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análisis

Si no fuera por las películas

El sectarismo se combate respondiendo con el conocimiento que acumulan los cineastas canarios excluidos del acto del Gobierno | 'Mientras dure la guerra' reflexiona sobre España

Karra Elejalde y Alejandro Amenábar en un momento del rodaje de 'Mientras dure la guerra'. lp / dlp

Si no fuera por las películas, el primer fin de semana en el festival podría haber sido una pesadilla por culpa del acto que organizará esta tarde de domingo el Gobierno de Canarias para promocionar, dicen, "el talento canario", y en el cual presentarán siete proyectos de un mismo productor. Hay que puntualizar que la actividad fue preparada cuando gobernaba Coalición Canaria. La cita fue organizada a través de una convocatoria del departamento de Audiovisual del Gobierno y Proexca con la colaboración de la asociación Clúster Audiovisual de Canarias y se difundió a través de los socios de esta asociación. A estas alturas de la película, si los técnicos del Gobierno aún no saben que esta asociación representa a una parte muy concreta del sector cinematográfico canario, sería reconocer su incompetencia.

Logros

Sin ir más lejos, cineastas canarios ajenos al Clúster han logrado este 2019 importantísimos logros. Excusarse en el argumento de la convocatoria no es de recibo. El Gobierno debió rectificar cuando los datos señalaban que de los diez proyectos que se iban a promocionar en San Sebastián, siete eran del mismo productor, José Ángel Alayón, a la sazón presidente de la asociación mencionada. Lo debió hacer en el momento de la convocatoria y tan solo lo ha hecho, de forma insuficiente y por las protestas de, entre otros, quien suscribe, matizando la información primera que difundió del evento en la web del Gobierno (no así en la del festival), cuando el perjuicio a los cineastas excluidos no tiene remedio. Por si fuera poco, ocho de los 10 proyectos seleccionados son de Tenerife. Tampoco la invitación a acudir al acto de esta tarde se ha llevado a cabo de forma transparente para todo el colectivo de cineastas de Canarias.

O el nuevo gobierno canario planta cara a la voracidad de estos cineastas que se arrogan el poder representativo del sector en las islas -a miembros concretos de su junta directiva me refiero, no a las productoras integradas en la asociación, ajenas a estas prácticas-, y que indicios más que alarmantes indican que manipulan convocatorias de ayudas públicas y jurados en festivales para que triunfen sus proyectos concretos, que no dudan en atacar a otros cineastas para que solo se favorezca el cine que a ellos les gusta hacer, la diversidad y riqueza del cine en las Islas y sus cineastas peligra como nunca antes. Y eso que estamos en el mejor momento del audiovisual de la historia de las Islas. El sectarismo es feroz y se combate respondiendo con los argumentos y el conocimiento que acumulan muchísimos cineastas canarios que han renunciado a estar bajo ese paraguas, en casos muy sonados por el daño que estos personajes que el gobierno canario califica erróneamente de "nueva hornada" les han hecho.

Euskal Herria vive un septiembre tropical, con temperaturas en la capital donostiarra de 23 grados a las 8 de la mañana. El nuevo peliculón de Amenábar, Mientras dure la guerra adolece solamente de una banda sonora excesivamente predecible compuesta por el propio director. Lo demás es sobresaliente. Sobre todo el guión, que cuenta los últimos meses de Miguel de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca desde el inicio de la Guerra Civil Española en julio de 1936, y, muy especialmente, el trabajo de los actores, a los que cuesta reconocer debajo de las logradísimas caracterizaciones. Impecables están Karra Elejalde en el papel de Unamuno, Santi Prego como Francisco Franco y, sobre todo, Eduard Fernández como Millán Astray. Su recurrente "y ahí dejo eso" quedará para los anales de la historia del cine español.

Otra virtud del filme del director de Mar adentro (2004) es su rabiosa actualidad. Bingo para los productores. Porque Mientras dure la guerra es también una reflexión sobre España. Sobre por qué, por ejemplo, nos vemos abocados a unas nuevas elecciones solo cinco meses después de que los españoles hubiéramos decidido lo que queríamos y, a través de ese ejercicio democrático, les señaláramos a los políticos que se pusieran de acuerdo para formar un gobierno. Simplista o lúcido, el análisis que hace filme señala la condición de los intelectuales y, en general, la gente de izquierdas, de pasarla discutiendo entre ellos sin ser capaces de salir del bucle. ¿Les recuerda algo a lo vivido estos meses con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias? Si se cumple la enseñanza del filme, el próximo mes de noviembre la derecha política -más jerarquizada, menos diletante, mejor organizada- llegará para darnos una (nueva) lección de eficiencia. Así parece que será mientras dure España.

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