resuelve con notable solvencia gracias a la partitura dispuesta por el director musical Germán G. Arias, y la banda de siete músicos que le acompañan en directo.

Esta "obra de teatro musical cocinada a fuego lento donde suena el viento como epifanía", en palabras de Manolo González, es un viaje sonoro con las escalas justas que parte de Famara a ritmo de piezas como Balada de los peces, El paseíto de Don Tomás o Canción de Famara, que ponen en tránsito a un artista que lo moviliza la Guerra Civil, y que posteriormente, tras reposaer en la Isla, se va a Madrid donde encuentra arte y a su gran amor, Pepi Gómez. Siempre con el Diablo de Timanfaya, su espejo o su reverso.

El Madrid gris que se ilumina; la vuelta a la Isla y a los sangineles; la fiesta y la desolación ("roto, destrozado, desolado, Pepi se apaga"). Suena Canción de la noche oscura, con Olga Cerpa, preludio de la marcha a Nueva York. Pepe Dámaso en la distancia, la correspondencia,Warhol y Free Yourself, de Los Canarios, en la voz de Marieme Abdoulaye, a quien le toma relevo Luis Morera con La quinta verde, el clásico de Taburiente.

El artista regresa a su Isla y se proyecta. Salto a Agaete, donde resuena Son del Perola; Alfredo Kraus desde la Scala de Milán, y se amplifica el mensaje ambiental y de protección que inculcó César Manrique. Y como el mismo viento, que va y viene, la fatídica coda se revela en forma de requiem para dar paso a la fiesta coral que despide al artista con Viento fue, la canción que preside el musical que le faltaba a Manrique en su aniversario.