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Festival de Cine de San Sebastián

Asia no es Perejil

'Parasite' tiene el mérito de sacar de un cajón de mi memoria 'Arsénico por compasión' l 'Hasta siempre, hijo mío' es una reflexión realista y resignada sobre la historia reciente de China

Donald Sutherland, a su llegada a San Sebastián. juan herrero/efe

Ayer llegó a San Sebastián el actor canadiense Donald Sutherland, obrero del cine de mirada maliciosa, a recibir su Premio Donostia al 67 Zinemaldia. Doce del patíbulo (Robert Aldrich, 1967), Johnny cogió su fusil (Dalton Trumbo, 1971), Casanova (Federico Fellini, 1976), son tres de sus creaciones históricas, pero si quieren verlo tal como es hoy no se lo pierdan en Los juegos del hambre (Gary Ross, 2012) y, sobre todo, en El viaje de sus vidas (Paolo Virzì, 2017). Yo tengo un amigo cinéfilo que, si le dan a elegir, preferiría encontrarse con la guapísima Eva Green, que también anda por aquí presentando Próxima (Alice Winocour) en la Sección Oficial del festival. La lista de nombres sería interminable, el cine hierve en la perla del Cantábrico juntando a quienes sueñan las películas con los que las materializan, los que las ven y los que escriben de ellas.

Para batir a Dolor y gloria (Pedro Almodóvar, 2019) en el último festival de Cannes había que acudir con una de esas películas que te reconcilian con la capacidad imprevisible, libre y catártica del arte cinematográfico. Estrenos en España de películas en San Sebastián así ha vivido este anticrítico con visionados como los de Gravity (Alfonso Cuarón, 2013), en 3D, o Relatos salvajes (Damián Szifrón, 2014). La surcoreana Parásitos (Bong Joon-ho), Palma de Oro en Cannes este año, se suma a ellas, aunque no las mejora.

Narración vertiginosa

Una familia de buscavidas que viven en un semisótano, padre, madre y chico y chica en la veintena, con especial habilidad para el engaño, logran ocupar como personal del servicio y profesores particulares una lujosa mansión ocupada por un joven matrimonio con sus hijos. Entonces Parasite parece una divertidísima comedia de timadores con gotas de drama social. Lo que ocurrirá a continuación es un sube y baja de situaciones que añaden al aliño gotas de cine de catástrofes y hasta goterones de gore. Quienes han vendido que el cine asiático es solo contemplación solemne y menos es más, quedan desmentidos con este filme donde todo es narración vertiginosa y más es más. Es como vender que Asia es el islote de Perejil. Además de las antes mencionadas, esta comedia única en su género, fresca, estrafalaria e irreverente, llena de momentos hilarantes superpuestos con otros de máxima tensión y estupor, ha tenido el mérito de sacar de un recóndito cajón de mi memoria el clásico Arsénico por compasión (Frank Capra, 1944).

No suelen ser las chinas películas para llorar. No es un cine que cargue las tintas en la emotividad, con actuaciones mas escoradas a la inexpresividad que al desbarre interpretativo. Es, pues, novedad para quien suscribe, que Hasta siempre, hijo mío (Wang Xiaoshuai), dramón de 180 minutos (3 horas), delicado, exquisito, preciso, magníficamente rodado y fotografiado, avance en su narración por una historia que transcurre durante 40 años hasta llevarte al momento preciso donde la emoción se sale incontrolable del plato. El filme es, además, una reflexión realista y resignada sobre la historia reciente del gigante asiático, desde los campos de reeducación de la Revolución Cultural en los 70 a las estatuas de Mao Zedong presidiendo modernísimos centros comerciales en la actualidad. Sus actores protagonistas, Yong Mei y Wang Jingchun, ganaron los Osos de Plata a la mejor interpretación femenina y masculina, respectivamente, en el último festival de Berlín. Como todas las películas reseñadas hoy, se ha exhibido en la sección Perlas.

La película de animación japonesa Weathering With You, de Makoto Shinkai, director que arrasó las taquillas niponas con la preciosa Your Name (2016), es un ejemplo del vigor -y virtuosismo- del anime. Solo en la última década, con películas para la historia como la ya mencionada Your name, Los niños lobo (Mamoru Hosoda, 2012) o El himno del corazón (Tatsuyuki Nagai, 2015). El filme trata el amor adolescente entre un joven de 16 años que llega sin oficio ni beneficio a buscarse la vida a un Tokio en permanente aguacero y una chica capaz de hacer salir el sol a voluntad. El guión avanza con extraordinaria velocidad, lleno de situaciones y personajes que retratan con precisión en los detalles el Tokio actual. A pesar de cierto exceso de intensidad narrativa, Weathering With You cuenta con bellísimos momentos cargados de emoción y épica.

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